La
alternativa democrática está obligada a visualizar los peores escenarios que
pueden plantearse en el futuro inmediato. Si no se dan, pues que viva Dios.
Pero si ocurren que no nos sorprendan, que los sorprendidos sean los
adversarios al encontrarnos preparados para triunfar en todos los terrenos. Lo
deseable es llegar a las elecciones del 7 de octubre, elegir a Henrique
Capriles como Presidente, desalojar a Chávez del cargo que ya ni ejerce e
iniciar el proceso de reconstrucción institucional desmontando el entramado
revolucionario que amenaza con la represión, la violencia y el caos ante la
incertidumbre existente en el alto gobierno civil y militar. Esto sería lo
lógico. Trabajamos para que así sea. Diremos que la transición ya empezó. Desde
nuestra perspectiva debe manejarse con mucha prudencia que no se confunda con
debilidad y con una firmeza que sin atropellar a nadie, asegure el cambio y la
justicia indispensables.
Sin
embargo, en el alto mundo oficial se discute desordenadamente la transición del
chavismo con Chávez hacia el chavismo sin Chávez. De lo que se trata es de
mantener las líneas maestras del socialismo del siglo XXI, ante la posibilidad
de que mentor sea derrotado electoralmente, desaparezca físicamente o quede
inhabilitado por para una campaña intensa. Incluso hay quienes plantean que
ganando, quizás tendría que declinar el mando. Pueden estar equivocados quienes
piensan que en el oficialismo se impondría una línea moderada de acercamiento a
la oposición para buscar coincidencias fundamentales en la reconstrucción
democrática. Grave error.
Debemos
tener presente el carácter militarista del régimen. No me refiero al número de
militares, activos o retirados, ocupando puestos públicos ejecutivos y
deliberantes, sino a que básicamente se trata de militares que conspiraron bajo
el mando de Chávez desde antes del 4F-92. Son ellos quienes controlan de verdad
el poder. Para ellos cualquier cambio, más que transición, debe ser para
fortalecer el proceso revolucionario. No ven
liderazgo recio capaz de asumir la conducción del proceso de
consolidación revolucionaria. Lo electoral es un estorbo. De haber triunfado en
el 92, todo hubiera sido más sencillo. Ya el uso y abuso de los recursos
oficiales no son suficientes. Entonces ¿qué hacer?
La
enfermedad de Chávez y la confirmación de su gravedad, provoca desde julio 11
negociaciones internas. Ningún civil es aceptado como jefe. Tratan de acordar
una especie de tutelaje militar sobre la revolución a la cual deben someterse
los civiles comprometidos con ella. Se preparan, incluso, para lo que pudiera
ser una polarización violenta que justifique un gobierno transitorio y llamar a
elecciones, interrumpiendo el proceso actual, más adelante, cuando estén listos
para triunfar.
Pero,
“una cosa piensa el burro y otra el que lo va a montar”. La conciencia
institucional se fortalece en las FAN. Los golpistas serán nuevamente
derrotados.
oalvarezpaz@gmail.com
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