Han transcurrido dos años
desde aquella noche de marzo de 2010. Una comisión de la policía política del régimen
(SEBIN-Servicio Bolivariano de Inteligencia) se presentó en mi casa para
hacerme preso y trasladarme a su sede en el Helicoide de Caracas. Exhibían una
orden de aprehensión dictada por un Juez de Control a solicitud del Ministerio
Público. Todo por denuncia de dos pobres hombres, miembros de la Asamblea
Nacional, con más vocación rastrera que de diputados. Pedían y les fue
concedido, que me enjuiciaran penalmente por los delitos de conspiración,
instigación al odio y difusión de información falsa.
No me sorprendió la
presencia policial. En pocos días anteriores había comparecido ante la
Fiscalía. De aquella audiencia no me quedó ninguna duda sobre el cumplimiento
de la orden que les habían impartido desde las alturas. Se estaba tramitando
con extrema rapidez, en contraste con las actuaciones normales de todas las
instancias de una administración de justicia convertida en vergüenza nacional.
Fui detenido. Durante las dos primeras noches tuve que dormir en una colchoneta
colocada en el piso del estrecho salón de visitas. Luego, durante casi dos
meses, en un calabozo debidamente preparado, de 3x2,5 mts cuadrados, sin ventana.
Sin luz ni aire natural.
La razón de todo estaba en
afirmaciones y comentarios hechos en el programa Aló Ciudadano de Globovisión,
sobre actuaciones de Eloy Velasco, juez de la Audiencia Nacional de España con
relación a presunta colaboración de la ETA con las FARC de Colombia y
actuaciones en territorio venezolano con la colaboración de funcionarios del
régimen y conocidos etarras protegidos del gobierno chavista. Exigí del
Presidente la mayor colaboración posible con la justicia española como
reclamaba la Audiencia Nacional, para despejar las crecientes dudas existentes
en el mundo y entre nosotros, sobre la veracidad de los hechos establecidos en
España.
A dos años de distancia
las sospechas crecen y los indicios hoy son clara evidencia. Las estructuras del
crimen organizado están por la libre en Venezuela. En el juicio, el Ministerio
Público retiro primero el cargo de conspiración y luego, el de instigación. Fui
condenado a dos años de prisión, con pena sustitutiva de prohibición de salir
del país. La decisión fue apelada hace tiempo. Hubo rotación de jueces y el
proceso empezó de nuevo. Aún no hay sentencia definitivamente firme.
No resistí la tentación de
recordar algunas cosas. Hay quienes han sufrido mucho más que yo, gracias a los
atropellos calculados del castro-chavismo y a una administración de justicia
sin vergüenza ni dignidad. No podría mencionarlos a todos. Pero mi afecto,
gratitud y amistad están concentrados en los presos políticos, algunos con
tres, cuatro, cinco, seis, siete años y más en aquellos calabozos inolvidables.
Los conocí a fondo y compartimos juntos tanto las penas como algunas alegrías
del tiempo. Fue una experiencia inolvidable. Un abrazo fraternal.
oalvarezpaz@gmail.com
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