El populismo se
caracteriza, principalmente, por generar altas expectativas de consumo a la
población con el objetivo de obtener más votos en las elecciones, sin embargo,
dichas expectativas van mas allá de lo posible. Este tipo de comportamiento
genera crisis periódicas, crisis que llegan cuando las promesas consumistas ya
no pueden cumplirse dado que las inversiones en infraestructura, energía e
industrias no fueron hechas a tiempo. Últimamente, con la democracia de masas,
como lo que interesan son los votos, al igual que una empresa que actúa en un
mercado de un bien o servicio, lo que se procura por encima de todo es ganar
mercado, para lo que hay que obtener un mayor "market share", mayor
porcentaje de votos, al menos mas de 40%, mucho mejor 45% y sino todo lo que se
pueda, arriba de 51%. Hacer ilusionar a la gente es fácil, lo difícil es
cumplir en el largo plazo.
¿Cómo es posible que gran
cantidad de gente crea algunas promesas que analizadas más profundamente se ve
que son de difícil realización? Es que el ser humano, a pesar de lo que
creemos, suele tener percepciones sesgadas de la realidad. El Premio Nobel de
Economía del año 2002, Daniel Kahneman, en su libro "Thinking Fast and
Slow" (Pensamiento rápido y lento) dice que sufrimos muchas ilusiones, y
lo ejemplifica con el famoso diagrama de Muller-Lyer. Se pueden ver dos líneas
horizontales comunes, pero con flechitas en direcciones opuestas. La línea de
abajo es obviamente más larga que la de arriba, según el siguiente diagrama.
Pero si las medimos con
una regla, podemos comprobar que ambas rectas son de igual largo. Ahora sabemos
que son iguales. Aun así, si las volvemos a mirar, sigue siendo evidente para
la gran mayoría de las personas, que la línea de abajo es más larga que la de
arriba. Esto es lo que pasa con muchas afirmaciones del populismo, se perciben
como verdaderas aunque no lo sean y es difícil convencer de lo contrario hasta
que la realidad se impone.
Para resistir a la ilusión
uno debe aprender a no creer en todas las impresiones o promesas (pensamiento
rápido) y debemos analizar más cada cosa que decimos o nos proponen y hacerlo
con mayor detenimiento (pensamiento lento). Obviamente no todas las impresiones
son visuales, hay de todo tipo, económicas, psicológicas, políticas y demás.
Los políticos le dirían a la gente que crean en lo que ven, que la recta de
abajo es más larga, y posiblemente tendrían éxito en las elecciones en relación
a los que le dijeran la verdad, que ambas son iguales. Este es un gran drama de
la democracia: decir la verdad no consigue votos.
El diagrama que vimos es
un ejemplo muy estudiado pero resulta mucho más difícil en la vida cotidiana
distinguir lo que es falso de lo que es cierto, más aún cuando las personas que
hacen las afirmaciones o propuestas ocupan puestos importantes en la sociedad o
el Estado. Esta es una característica significativa de los populistas, pero en
menor medida lo hacen todas o casi todas las orientaciones ideológicas.
Cuando la población de un
país tiene un sistema de creencias contrario a lo que le conviene, un sistema
de creencias ilusorio encarnado progresivamente en los ciudadanos por más de 70
años, es muy difícil para ese país salir de esa situación. Creemos (impulsado
por dirigentes influyentes) que la inflación es mejor que la estabilidad
monetaria. Creemos que es posible sustentar la ilusión monetaria de aumentos
saláriales sin ninguna relación con la productividad por persona ocupada.
Creemos que consumir sin dedicar recursos a la inversión es lo que nos hace
crecer "pues invirtiendo cualquiera crece". Creemos que cerrando la
exportación de un producto nos hace tener precios más bajos en el mercado
interno, aunque después el precio de ese producto explote por falta de oferta
(pasó con la carne). Creemos que se puede financiar el gasto público con
emisión monetaria. Creemos que endeudarse excesivamente en el Estado es bueno y
después aplaudimos el default. Festejamos los créditos y lloramos y negamos las
deudas, sin percibir que son la misma cosa. Con esta lista, aun incompleta, de
creencias bien arraigadas es difícil poder obtener resultados duraderos con la
política correcta, pues la población va a querer volver a estas creencias. En
otras palabras, la población va a volver a decir que la línea de abajo del
diagrama es más larga que la de arriba, aunque no sea verdad. Cada uno puede
agregar o descartar conceptos a la lista de creencias ilusorias que tenemos los
argentinos y se verá que es muy larga y preocupante.
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Lo que es dramático es que
los políticos y demás dirigentes del país (empresarios, profesionales,
intelectuales, periodistas, directivos de ONG) fomenten este tipo de ilusiones
pues eso nos lleva al progresivo retraso relativo respecto de otros países que
se dan cuenta que para progresar no se puede creer en los vidrios de colores.
Es una cuestión moral, no podemos prometer lo que no se va poder lograr, es un
comportamiento reñido con la ética.
Cuanto más realidad
confirmada tengan los dirigentes, mas va a crecer el país en el largo plazo y
mejor será el nivel de vida que gozarán sus habitantes en forma permanente.
Para ello tenemos que estudiar más, prepararnos mejor, ver lo que da resultado
en el largo plazo, comparar con políticas exitosas aplicadas en otros países,
discutir más las ideas para corregirnos mutuamente de las ilusiones. Aún así
habrá errores, pero mucho menos ilusión que si prometemos metas falsas, que no
se pueden cumplir o sostener en el largo plazo. El populismo paga al contado e
hipoteca el futuro. Otro que venga después tendrá que pagar el costo político
de arreglar las cosas. Tenemos que superar ese famoso péndulo argentino.
http://www.lanacion.com.ar/1453926-populismo-creencias-ilusorias-y-nivel-de-vida-sustentable
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