Un Plan Nacional de Desarrollo representa
una visión estratégica de futuro, siendo por tanto una herramienta de gestión
que busca promover el desarrollo social, elevar la calidad de vida de los
ciudadanos y atender las necesidades básicas de la población, en un marco de un
“Estado Solidario y Promotor” (distinto a Paternalista), que tenga como eje
transversal potenciar las capacidades de la gente.
DESARROLLO SOSTENIBLE |
A tenor de lo anterior, asumimos que el
desarrollo económico en democracia debe tener como finalidad angular, la
equidad social en respuesta a su vinculación con la educación, en procura de
promover el pleno desarrollo de la personalidad
(toma de conciencia de su identidad), y la formación del capital humano.
En tal sentido, toda política que se formule en función del desarrollo
económico y social, debe contextualizarse a la luz del desarrollo humano
(enseñanzas, aprendizajes y experiencias) fuerza generadora de la ampliación de
oportunidades, hasta configurar lo que ciertos autores denominan la “trilogía
del bienestar”: (A) Estabilidad política; (B) Crecimiento sustentable y (C)
Políticas sociales propiciadoras de igualdad.
Específicamente, y en lo que atañe a la educación como factor de desarrollo, ha de
destacarse que una política educativa alcanzará su efecto dinamizador de ese
desarrollo, siempre y cuando esté integrada a una política económica perfilada
a la luz de un Plan Nacional de Desarrollo que “descubra” la sociedad que se
quiere construir (modelo social), y donde la educación para el trabajo, la
formación profesional, la formación ocupacional y el acceso de los trabajadores
a la formación continua, sean pilares fundamentales. No admite argumento en
contrario, la afirmación según la cual el nivel educativo del trabajador
(medido por los años de escolaridad) aunado a su experiencia y antigüedad
laboral, le facilita la capacidad para poder valorar y seleccionar entre
variadas oportunidades de empleo de mayor responsabilidad, exigencias y
remuneración en correspondencia positiva con dicho nivel educativo alcanzado.
Coherentemente con el argumento precedente,
asumimos que en mucho la exclusión social y su vitrina más clara: la pobreza,
es consecuencia fundamental del impedimento que presenta esta capa social para
entrar a la modernidad, habida cuenta de sus limitaciones de conocimiento y de
destrezas a la par de sus dificultades económicas que genera importantes
índices de deserción, impidiendo en ambos casos su incorporación a la sociedad
productiva; en el entendido que el progreso social es respuesta al impulso que
deviene del sistema educativo, cuando, entre otros hechos, (a) eleva la
productividad (competencias productivas); (b) mejora la distribución del
ingreso (mayor equidad en la distribución de la renta); (c) multiplica la
movilidad social (la fuerza laboral más educada se mueve horizontal y
verticalmente hacia el mejoramiento de sus condiciones de vida); (d) refuerza
la capacidad de las personas de ayudarse a sí mismas y en conjunto.
MODELO EDUCATIVO |
Debe ser actividad permanente de los
Planificadores (educativos, económicos y del desarrollo) vitalizar y mantener
una interrelación del sistema educativo con el sector productivo, en aras de
alcanzar pertinentes perfiles profesiográficos y ocupacionales, en estricta
armonía con la formación integral del individuo en sociedad (crecer como
persona); facilitando la ruptura plena de la denominada aristocracia de la
inteligencia.
En fin, ese andar exitoso por el sendero
hacia el ansiado desarrollo económico y social de Venezuela, será posible en la
medida que se establezcan claramente los fines de la educación (objetivos
viables), se defina cual tipo de personas
queremos formar, y para cual tipo de sociedad.
Sea oportuna una reflexión complementaria:
a mayor nivel de formación del empresario (educación, valores, actitudes y
experiencia), mayor será la eficiencia,
rendimiento y responsabilidad social de la empresa.
Resulta de Perogrullo resaltar, que la
educación por sí sola no puede solucionar los problemas que afectan la sociedad
desde su perspectiva social, económica y política; aún cuando es innegable que
es una de las variables con mayor influencia sobre el progreso individual y
social. Es así, que el crecimiento
económico se cuantifica como la tasa positiva de variación del Producto
Interno Bruto (PIB), en el entendido que este indicador no considera la
distribución de los beneficios de tal crecimiento; ante dicha realidad,se
desprende, que una participación más equitativa se hace viable mediante la
educación en su papel formador del capital humano (con destacadas habilidades y
capacidades productivas), al facilitar la movilidad social como consecuencia de
una mejor distribución de la renta nacional.
Ha de quedar suficientemente claro, que la
formación de recursos humanos no es específicamente el aumento del número de
trabajadores ajenos al interés de la sociedad u opuestos a las aspiraciones
humanas, sino la diversificación de sus calidades sobre las bases coherentes de
una política y de una planificación que responda a los requerimientos actuales
y futuros de nuestra sociedad, en correspondencia a una elevación de la
capacidad productiva tanto del trabajo como del capital.
Jesús Alexis González
observatorio2012@gmail.com
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