jueves, 22 de marzo de 2012

FERNANDO FACCHIN B: CINISMO Y ÉTICA

     CINISMO: “Descaro en la defensa o práctica de cosas condenables./Impudencia, desvergüenza, procacidad descarada.(...) CINICO: Dícese de la persona que hace o dice las cosas con descaro, sin sentir vergüenza por ello”. "Cinismo político", cultura de la desconfianza, la desafección política y el distanciamiento del sistema político y sus valores fundamentales, desvergonzada burla hacia el pueblo, es una utopía pensar en nuestro país en una esfera pública abierta, plural, participativa y crítica.

   
  El cinismo hoy es usado como un arma política, aunque el cinismo no es una conducta política, es una actitud éticamente reprochable que excede los límites del ejercicio político, el cinismo está reñido con la ética política, el cínico ignora los preceptos morales, se rige por el famoso principio maquiavélico “el fin justifica los medios”. Cuando el cínico se vale de mentiras, difamaciones, hipocresía,  trapacerías jurídicas y de un lenguaje escatológico, se reduce el derecho de los pueblos a simple retórica, a gestos o símbolos vacíos de contenido, ello es una conducta regresiva que trata de perpetuar la opresión en nombre de “ideales libertarios”, el cínico opresor actúa movido por intereses  particulares, no por principios, carece de ética del bienestar colectivo y de la responsabilidad social, subvierte el orden de los valores y la fidelidad a los principios de la colectividad, el cínico no sirve al pueblo a través del poder, por el contrario, se sirve del pueblo a través del poder.

     El cínico y su cofrade palaciega son, en realidad, traidores a la confianza pública, son transgresores del bien colectivo, premian la injusticia y la impunidad, por ello estamos pagado caro el precio del desgobierno,  el pueblo no puede ni debe aceptar la injusticia de los fuertes ni la de los débiles.

    En fundamento pragmático de la ética política constituye la mejor manera de ordenar la sociedad y que somos los ciudadanos que creemos en la libertad y la democracia quienes tenemos la obligación de poner límite al desgobierno; de la sociedad civil depende poner freno al estancamiento económico, a la creciente desigualdad social, a la acumulación de poder y a los bochornosos privilegios del cínico y sus cortesanos, de lo contrario corremos el riesgo de crearnos un hábito que al final derivaría en algo inhumano, aumento de la violación de los derechos fundamentales, pérdida de las expectativas, recordemos que  el cinismo y la falta de ética política constituyen una adaptación regresiva de la sociedad, un retraso autoritario e injusto, producto de la concentración de poder y de la implementación de un orden social rígido y no me cabe duda alguna que el símbolo absolutista del mal llamado “bolivarianismo” es un síntoma de regresión manifestado por el mito del líder providencial.

     La crisis moral, podríamos decir que preanárquica, presenta  dos situaciones para un mismo final, o bien la intervención armada o el golpe socio-económico y financiero, que, en definitiva, es el que generalmente sobrevive a la destrucción de un estado. La crisis moral causada por el modelo bolivariano se manifiesta en la destrucción del aparato productivo, en el desempleo, en la destrucción familiar, en la emergencia sanitaria, en la pérdida de la identidad nacional, en un negro futuro para nuestra juventud quienes no podrán acceder a la educación por crecer en la desnutrición y la miseria, esa crisis moral nos arrastra, irremediablemente, hacia  la cínica posición de “yo o el caos”, lo que no es otra cosa que el paradigma del agotamiento político, hay que recordar que la crisis no encontrará solución en caudillos inexistentes y mucho menos en salvapatrias providenciales, ni siquiera en la “revolución bonita”, el Estado está secuestrado, sus instituciones fundamentales bastardeadas y sometidas al capricho y las ordenes del patrón de turno.

    Debemos abocarnos a la reconstrucción de nuestra élite dirigente rediseñando el régimen político para mejorar la representatividad aumentando el peso de la sociedad civil en la toma de decisiones, el país no puede seguir siendo prisionero  de grupúsculos particulares que además de secuestrar toda la red pública, impiden avanzar en la transformación económica, institucional y social, pareciera una tarea titánica, pero no lo es,  si tomamos en cuenta que somos más y tenemos la fuerza necesaria para sacar al país de la parálisis en que se encuentra, por ello, con una estrategia adecuada dirigida a lo concreto e inmediato, es posible salir de la pesadilla que nos agobia, fuerza y más fuerza en favor del referendo revocatorio. “La mayoría de la gente se avergüenza de la ropa raída y de los muebles destartalados, pero más debía ruborizarse de las ideas nocivas y de las filosofías desgastadas.” Albert Einstein.


fernandofacchin@hotmail.com

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