“…Si es cierto que la humanidad siempre ha
insistido en asesinar a los judíos, entonces el asesinato de judíos es una
actividad normal y humana y el odio a los judíos una reacción que ni siquiera
hace falta justificar” Hannah Arendt
En la novela
de Shakespeare, El Mercader de Venecia, Shylock un prestamista judío,
condiciona el incumplimiento de pago por una deuda, a que un comerciante en
apuros, le entregue media libra de su propia carne. En la Inglaterra del siglo
XVI se acusaba a los judíos de comer carne humana, sacrificar niños cristianos
y envenenar manantiales. La satanización de los judíos no es nada nuevo y ha
servido para expiar culpas, justificar fracasos, polarizar sociedades y como
argumento para desatar guerras. .
El antisemitismo como política de Estado surge en Venezuela con la
llegada al poder del Socialismo del Siglo XXI y se expande peligrosamente por
Latinoamérica. El finado mentor del chavismo Norberto Ceresole, para redondear
su tesis ideológica necesitaba enemigos que cohesionaran masas. En consecuencia
optó por lo que sin dudas resulta más común y fácil de introducir en el mundo
como el antiimperialismo y el chivo expiatorio de todos los tiempos: el
antisemitismo.
Como dijo Jacinto Benavente “más se unen los hombres para
compartir un mismo odio que un mismo amor”. Esto ha quedado patentemente
demostrado con la alianza anti-natura entre el bolivarianismo y el régimen de
los ayatolas iraníes, que ha permitido la penetración en nuestra región de
grupos fundamentalistas radicales que propugnan odio hacia el pueblo judío.
Los gobiernos afectos al socialismo del Siglo XXI están
contribuyendo a que como el cáncer, el antisemitismo crezca silenciosamente,
pero aceleradamente en nuestro hemisferio, sobre todo en los sectores más
vulnerables y atrasados de nuestras sociedades.
La propaganda antisemita, que se esparce a través de la radio,
televisión y páginas digitales en la región, obedece a líneas editoriales muy
bien orquestadas por los gobiernos de los países bajo la influencia chavista y
con asesoramiento de agentes pro-islamitas que pretenden usar muestro
continente como base de operaciones en su guerra contra occidente. El
financiamiento de este entramado conspirativo, que inocula el veneno antisemita
en nuestros pueblos, proviene principalmente del gobierno venezolano, el
gobierno iraní y sus redes de narcotráfico y legitimación de capitales
internacionales.
La comunidad judía no está sola, pero debe permanecer alerta y sin
abstraerse de la lucha que libramos los pueblos libres de América, para la
consolidación de nuestra forma de vida. Los judíos son nuestros hermanos,
pertenecen a nuestra sociedad, no son extranjeros en su propia tierra, además
compartimos los mismos valores y principios democráticos.
La unidad en la protesta contra la intolerancia es vital. Un grito
de libertad antes que los fanáticos antisemitas adeptos al chavismo intenten
robarnos la voz. Parafraseando a Vladimir Maiakovski: No esperemos el día en
que el más frágil de ellos, entre solo en nuestra casa, nos robe la luna, y
conociendo nuestro miedo, nos arranque la voz de la garganta.
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