“No era la hora de pensamiento.
Era la hora de pasión. Tampoco fue la hora de acción. No es acción el simple
braceo convulsivo. Un potro encabritado no realiza marcha alguna. Acción
entraña ritmos complementarios, hacia un orden final. No era un fenómeno vital;
era un fenómeno patológico de regresión y no un signo de aptitud para vivir. El
compromiso de 1830 es un estatuto nuevo puesto al servicio de una organización
vieja. Cuando no hay ni coetaneidad ni sinceridad entre el medio de acción y el
pensamiento, la resultante es la pasión. El pensamiento era viejo; ya no era un
pensamiento, era una premeditación; el año 48 sería un remordimiento.
Dos antípodas filosóficas estaban en presencia: la idea
de Caudillo y el caudillo de ideas. En éste el nombre es lo de menos; se
disuelve en la idea; es la encarnación de ella, no exterioriza valor, no
alardea, no personaliza el mito de la hazaña; 1834 no es aun la hora en que
Vargas arrastre multitudes, las ama y las esquiva, porque quiere salvarlas de
la idolatría; es apóstol, no caudillo, en el sentido personal; no encarna la
voluntad del dominio sino la voluntad de perfección.
La otra idea, la idea de Caudillo, se encarna en Páez,
pero no es él quien la tremola; es una derivación natural de su mérito, de su
valor, de sus heroicos trabajos; no puede enrostrársele el delito de ser
famoso, de ser magnificado, de ser idolatrado.
Quiere mandar y su derecho está escrito en los campos del sacrificio; es la bandera. Pero su abanderado es la forma civil de la voluntad de dominio.
Quiere mandar y su derecho está escrito en los campos del sacrificio; es la bandera. Pero su abanderado es la forma civil de la voluntad de dominio.
Armados solamente de la Enciclopedia, los oligarcas no
habrían podido hacer nada. El pueblo ya quería reivindicaciones: las sabía
posibles creía ya en las posibilidades populares; Páez era su ejemplo; si él
había ascendido, también ellos podrían ascender. Si Páez hubiera comprendido
esto, su gloria habría sido igual a la de Bolívar.
Sólo los hombres de talento lo sabían, y supieron
utilizarlo. Sin Páez, ellos no tendrían pueblo. El pueblo desconfiaba de ellos;
eran ellos los que pagaban con fichas o
escapularios; ellos eran los godos; si por ellos hubiera sido, con España se
habría quedado siempre el pueblo. El pueblo amó la Independencia en Boves, en
Páez, surgidos de la nada, en Bolívar, que supo consustanciárseles, gritando:
“españoles o criollos” y dormir con ellos en las siestas calientes y en las
noches del páramo. Los oligarcas sabían todo eso; porque ellos eran la única
conciencia compacta.
La voluntad de dominio no venía de 1828, ni aun de toda
la guerra, venía de la hora en que la Conquista se convirtió en un mero sistema
de aprovisionamiento al servicio de una Hegemonía europea, desde que la Conquista
perdió su sentido filosófico de mundo nuevo. Cierto es que la guerra creó una
casta militar que quiso para ella todas las ventajas de la Epopeya. Cierto es
también que el cambio de frente en la política de Bolívar en 1828, inspirado
ciertamente en el anhelo de salvar la idea de conjunto y prevenir a Colombia
del caos, fue un error funesto, de resultados contraproducentes, que avivó los
rencores regionales a la vez que separaba. En Bolívar, la política tenía una
entraña de candor platónico. El concepto del Poder Moral, la idea del senado
hereditario, revelan una fe solo encontrada en el campo de la abstracción. Pero
esto es una prueba de que la voluntad de dominio de su sentido despiadado
estaba lejos de su intención; su errónea actitud fue respaldada por la
“necesidad” de dominio, pero supeditada ésta a la sincera voluntad de
perfección.
En cambio, la trayectoria de la voluntad de dominio
estaba viva en los herederos del señorío colonial. Ellos estaban utilizando los
elementos de la revolución burguesa de Francia; esa Revolución burguesa se
produjo contra el sistema de vida feudal; pues bien, ellos, con las armas de la
Revolución burguesa, estaban produciendo una pre-revolución que no iba a
producir una burguesía sino, por el contrario, un régimen feudal.”
hsanchezbr@hotmail.com
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