martes, 14 de febrero de 2012

ENRIQUE PEREIRA: DOS DÍAS DESPUÉS DE HABERLE GRITADO.

Un vapor positivo recorría a Venezuela horas antes del domingo pasado. Las redes sociales, los teléfonos y el boca a boca anunciaban de una participación masiva en las elecciones primarias. Un fervor casi religioso se sentía en la juventud y ese mismo sábado adivinaba  que  Venezuela se dirigía hacia un cambio. Un interés colectivo por el voto colocaba aparte los temas más fatuos de fin de semana. Las parrillas y la playita no estaban en la lista.
No estaba equivocado. No les tengo que contar el resultado.
El Valle, Coche, Los Chaguaramos, Montalbán y Petare no son precisamente unas zonas llenas de oligarcas imperialistas. Ahora con calma, tendremos la oportunidad de analizar la estadística electoral, para encontrar con toda seguridad, que no solo los ricos hacían cola para votar.
El mensaje ponderado de triunfo, rodeado de los candidatos perdedores, nos deja un poderoso mensaje acerca de lo que logró la unidad electoral. Aquí hay ahora un sólo camino y parece conducir a Miraflores. Muy pocos voceros del régimen se han atrevido a hablar. Los que lo hicieron no quedaron bien en la fotografía. Diosdado Cabello, el segundo hombre de la revolución, habló de fraude matemático. Lo hizo con ligereza sin que la calculadora multiplicara y dividiera. Todavía se están mirando las caras en el gobierno tratando de entender lo que pasó. Vargas Llosa escribía el sábado pasado que Venezuela podría tener su primavera.
Esteban no tardará en proferir una tonelada de insultos, pues la descalificación es una de las pocas herramientas que le va quedando. Al tiempo que eso sucede, Henrique continúa con un lenguaje conciliador pero firme, esbozándonos un país de armonía, de orden, de progreso y de paz.
No nos engañemos. Esteban sigue allí, lleno de recursos, poder y una base dura de electores que no parece entender que recibe una dosis de mentiras revolucionarias. Un pueblo que no ha perdido la esperanza de recibir una casa  y una nevera a cambio de su adhesión al pensamiento rojo. Esa base dura seguirá allí en octubre y cada individuo de esta sociedad, que vislumbró la esperanza de cambio, debe comenzar desde ya a trabajar por ese cambio. Busque un lugar, una tarea y un mandato, que contribuya a lograr que ese día coronemos nuestra esperanza de acabar con esta forma de gobernar que está destruyendo al país. Cada voto contará ese día, cada hora de trabajo servirá para apuntalar lo que se ve como una marejada social, con características únicas.
Las sociedades experimentan cambios y transformaciones que no son fáciles de explicar. En ocasiones se va del blanco al negro sin pasar por los tonos de gris. Baste ver lo que sucedió en Libia, Egipto y lo que ahora sucede en Siria. Hombres y mujeres que parecían doblegados por gobiernos tiránicos levantaron su voz.
Aquí nos salió un grito de la garganta este pasado fin de semana. Venezuela no se rinde.
@pereiralibre
vienegrande@yahoo

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