domingo, 19 de febrero de 2012

ELIDES J. ROJAS L: LAS MIL CARAS DEL PRÓCER (SOBRE LA MARCHA)

Tiempo de disfraces, de rumba y de que las cosas parezcan lo que no son. Es Carnaval. Asueto y descanso para una parte. Asueto y mucho cansancio para otra. Asueto y, lamentablemente, tragedia para muchos. Pero, para el común de los venezolanos, que es la gran mayoría e incluso para la que actualmente ya no lo es, la fiesta de Baco dura todo el año. Es más, arrancó en 1992, pasó por el 98 y arrancó el nuevo siglo en un solo traje de negrita.

Esta revolución no es una revolución. Es un disfraz de revolución. Es la caricatura de lo que bien pudo ser un gran vuelco para el país, pero micomadantepresidente la convirtió en una rochela llena de militares, cubanos y hasta chinos por todas partes. La volvió una robadera que ni siquiera Al capone hubiera imaginado que este atraco pudiera ser posible alguna vez. La volvió esta coba gigantesca que entre cadena y cadena, es el único instrumento que encontró para también hacernos creer que trabaja. Sí, el país vive diariamente un Carnaval, pero no como el de Río o el de Venecia. No este es un carnaval realmente tercermundista y parroquial y, especialmente, diseñado y ejecutado por estafadores.

Los hay de todos los tipos. Militares disfrazados de estadistas. Narcotraficantes disfrazados de militares. Secuestradores disfrazados de policías. Dirigentes sindicales que engañan a sus representados. Educadores que adoctrinan. Poderes públicos arrodillados al amo. Tribunales ajusticiadores de adversarios. Sí. Es un Carnaval gigante. Por eso estos días no son tan diferentes como el resto del año. De hecho, hay criminales disfrazados de revolucionarios y guerrilleros con traje de ángel con arandela en la cabeza y todo. Los ofrecedores y prometedores son otra variable importante de este Carnaval cívico-militar. Es una fiesta populista larga y tendida que intenta convencer a la gente de que está compuesta por lo más granado de la política venezolana y mundial, cuando en realidad no le llegan ni de cerca de ninguno de los mandatarios de las otras naciones de la región. Hasta Evo y Correa tuvieron mejores resultados en inflación, solo por decir algo y simplemente le siguen el juego a micomandante y le sacan lo que pueden. Otro disfraz. Se uniforman de integración y alianzas, cuando en realidad no son más que una cuerdita de vividores. Hasta ahora ese disfraz les ha resultado.

Pero sin lugar a dudas, el mejor disfraz no es de negrita ni de Batman. Es el de micomandantepresidente. Una fantasía digna del Sambódromo. Nos dice que es el presidente de Venezuela. En realidad es músico, cantante, bailarín, locutor, presentador de televisión, pelotero, futbolista, cocinero, médico, jinete, coleador, navegante, soldado, paracaidista, constructor de gasoductos, ingeniero, conductor de todoterreno, chofer de autobús, operador de perforadoras, piloto de metro, yerbatero, brujo, obrero de la construcción, guerrillero, actor de teatro, maraquero, rapero, cómico, comediante, buscapleitos, boxeador, criador de gallos, cubano, chino, ganadero, joropero.

No olvidar que efectivamente sí es presidente, pero de una minoría de venezolanos. A la mayoría no la quiere ver ni en pintura. La odia. La llama majunches.

Carnaval socialista, pues.

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