Lo que sigue es el
resumen del más prolongado largometraje político de la modernidad reciente en
Suramérica. La historia se desarrolla en
las postrimerías de la Tercera Edad del Petróleo en la República de Venezuela,
un lugar auténtico poblado por hombres demócratas y otras razas antropomorfas
como los chavistas, los comunistas o los conchupantes, así como por muchas
otras criaturas reales y fantásticas. El prolongadísimo largometraje (lleva 13
años de exposición mediática) narra el accidentado viaje de los habitantes
demócratas de un ex país conocido anteriormente como Venezuela, ahora liderado
por un joven y decidido demócrata, para destruir el Anillo Único y la
consiguiente guerra comunista que provocarán las hordas antropomorfas para
recuperarlo, ya que es la principal fuente de poder de su creador, el Señor
oscuro Hugón, también conocido como El Señor de los Insultos.
Sí bien El Señor de los
Insultos fue concebida inicialmente como una continuación de la saga social La
Democracia, argumentalmente lo es de otros dos filmes anteriores: Mein Kampf,
película de horror que relata los acontecimientos de los Días Antiguos y en la
que se construye toda la trama del El Holocastum que creó A. Hitler, y The
Covenant, monumental obra cinematográfica de James A Michener, recreada en el
asombroso paisaje de África del Sur, que relata
las desventuras de los san, una tribu de gentes menudas y piel oscura
que se enfrentaron con los europeos holandeses asentados en el Cabo de Buena
Esperanza, enfrentamiento que luego daría paso The apartheid, el único aspecto
argumental que une a este filme con El Señor de los Insultos.
Para asimilar la significación
política y social de The Lord of the Insults el lector debe conocer el ciclo de
las Edades del Petróleo, ciclo que en cierto modo justifica el filme, pero
sobre otras consideraciones lo ubica dentro de un contexto sociopolítico real. La Primera Edad del
Petróleo es la edad de las exploraciones, saga fundacional que culmina con el
capítulo de Las Reliquias de La Petrolia del Táchira, mientras que la Segunda
Edad del Petróleo es la del ascenso de los númenors de Wall Street y su
posterior caída, pero también es la de la construcción de una cultura netamente
humana (con sus limitaciones) en una tierra permanentemente amenazada por el
mal de Däs Kapital. Por eso, en la Tercera Edad del Petróleo, esa cultura se va
adueñando de la Tierra Media y la transforma en un lugar donde, una vez vencido
el mal, los hombres encuentran su verdadera dimensión.
El Señor de los
Insultos es una cruda y terrible metáfora que implica la culminación de un
largo proceso que da origen a la democracia actual en este ex país, el mismo
que hace 13 años fuera conocido como República de Venezuela. Una metáfora con
toda su carga mítica pero también histórica: La creación de la democracia
durante 40 años; la implantación del mal como modelo de dominación absoluto y
su continuidad a través de las edades; luego relata la lucha de los políticos y
su alianza con los ciudadanos por conservar La Tierra Media, la derrota del
primer Señor oscuro y el posterior surgimiento de Hugón con el ascenso y caída
de los númenors de Wall Street. También relata la construcción de los Anillos
de Poder G2, la instalación de los reinos socialistas en la Tierra Media y,
finalmente, la derrota del Señor oscuro Hugón.
Esta colosal historia
está plasmada en The Lord of the Insults, dramático filme realizado en formato
de realty-show en un contexto que sustenta la épica de un proceso
histórico-mítico que es nodal y significativo porque en la obra se aprecia cómo
aparece el Anillo Único entre los demócratas venezolanos: como una inocente
historia para incautos, aunque fundada en el legendarium, la mítica leyenda
según la cual sólo los soldados legionarios poseían la fuerza y el conocimiento
para actuar con pureza administrativa, un
mito que se convierte en el elemento desencadenante del fin de la
Tercera Edad del Petróleo. Si bien se concibió The Lord of the Insults como una
sola historia, el filme ha sido dividido en tres partes, por motivos
históricos: La Comunidad del Orco de las tres raíces, El retorno de la Sombra,
y El Señor de los Insultos.
Quienes se sientan
tentados por recrear en sus países esta apasionante aunque cruelísima saga,
solo deben solicitar se les redacte la novela y la adaptación cinematográficas
al productor general y único poseedor de las licencias de comercialización y la
patente de propiedad intelectual: Fidel Castro Ruz.
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