lunes, 23 de enero de 2012

FAUSTO MASÓ: 67%


 María Corina desbarató el discurso, acabó con las sonrisitas y mostró el lado flaco de Chávez que no soporta que lo critiquen, dictó una pauta para la próxima campaña. A pesar de lo que diga, el Presidente no acepta ningún debate público, sus seguidores lloran cuando le llevan la contraria

El viernes antepasado el Presidente le sonrió al país, el lunes siguiente volvió a su política de amedrentar. En esa oscilación entre ser amable o abiertamente amenazante Chávez lleva 13 años; todavía algunos se asustan cuando saca el pecho y marcha rodeado de generales. ¿Alguien oyó completo el discurso? Este cronista lo intentó, pero no pudo.

Dice que la seguridad es problema de todos, pide a sus ministros reunirse con los presidentes de las cámaras empresariales. Lo primero le sirve para distribuir culpas, no ser el gran responsable de la matanza semanal. Con lo segundo quiere ocultar la escasez de aceite, café, azúcar... Los dólares no alcanzan, o importan tan chapuceramente los boliburgueses que quiere reanimar la producción endógena y el empleo; algo semejante, salvando las enormes distancias, a la NEP de Lenin, cuando los soviéticos permitieron un poco de capitalismo.

María Corina desbarató el discurso, acabó con las sonrisitas y mostró el lado flaco de Chávez que no soporta que lo critiquen, dictó una pauta para la próxima campaña. A pesar de lo que diga, el Presidente no acepta ningún debate público, sus seguidores lloran cuando le llevan la contraria.

Chávez nos convenció de que no se encontraba al borde de la muerte. Recientemente, una reina de belleza venezolana que parecía curada, falleció.

Con una enfermedad como el cáncer no hay pronósticos exactos, pero de que vuelan, vuelan.

Chávez utilizó textos de Jorge Olavarría y Tarre Murzi para criticar los gobiernos de la democracia, ambos describían la corrupción del pasado. Se sentía sobrado, suponía que frente a cualquier pregunta aprovecharía su inmensa ventaja de tomar todo el tiempo que quisiera para responder. Todo le salió bien hasta que todo le salió mal, por culpa de María Corina. Había dicho frases bien fuertes contra el gobernador del Zulia, nunca hubiera permitido que lo tratasen igual.

Esta semana calificó a la oposición de antipatria, ¿cómo entregarles el poder, aunque ganen las elecciones, a los enemigos de Venezuela? El viernes del discurso Chávez insistió en que reconocería su derrota electoral.

Una nueva oposición saldrá de las primarias, más de los dos tercios de los que botarán el 12 de febrero, según una encuesta de Datanálisis, pertenecen a las clases D y E, donde están los votantes de Chávez.

Lo que afecta, emociona, exalta, preocupa, al electorado ABC, lo que le quita el sueño a la plaza Altamira, no es el tema de la campaña, a pesar de que a algunos les moleste recordar con insistencia esta verdad como un templo, el futuro está en el oeste, no en el este.

Chávez ha lanzado una ofensiva para opacar las primarias, la oposición no ha roto su unidad, como lo anunciaba el Gobierno. Algo está claro: el chavismo perderá numerosas gobernaciones y alcaldías.

En unos días se comprobará la capacidad, o la incapacidad, de algunos partidos para mover a su militancia a favor de un candidato que no sea de sus filas, se verá si todavía hay maquinarias en el país y si ciertos apoyos restan más que suman en una elección presidencial.

Los precandidatos han ensayado varios temas de campaña, al votar los electores demostrarán cuál es el camino a seguir frente a Chávez, si quieren un cambio radical o progresar.

Chávez asusta a los venezolanos con una vuelta al pasado, un nuevo gobierno que le quitase a la gente las misiones, las supuestas dádivas.

Los intelectuales y los políticos se burlaban del lenguaje estrafalario de Rómulo Betancourt dirigido al pueblo, a ese 67%. Por ahí va la cosa.

Fausto.maso@gmail.com

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