lunes, 23 de enero de 2012

CÉSAR AUGUSTO MONTOYA: EL LIBERALISMO. CONCEPCIÓN FILOSÓFICA

John Gray sostiene que el liberalismo constituye un proceso cultural acumulativo en el que las diferentes fases de la evolución del pensamiento occidental van dejando su huella, siendo considerado por algunos autores como la teoría política de la modernidad.
Como elemento primigenio para tratar de abordar lo que en el desarrollo del presente trabajo constituye una proyección general de la doctrina política conocida como LIBERALISMO, debemos efectuar una distinción – si se quiere – semántica, con referencia a lo que en ideología política significa ese término.
La primera de las acepciones que tradicionalmente se le ha dado a dicha expresión, es aquella que la relaciona con la filosofía política defensora a ultranza de la libertad, del desarrollo intelectual y de la libertad de pensamiento. Así las cosas, bajo esta concepción ha de entenderse que el liberalismo como tal significa avance, renovación, progreso.
La segunda de las acepciones que ha tenido el LIBERALISMO es aquella que la refiere a los inicios del industrialismo maquinista el cual tuvo su origen en el siglo XVIII, aplicándose la teoría del laissez faire inspirada en la ideas deslumbrantes para aquella época del famoso pensador inglés Adam Smith.
El ideólogo inglés A. Smith, (1723-1790), en su trabajo Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones (1776), afirma que la economía está regida por unas leyes inmutables que poseen mecanismos propios de autorregulación. De tal suerte – prosigue A. Smith – la misión de los economistas es descubrir esas leyes y eliminar los obstáculos que impidan su puesta en práctica social. Esto es, dejar la máxima libertad a los individuos que buscan enriquecerse supone conseguir una producción óptima al menor coste posible, así como la armonía social. De ahí el que los poderes públicos intervengan en el plano económico sea un error gravísimo, salvo en los aspectos que atañen al bien común de la sociedad. (Ver: Amartya Sen, Sobre ética y economía. Alianza. Madrid. 1989).
Ese liberalismo primario operó bajo una óptica ideológica muy clara que consistía en elevar el culto al individualismo en franca oposición a la; o, a las corrientes de corte colectivista.
El escritor George H. Sabine, en su obra Historia de la teoría política FCE., 5ª reimp., 1972, nos explica su criterio personal sobre lo que significa el LIBERALISMO, y dice lo siguiente:
[…] Puede tomarse el liberalismo, con amplia justificación histórica, como la culminación contemporánea de toda la tradición política occidental. En este lato sentido, liberalismo sería igual en su significado, a lo que en el uso político popular se llama generalmente “democracia”.
Algunos politólogos estudiosos del liberalismo sostienen que dicha doctrina conforma una mentalidad que ha llegado a ser la doctrina política principal de la civilización occidental; y con mayor causa después de los acontecimientos históricos que tuvieron lugar en 1989. (Ver: Laski H.J., El liberalismo europeo, FCE. México 1969).
Por su parte John Gray sostiene que el liberalismo constituye un proceso cultural acumulativo en el que las diferentes fases de la evolución del pensamiento occidental van dejando su huella, siendo considerado por algunos autores como la teoría política de la modernidad. (Ver su obra: Liberalismo. Alianza. Madrid. 1994)
En la Enciclopedia del Pensamiento Político, bajo la dirección de D. Miller, encontramos que las características particulares de el liberalismo sobre las cuales se han construido tanto sus variedades posteriores como sus desviaciones radicales y conservadores son: la ausencia en la naturaleza de una guía moral positiva, la prioridad de la libertad sobre la autoridad, la secularización de la política y la promoción de constituciones y principios de derecho que establezcan los límites de gobierno y determinen los derechos de los ciudadanos frente a éste.
Resulta importante destacar que las primeras ideas liberales surgen prácticamente a finales de la Edad Media y aparecen en franca oposición a las llamadas trabas feudales. Esa oposición tiene su explicación porque la sociedad feudal era estamental, corporativista, anti individualista, teocéntrica, hiper religiosa, estática y pesimista. Contra todo ellos se presentará el liberalismo y se enfrentará a la última etapa del feudalismo; esto es las sociedades del Antiguo Régimen dirigidas por monarquías absolutas.
Surgen cambios esenciales en la manera de pensar y particularmente en el comportamiento de las personas y de aquellas corporaciones que con el advenimiento de la máquina de vapor y el incremento del desarrollo industrial va creciendo en Europa. Esto es, que la clásica forma de ver las cosas por parte de los católicos quienes para la época consideraban a la pobreza como una virtud y al rico como un egoísta pecador se pasa gracias a la Reforma protestante a tener una visión distinta. Por ello, John Gray, propone que las libertades básicas se conciban como la armazón de las condiciones necesarias para la acción autónoma. Un hombre libre –dice Gray – es aquel que posee los derechos y privilegios para pensar y actuar autónomamente, para regirse a sí mismo y no ser gobernado por otro (Ver: John Gray: Liberalismo, op. Cit. P.97).
Ahora bien, los cambios sustanciales que ha dado el hombre como el mundo que le rodea, desde la caída del Muro de Berlín, incluyendo obviamente la llegada del hombre a la Luna, y toda una serie de acontecimientos, descubrimientos y adelantos logrados por la mente humana, y que hoy en día conforman toda una base sustancial que nos permite prever que la humanidad – si preserva su entorno natural – y se organiza para vivir en paz y libertad, tomando igualmente en consideración el consecuente derrumbe del socialismo rojo marxista que humilló, asesinó y esclavizó en nombre de una mal llamada revolución popular a millones de seres humanos en lo que fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas desde 1917, nos permiten pensar que los pueblos; particularmente aquellos que habitan los llamados países del Tercer Mundo o países en vías de desarrollo, tendrán que reconocer que todas las llamadas revoluciones de corte socialista ocurridas y conocidas hasta ahora; particularmente en el Siglo XX, lo que han traído a los pueblos es: miseria, división, dependencia y atraso, entre otros males.
Frente a ese panorama desolador, parece que hay una nueva ola doctrinaria que está llevando a muchos pueblos a recapacitar y abandonar la idea de que las izquierdas son buenas, pues los fracasos permanentes que vienen cometiendo en todos los órdenes son evidentes. En tales circunstancias, hoy en día observamos cómo el actual Presidente de Francia se identificó en su campaña electoral como DERECHISTA y triunfó por una significativa mayoría. Amén de estar demostrando su liderazgo en Europa. De igual forma, el Alcalde de la ciudad de Buenos Aires en la República de Argentina también se identificó plena y claramente como DERECHISTA y ganó de manera abrumadora las elecciones ocurridas recientemente en dicha ciudad. Otto Pérez Molina, derechista ganó recientemente las elecciones presidenciales en Guatemala y tomó posesión del cargo el 14 de enero de 2.012. Esto sin olvidar al actual Presidente de Chile. Sin embargo, cabe notar que durante los gobiernos Chilenos previos izquierdistas, nadie osó convocar a marchas para protestar por: mejores presupuestos, elevación de salarios, reforma constitucional, etc., etc.… ¿acaso esos problemas no existían, y aparecieron al día siguiente de tomar el poder un DERECHISTA?... Por favor, no crean los izquierdistas que el mundo está lleno de protozoarios…
Por el contrario resulta irrefutable el desastre al cual han llevado gobiernos de izquierda a muchos países, incluyendo europeos, como lo es el caso de: Grecia, Portugal y España. Las izquierdas son buenas para hacer campañas políticas – porque ofrecen de todo, incluyendo puentes en lugares donde no hay ríos – pero al llegar al poder cometen el enorme desacierto de entramparse en el populismo; despilfarran el dinero a diestra y siniestra a fin de mantener y conquistar adeptos. Atacan la propiedad privada; invaden y secuestran todo aquello que les dé popularidad, sin enterarse que con ello están postrando la economía, pues desaparecen las fuentes seguras de ocupación; esas mismas que generan riqueza; tratan de crear un monolítico procurando que las distintas ramas del poder público del estado queden sujetas a los mandatos del Ejecutivo; colocan al frente de la alta gerencia gubernamental a aquellos personajes que más se han destacado por su participación en la campaña política con la cual se alcanzó el triunfo electoral, pero sin darse cuenta que esos personajes – posiblemente – para lo único que sirven es para montar “saraos”.
En fin, cuando las arcas propias están vacías, entonces corren a las potencias que les interesan en búsqueda de préstamos a objeto de repartir el dinero sin control alguno entre las masas populares, pues consideran que lo que ellas necesitan y claman es pan y circo…
El final, todos lo conocemos, cuando el mismo pueblo que los llevó al poder los desaloja del mismo por ineptos, y ladrones, entonces, son las Derechas las que tienen que comenzar a poner orden en la casa y a tratar de enmendar toda la serie de locuras y de desafueros que ocurrieron durante esos mandatos izquierdistas (posiblemente lo que ahora ocurra en España después de la espectacular derrota sufrida por los socialistas españoles) De paso sea dicho, todos los líderes izquierdistas hablan de revolución; de igualdad; de humildes, de pobres, etc., pero se cuidan de vivir en zonas privilegiadas; sus hijos no van estudiar en escuelas públicas; nadie los ve frecuentando taguaras o ventorrillos; por el contrario frecuentan con espectacular cotidianidad los mejores restaurantes y bares; y obviamente, consumen las bebidas embriagantes más costosas y los platos más sofisticados. Eso sí, son tan vulgares que no les da vergüenza llevar el uniforme. Cuando pueden viajan de incógnitos y se proveen vestimentas, perfumes y útiles personales en la cuna del capitalismo (New York, Londres, París o Berlín, entre otras ciudades) pero al regresar a sus lugares de origen comienzan nuevamente con su trepidante discurso contra las oligarquías; contra el capitalismo; contra los vende patrias…
Ello nos lleva a pensar, que frente al lenguaje SOCIALISTA, demasiado trillado por cierto, y con resultados fatales para la economía de los pueblos, emerge quizá con un frescor cautivante lo que podríamos denominar LIBERALISMO, O LA DERECHA HUMANISTA DEL SIGLO XXI, cuyos postulados podríamos resumir de la manera siguiente:
Construir países, donde el ESTADO deje de ser empresario (pues hasta ahora lo ha sido, con resultados catastróficos) y permitir que la iniciativa privada maneje la economía, pero sometida esa actividad a evitar los monopolios y a tomar las medidas que sean necesarias para mantener y preservar el BIEN COMÚN.
Países en donde el gobierno de turno sepa y entienda que el INDIVIDUO (Persona Humana), no está al servicio del ESTADO, sino que es éste último el que está al servicio del HOMBRE. Estados, donde la libertad de expresión y de información sean intocables por parte de los entes gubernamentales y la censura la ejerza el ciudadano de manera particular. Países donde la propiedad y el capital no estén concentrados ni en cien familias, pero tampoco en un Estado socialista centralista omnipotente, sino que la prioridad esté focalizada en que TODOS los ciudadanos pasen de ser simples usuarios a ser propietarios de los bienes tanto muebles como inmuebles que requieran para llevar una vida decente y humana.
Esto es, donde se respete la PROPIEDAD PRIVADA, honrada y legalmente adquirida. Gobiernos, donde sean extirpados tanto el capitalismo salvaje explotador del hombre por el hombre, como los regímenes socialistas desconocedores de los más elementales derechos inherentes a la persona humana. Naciones donde haya una justa y auténtica distribución de la riqueza que sirva para lograr un auténtico equilibrio social y económico. Países donde quienes adquieren grandes beneficios apreciables en dinero no sólo se conformen con pagar las cargas fiscales que les impone el Estado, sin que además, sean promotores, creadores y soportes directos de fundaciones y asociaciones dedicadas a proteger a los más débiles: niños, enfermos y ancianos.
Países donde la pirámide de gobierno en las universidades oficiales sea conformada única y exclusivamente por la voluntad libremente expresada en las urnas, mediante votación universal y secreta, por los ESTUDIANTES, sin que el régimen de turno pueda intervenir en la elección de sus autoridades, ya sea ellas estudiantiles, administrativas o académicas.
Naciones, donde las autoridades dediquen su energía, pero de manera permanente, a cubrir sólo – como inicio - los siguientes objetivos prioritarios:
a) Seguridad de los ciudadanos (orden público).
b) Seguridad y defensa de la República.
c) Administración de Justicia designando jueces probos pero altamente calificados desde el punto de vista intelectual.
d) Mantenimiento y desarrollo progresivo de la infra estructura del país: escuelas, liceos, tecnológicos, universidades, con maestros y profesores altamente calificados. Hospitales, medicaturas, dotados del elemento humano competente y de los insumos necesarios para llevar a cabo una política de salud no sólo preventiva sino curativa de avanzada. Construir vías de penetración, acueductos, etc.,) con lo cual se provea a la ciudadanía en general de los medios necesarios para alcanzar su propio desarrollo. Apuntalar una auténtica SEGURIDAD SOCIAL.
e) Absoluta y total independencia de las altas ramas del poder público del Estado.
f) Limitar el mandato presidencial a cinco (5) años sin posibilidad de reelección.
g) Sistema bicameral (diputados y senadores) limitando tal mandato a dos (2) períodos, para que así todos tengan la oportunidad de ejercer el poder.
h) Eliminar, como en el caso particular de Venezuela, el artículo 330 de la Constitución, a fin de que los uniformados regresen a sus cuarteles y cumplan su misión primigenia. Despojarlos del derecho al voto, pues ellos no pueden pertenecer a ningún partido o grupo de electores; ellos pertenecen y deben ser el alma de la patria.
i) Un régimen político en el cual, para que no se pueda abusar del poder, el poder detenga al poder…
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Interesante resulta analizar la obra de Isaiah Berlin, eminente filósofo liberal. El centenario de su nacimiento, viene por cierto de conmemorarse, particularmente en Europa y Estados Unidos de Norte América. Este personaje nació en Riga, Letonia, hijo de un comerciante en maderas emigrado a Inglaterra, el que era descendiente putativo de quien fue la cabeza "de una de las sectas más importantes de judíos hasídicos de Europa oriental, conocidos con el nombre de lubabich [...]" (Ignatieff, 1999: 27). Fue el primer judío en ser elegido para recibir una beca en el All Souls College de Oxford. Entre 1957 y 1967 fue Chichele Professor de Teoría Social y Política en la Universidad de Oxford. En 1967 ayudó a fundar el Wolfson College de Oxford, y se convirtió en su primer presidente. Recibió el título de Knight Bachelor en 1957 y la Orden de Mérito en 1971. Fue presidente de la Academia Británica entre 1974 y 1978. Recibió también el Premio Jerusalén en 1979 por sus escritos sobre la libertad individual en la sociedad.
La obra de Berlin fue vasta pero dispersa, debido a que en su mayoría consiste en artículos y recensiones en revistas especializadas. Solo dos de las ahora numerosas recopilaciones de sus trabajos fueron editadas directamente por él: Four Essays on Liberty (1969) y Vico and Herder (1976). Su más famoso artículo, la conferencia inaugural como Chichele Professor de 1958, intitulada "Two concepts of liberty", ha sido de enorme influencia tanto en la teoría política contemporánea como en la teoría liberal. En dicho artículo presenta la ya famosa distinción entre libertad positiva y libertad negativa.
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“… Fines permanentes de la tiranía:

PRIMERO: el abatimiento moral de los súbditos, porque las almas envilecidas no piensan nunca en conspirar.
SEGUNDO: crear desconfianza de unos ciudadanos respecto de los otros, porque no se puede derrocar la tiranía mientras los ciudadanos no estén bastante unidos para poder concertarse.
TERCERO: extenuar y empobrecer a los súbditos, porque no se emprende ninguna cosa posible, y por consiguiente el derrocar a la tiranía, cuando no hay medios de hacerla.
En suma: producir la desconfianza entre los ciudadanos; debilitarles y degradarlos moralmente. Tal es el primer método de conservación para las tiranías”.
Tomado del Capítulo VIII, de la Obra “LA POLÍTICA”, escrita por el filósofo griego Aristóteles, quien falleció en el año 322 antes de Jesucristo…
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