miércoles, 6 de julio de 2011

TRIBUNA LIBERTARIA. COMPENDIO OPINÁTICO. RAUL AMIEL. 06/07/2011 ESCRIBEN LOS PATRIOTAS DEL 05 DE JULIO DE 1811, RAUL AMIEL Y UNA OPINION DE ENRIQUE FERNÁNDEZ GARCÍA

  
LXVII ASAMBLEA ANUAL DE FEDECAMARAS
7, 8 y 9 de Julio de 2011
Hotel Hesperia Isla Margarita
Edo. Nueva esparta
"La Empresa Privada en Democracia es Bienestar Social"

"La gente que esta tratando de hacer este mundo peor no toman ni un día libre, ¿como podría tomarlo yo?" Bob Marley

1.     RAUL AMIEL: LA RUTA BICENTENERIA
2.     LOS PATRIOTAS DEL 05 DE JULIO DE 1811: ACTA DE LA INDEPENDENCIA
3.     ENRIQUE FERNÁNDEZ GARCÍA: LA TIRANÍA MAYORITARIA

La Fuerza de la esperanza se mueve. Esfuérzate, anímate y trabaja. Por la restauación moral de la República, ¡a la carga!. Solo faltan 553 días, cuenta regresiva inexorable. Artículo 231. Constitución de 1999. El nuevo Presidente tomará posesión el 10/01 del primer año de su período constitucional.- @raulamiel

RAUL AMIEL: LA RUTA BICENTENARIA.

Estamos obligados a educar a nuestras familias en el amor a la patria, en la necesidad de progresar y vivir en paz y con un clima de solidaridad y respeto. Para nosotros es satisfactorio que en medio  del espíritu civilista que caracterizó el nacimiento de la República de Venezuela, podamos ratificar ese compromiso de Libertad. Con el despertar de la República se estableció como derecho fundamental el de la propiedad, un derecho que cumple también 200 años en nuestro país y que no nos pueden quitar por la vía de la arbitrariedad y del odio. Hay que recuperar la confianza y la inversión, abriendo caminos al bienestar. Próximos estamos del momento para que los venezolanos tengamos la oportunidad de elegir un nuevo Presidente de la República, que cumpla el compromiso de respetar los principios y derechos naturales del pueblo venezolano. Un Contrato Social para la Prosperidad Democrática es de menester ineludible.

Acta Solemne de la Independencia
En el nombre de Dios Todopoderoso
5 de julio de 1811

Nosotros, los representantes de las Provincias Unidas de Caracas, Cumaná, Barinas, Margarita, Barcelona, Mérida y Trujillo, que forman la Confederación Americana de Venezuela en el continente meridional, reunidos en Congreso, y considerando la plena y absoluta posesión de nuestros derechos, que recobramos justa y legítimamente desde el 19 de abril de 1810, en consecuencia de la jornada de Bayona y la ocupación del trono español por la conquista y sucesión de otra nueva dinastía constituida sin nuestro consentimiento, queremos, antes de usar de los derechos de que nos tuvo privados la fuerza, por más de tres siglos, y nos ha restituido el orden político de los acontecimientos humanos, patentizar al universo las razones que han emanado de estos mismos acontecimientos y autorizan el libre uso que vamos a hacer de nuestra soberanía.

No queremos, sin embargo, empezar alegando los derechos que tiene todo país conquistado, para recuperar su estado de propiedad e independencia; olvidamos generosamente la larga serie de males, agravios y privaciones que el derecho funesto de conquista ha causado indistintamente a todos los descendientes de los descubridores, conquistadores y pobladores de estos países, hechos de peor condición, por la misma razón que debía favorecerlos; y corriendo un velo sobre los trescientos años de dominación española en América, sólo presentaremos los hechos auténticos y notorios que han debido desprender y han desprendido de derecho a un mundo de otro, en el trastorno, desorden y conquista que tiene ya disuelta la nación española.

Este desorden ha aumentado los males de la América, inutilizándole los recursos y reclamaciones, y autorizando la impunidad de los gobernantes de España para insultar y oprimir esta parte de la nación, dejándola sin el amparo y garantía de las leyes.

Es contrario al orden, imposible al gobierno de España, y funesto a la América, el que, teniendo ésta un territorio infinitamente más extenso, y una población incomparablemente más numerosa, dependa y esté sujeta a un ángulo peninsular del continente europeo.

Las sesiones y abdicaciones de Bayona, las jornadas del Escorial y de Aranjuez, y las órdenes del lugarteniente duque de Berg, a la América, debieron poner en uso los derechos que hasta entonces habían sacrificado los americanos a la unidad e integridad de la nación española.

Venezuela, antes que nadie, reconoció y conservó generosamente esta integridad por no abandonar la causa de sus hermanos, mientras tuvo la menor apariencia de salvación.

América volvió a existir de nuevo, desde que pudo y debió tomar a su cargo su suerte y conservación; como España pudo reconocer, o no, los derechos de un rey que había apreciado más su existencia que la dignidad de la nación que gobernaba.

Cuantos Borbones concurrieron a las inválidas estipulaciones de Bayona, abandonando el territorio español, contra la voluntad de los pueblos, faltaron, despreciaron y hollaron el deber sagrado que contrajeron con los españoles de ambos mundos, cuando, con su sangre y sus tesoros, los colocaron en el bono a despecho de la Casa de Austria; por esta conducta quedaron inhábiles e incapaces de gobernar a un pueblo libre, a quien entregaron como un rebaño de esclavos.

Los intrusos gobiernos que se abrogaron la representación nacional aprovecharon pérfidamente las disposiciones que la buena fe, la distancia, la opresión y la ignorancia daban a los americanos contra la nueva dinastía que se introdujo en España por la fuerza; y contra sus mismos principios, sostuvieron entre nosotros la ilusión a favor de Fernando, para devorarnos y vejarnos impunemente cuando más nos prometían la libertad, la igualdad y la fraternidad, en discursos pomposos y frases estudiadas, para encubrir el lazo de una representación amañada, inútil y degradante.

Luego que se disolvieron, sustituyeron y destruyeron entre sí las varias formas de gobierno de España, y que la ley imperiosa de la necesidad dictó a Venezuela el conservarse a sí misma para ventilar y conservar los derechos de su rey y ofrecer un asilo a sus hermanos de Europa contra los males que les amenazaban, se desconoció toda su anterior conducta, se variaron los principios, y se llamó insurrección, perfidia e ingratitud, a lo mismo que sirvió de norma a los gobiernos de España, porque ya se les cerraba la puerta al monopolio de administración que querían perpetuar a nombre de un rey imaginario.

A pesar de nuestras protestas, de nuestra moderación, de nuestra generosidad, y de la inviolabilidad de nuestros principios, contra la voluntad de nuestros hermanos de Europa, se nos declara en estado de rebelión, se nos bloquea, se nos hostiliza, se nos envían agentes a amotinarnos unos contra otros, y se procura desacreditarnos entre las naciones de Europa implorando sus auxilios para oprimirnos.

Sin hacer el menor aprecio de nuestras razones, sin presentarlas al imparcial juicio del mundo, y sin otros jueces que nuestros enemigos, se nos condena a una dolorosa incomunicación con nuestros hermanos; y para añadir el desprecio a la calumnia se nos nombran apoderados, contra nuestra expresa voluntad, para que en sus Cortes dispongan arbitrariamente de nuestros intereses bajo el influjo y la fuerza de nuestros enemigos.

Para sofocar y anonadar los efectos de nuestra representación, cuando se vieron obligados a concedérnosla, nos sometieron a una tarifa mezquina y diminuta y sujetaron a la voz pasiva de los ayuntamientos, degradados por el despotismo de los gobernadores, la forma de la elección; lo que era un insulto a nuestra sencillez y buena fe, más bien que una consideración a nuestra incontestable importancia política.

Sordos siempre a los gritos de nuestra justicia, han procurado los gobiernos de España desacreditar todos nuestros esfuerzos declarando criminales y sellando con la infamia, el cadalso y la confiscación, todas las tentativas que, en diversas épocas, han hecho algunos americanos para la felicidad de su país, como lo fue la que últimamente nos dictó la propia seguridad, para no ser envueltos en el desorden que presentíamos, y conducidos a la horrorosa suerte que vamos ya a apartar de nosotros para siempre; con esta atroz política, han logrado hacer a nuestros hermanos insensibles a nuestras desgracias, armarlos contra nosotros, borrar de ellos las dulces impresiones de la amistad y de la consanguinidad, y convertir en enemigos una parte de nuestra gran familia.

Cuando nosotros, fieles a nuestras promesas, sacrificábamos nuestra seguridad y dignidad civil por no abandonar los derechos que generosamente conservamos a Fernando de Borbón, hemos visto que a las relaciones de la fuerza que le ligaban con el Emperador de los franceses ha añadido los vínculos de sangre y amistad, por lo que hasta los gobiernos de España han declarado ya su resolución de no reconocerle sino condicionalmente.

En esta dolorosa alternativa hemos permanecido tres años en una indecisión y ambigüedad política, tan funesta y peligrosa, que ella sola bastaría a autorizar la resolución que la fe de nuestras promesas y los vínculos de la fraternidad nos habían hecho diferir; hasta que la necesidad nos ha obligado a ir más allá de lo que nos propusimos, impelidos por la conducta hostil y desnaturalizada de los gobiernos de España, que nos ha relevado del juramento condicional con que hemos sido llamados a la augusta representación que ejercemos.

Mas nosotros, que nos gloriamos de fundar nuestro proceder en mejores principios, y que no queremos establecer nuestra felicidad sobre la desgracia de nuestros semejantes, miramos y declaramos como amigos nuestros, compañeros de nuestra suerte, y participes de nuestra felicidad, a los que, unidos con nosotros por los vínculos de la sangre, la lengua y la religión, han sufrido los mismos males en el anterior orden; siempre que, reconociendo nuestra absoluta independencia de él y de toda otra dominación extraña, nos ayuden a sostenerla con su vida, su fortuna y su opinión, declarándolos y reconociéndolos (como a todas las demás naciones) en guerra enemigos, y en paz amigos, hermanos y compatriotas.

En atención a todas estas sólidas, públicas e incontestables razones de política, que tanto persuaden la necesidad de recobrar la dignidad natural, que el orden de los sucesos nos ha restituido, en uso de los imprescriptibles derechos que tienen los pueblos para destruir todo pacto, convenio o asociación que no llena los fines para que fueron instituidos los gobiernos, creemos que no podemos ni debemos conservar los lazos que nos ligaban al gobierno de España, y que, como todos los pueblos del mundo, estamos libres y autorizados para no depender de otra autoridad que la nuestra, y tomar entre las potencies de la tierra, el puesto igual que el Ser Supremo y la naturaleza nos asignan y a que nos llama la sucesión de los acontecimientos humanos y nuestro propio bien y utilidad.

Sin embargo de que conocemos las dificultades que trae consigo y las obligaciones que nos impone el rango que vamos a ocupar en el orden político del mundo, y la influencia poderosa de las formas y habitudes a que hemos estado, a nuestro pesar, acostumbrados, también conocemos que la vergonzosa sumisión a ellas, cuando podemos sacudirlas, sería más ignominiosa para nosotros, y más funesta para nuestra posteridad, que nuestra larga y penosa servidumbre, y que es ya de nuestro indispensable deber proveer a nuestra conservación, seguridad y felicidad, variando esencialmente todas las formas de nuestra anterior constitución.

Por tanto, creyendo con todas estas razones satisfecho el respeto que debemos a las opiniones del género humano y a la dignidad de las demás naciones, en cuyo número vamos a entrar, y con cuya comunicación y amistad contamos, nosotros, los representantes de las Provincias Unidas de Venezuela, poniendo por testigo al Ser Supremo de la justicia de nuestro proceder y de la rectitud de nuestras intenciones, implorando sus divinos y celestiales auxilios, y ratificándole, en el momento en que nacemos a la dignidad, que su providencia nos restituye el deseo de vivir y morir libres, creyendo y defendiendo la santa, católica y apostólica religión de Jesucristo. Nosotros, pues, a nombre y con la voluntad y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus Provincias Unidas son, y deben ser desde hoy, de hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e independientes y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España o de los que se dicen o dijeren sus apoderados o representantes, y que como tal Estado libre e independiente tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos, declarar la guerra, hacer la paz, formar alianzas, arreglar tratados de comercio, límite y navegación, hacer y ejecutar todos los demás actos que hacen y ejecutan las naciones libres e independientes.

Y para hacer válida, firme y subsistente esta nuestra solemne declaración, demos y empeñamos mutuamente unas provincias a otras, nuestras vidas, nuestras fortunas y el sagrado de nuestro honor nacional.

Dada en el Palacio Federal y de Caracas, firmada de nuestra mano, sellada con el gran sello provisional de la Confederación, refrendada por el Secretario del Congreso, a cinco días del mes de julio del año de mil ochocientos once, el primero de nuestra independencia.

Juan Antonio Rodríguez Domínguez, Prisidente del Congreso, Luis Ignacio Mendoza Vicepresidente del Congreso ambos por Caracas.

Cristóbal de Mendoza, Presidente de la Confederación en turno. Juan de Escalona. Baltazar Padrón. José Tomás Santana, Secretario.

Firmas

Provincia de Caracas: Isidro Antonio López Méndez, Juan Germán Roscio, Felipe Fermín Paúl, Francisco Xavier Ustariz, Nicolás de Castro, Fernado de Peñalver, Gabriel Pérez de Pagola, Salvador Delgado, El Marques del Toro, Juan Antonio Días Argote, Gabrilel de Ponte, Juan José Maya, Luis José de Carzola, José Vicente Unda, Francisco Xavier Yanes, Fernando Toro, Martín Tovar Ponte, José Angel de Alamo Francisco Hernández, Lino de Clemente, Juan Toro.
Provincia de Cumaná: Francisco Xavier de Mayz, José Gabril de Alcalá, Juan Bermúdez, Mariano de la Cava.
Provincia de Barinas: Juan Nepomuceno de Quintana, Ignacio Fernández, Ignacio Ramón Briceño, José de la Santa y Bussy, José Luis Cabrera, Ramón Ignacio Méndez, Manuel Palacio.
Provincia de Barcelona: Francisco de Miranda, Francisco Policarpo Ortiz, José María Ramírez.
Provincia de Margarita: Manuel Plácido Maneiro
Provincia de Mérida: Antonio Nicolas Briceño, Manuel Vicente de Maya.
Provincia de Trujillo: Juan Pablo Pacheco.


ENRIQUE FERNÁNDEZ GARCÍA: LA TIRANÍA MAYORITARIA

QUE NO TE PONGAN EL PIE SOBRE TI
Son pocas las ideas que justifican su apoteosis en el campo del pensamiento. Como amigo de los debates, considero que todo debe ser discutible; las verdades intocables, hechas únicamente para la idolatría, no cuentan con mi apoyo. La preferencia que siento por los razonadores insumisos, reacios a devorar credos e imponer dogmas, ha influido en esta postura. Por definición, la omnisciencia no es un atributo de los mortales, simples criaturas que, aunque fracasen al intentarlo, pueden aspirar apenas a buscar respuestas y explicaciones relativas. Habiéndome percatado de esta particularidad, no me interesa ilusionarme con lo absoluto; mi lucha tiene las proporciones que demanda una existencia bastante insular.

Siguiendo esta línea, las indagaciones que realizo están movidas por el deseo de comprender la realidad hasta donde sea posible. El punto es que, aun careciendo de rotundidad, nuestras disquisiciones son útiles. Es cierto que, al consumar esas pesquisas, la contestación de preguntas suele estar acompañada con nuevos interrogantes, convirtiendo esta labor en una tarea interminable; no obstante, los frutos son notorios. Destaco que, obrando con ese talante, forjamos una serie de persuasiones, las cuales nos ayudan a tomar la decisión correcta. Esto implica que uno puede conocer proposiciones capaces de fundar sus convicciones, nunca discordantes con los valores y principios personales. Se necesitan de tales conceptos, ya que no es hacedero edificar una ideología sobre la nada, peor aún emitir un cuestionamiento serio. Por supuesto, si lo anterior es válido a nivel individual, como cuando se habla de la ética, resulta incontrovertible en los asuntos políticos. La misión consiste en descubrir esas máximas que nos ayudan a entender cuándo se debe calificar un fenómeno de negativo.

En una de sus grandiosas obras, Octavio Paz escribió algo que, siquiera entre personas ilustradas, no admite refutaciones: «Sin libertad, la democracia es tiranía mayoritaria». He aquí un apotegma que puede sustentar nuestra concepción acerca de dicho sistema político. En efecto, cuando se trata de regímenes democráticos, respetar esa facultad es elemental si un gobernante no desea ocasionar descréditos relacionados con arbitrariedades que pervierten el ejercicio del poder. Porque hay normas que, aun cuando se tenga respaldo popular, limitan esta clase de actividades. Nadie está por encima de las prescripciones que, al organizarse jurídica y políticamente, los hombres establecieron para su beneficio. Acontece que no es suficiente haber seducido a las multitudes, humillado al rival de circunstancias; tras el éxito, la beligerancia debe ser sucedida por un servicio irrestricto a favor de toda la ciudadanía. Levantar la guillotina con el designio de liquidar a los adversarios evidencia bestialidad. Ninguna turba puede convalidar venganzas ni promover destrucciones institucionales; las victorias electorales no autorizan la llegada del terror, por más que se haya prometido un futuro insuperable después de su advenimiento. Es indispensable recordar que, mientras se persiga tener un orden aceptable, la política no debe concebirse como una pugna entre bandos dispuestos a eliminarse. Probablemente, como pasa en las sociedades con un adarme de civilización, haya distintos grupos que ansíen dirigir al Estado, para lo cual recurran a las exhortaciones menos caballerosas. Mas ello no quiere decir que la gloria de uno conlleve el arribo del horror para los derrotados. Desenvolverse sin vulnerar ese marco es la condición impuesta a los que planean asumir un mandato electoral.

En los dominios de la democracia, ningún encumbramiento es ilimitado. No importa que aquél haya sido el producto de ovaciones estridentes o desempates fatigadores; las condiciones son idénticas. Por muchas expectativas que hubiese generado en los ciudadanos, aquellas obligaciones no pueden ser cumplidas tan sólo de manera voluntaria. Ésta es una directriz que los demócratas deben observar; su desdén tiene como resultado el padecimiento de injusticias. Conscientes de las incitaciones que una función gubernamental trae consigo, los individuos restringen su práctica. Con este objeto, no emplean parámetros que carezcan de racionalidad, pues desean un funcionamiento adecuado del aparato estatal y la sociedad. Recurriendo a su propia naturaleza, encuentran allí las capacidades que deben protegerse, al menos cuando se quiere tener una vida plácida. Por eso es que se asignan determinadas responsabilidades a la burocracia, vetando su ingreso en terrenos donde los sujetos pueden zanjar problemas por sí mismos. Invadir esta dimensión de la privacidad, pretextando que se tiene apoyo multitudinario, es una agresión al orden democrático. Como se ha expresado, la victoria obtenida en los comicios hace viable un cambio de representantes, pero no del modelo que reconoce a la libertad como su valor supremo. Lo mismo podría decirse respecto al abuso que se tratara de perpetrar contra los derechos humanos. Son las fronteras que han sido delimitadas con el propósito de impedir las infamias del absolutismo. Recalco que, si la mayoría consintiera u ordenara esos atentados, su actuación ya no sería democrática, sino tiránica. Acaecida esta infamia, de nada sirve al caudillo la recordación del triunfo, permaneciendo inmutable su condición dictatorial.

El respeto a la libertad es una conquista que los hombres alcanzaron heroicamente. Haber conseguido que esto forme parte del progreso es admirable y digno de ser preservado por la especie. Tuvieron que librarse colosales batallas, afrontarse condenas de perversidad espantosa, sufriendo siempre por una inquietud continua, para contar con días en los cuales la opresión fuera punible. No existe mejor criterio que pueda usarse a fin de criticar cualquier Gobierno: si protege esa potestad natural, aquél será una entidad benigna; de lo contrario, quienes apuestan por la sublevación hallarán en su proceder el estímulo requerido. Es que la innegable evolución institucional de las últimas centurias, apreciable en países pertenecientes a Occidente, ha enseñado cuán forzosa es su presencia. No aludo sólo a las libertades civiles, sino también al conjunto que se presenta en el universo de la política. Todas sus facetas reclaman y merecen una protección uniforme. Es imperativo que la esclavitud nos exaspere; así sea para evitar mayor violencia, consentirla es descabellado. Entretanto no se ambicione un tipo de régimen en el cual los individuos sean irrelevantes, excepto para legitimar medidas despóticas, deben cumplirse las reglas que pretenden erigir una sociedad libre. Esto ha sido claro desde que se resolvió elegir a las autoridades sin privilegiar linajes ni patrimonios. Los funcionarios que reciben un masivo beneplácito de las urnas no deben olvidar sus restricciones. Si no les complace la obligación, pueden rechazar los quehaceres encomendados o, exhalando sinceridad, proclamar su inclinación por las experiencias totalitarias. Actuar de otra forma es caer en la impostura, simular una situación que aparenta ser congruente con el mundo sensato.

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JULIO BELISARIO: POR LA UNIDAD DE LA NACION PARA CORONAR 200 ANOS DE LUCHA POR LIBERTAD, INDEPENDENCIA Y SOBERANÍA.


"...Nosotros los Representantes de las Provincias Unidas de Venezuela, poniendo por testigo al Ser Supremo de la justicia de nuestro proceder y de la rectitud de nuestras intenciones, implorando sus divinos y celestiales auxilios, y ratificándole, en el momento en que nacemos a la dignidad, que su providencia nos restituye el deseo de vivir y morir libres, creyendo y defendiendo la Santa Católica y Apostólica Religión de Jesucristo, Nosotros, pues, a nombre y con la voluntad, y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus Provincias Unidas, son y deben ser desde hoy, de hecho y de derecho Estados Libres, Soberanos e Independientes....." (Acta Solemne de la Independencia de Venezuela .5 de julio de 1811).



ESTA META ESTÁ PENDIENTE DE SER ALCANZADA; Y EN ESTA CRISIS TERMINAL E IRREVERIBLE, POR OBSOLESCENCIA  DEL ESTADO FEDERAL CENTRALIZADO  DE GOBIERNO DE PODER  ILIMITADO; ES LA OPORTUNIDAD DE CONQUISTARLA.

Venezuela conmemora 200 años de Independencia del colonialismo español pero no del modelo del centralismo que nos dejó el modelo de Estado federal centralizado de estados, municipios y ciudadanos dependientes de un Gobierno que centraliza en el Presidente de la República todo el poder político, económico, educativo, militar, y asistencial.

Es de todos los venezolanos el compromiso de hacer realidad los sueños y los anhelos que sirvieron para fundar esta República, que no se han alcanzado ni pueden ser alcanzados con el Estado federal centralizado.

Los procesos de Independencia recogen el más alto espíritu de nuestros libertadores y dejan a todos los que habitamos esta patria, en lo más profundo de la conciencia, valores y modos que sustentan y guían nuestra acción. 

El 5 de julio de 1811 propone a la Venezuela actual, la lucha por el rescate de los conceptos de Estado federal descentralizado de estados y municipios integralmente autónomos y de un Gobierno de poder ejecutivo limitado con total separación de poderes legislativo y judicial; que esa gloriosa etapa de nuestra historia nos deja como legado. La idea clara de que el ejercicio del poder es responsabilidad compartida entre los 23 estados, los municipios y los ciudadanos. Debates, proclamas, resoluciones, en el ámbito pacífico y civil del Congreso y la sociedad, concibieron un nuevo orden político, un Estado auténticamente  federal cuyo gobierno sea conforme a la voluntad de su pueblo, que rinda cuenta ante las instituciones legalmente establecidas, y en cuya convivencia se proscribe el uso de las armas o de la fuerza. 

La naturaleza de una República es la libertad, la  igualdad sin privilegios ni discriminaciones, y la sujeción a la ley de gobernantes y gobernados según un pacto social (Constitución y leyes derivadas que conforman la pirámide de Kelsen).  

Debemos recordar, valorar y celebrar, nuestra formación federal. Que fue la manifestación de voluntad proveniente de las distintas regiones de la patria, la que declaró nuestra Independencia. La presencia del país todo, es elemento fundamental en el desarrollo de la nación. Estos doscientos años nos llaman a deslastrarnos del centralismo marxista comunista/socialista en cualquiera de sus versiones blanda o radical que han evidenciado a lo largo de 53 años su inviabilidad por obsolescencia y opresión respectivamente.

La realización plena del Estado federal y descentralizado que promete  la Constitución de 1999 no se concreta en la práctica por la FEDERACION CENTRALIZADA y la concentración de todo tipo de  poder en el Presidente de la Republica, lo cual implica su sustitución por otra que sea verdad en los hechos y en la letra; que sea el verdadero  camino a la consolidación de la libertad política, la prosperidad económica y la cohesión social. El 5 de Julio nos anima a seguir promoviendo el desarrollo  con equidad y con apego a una justa distribución de las competencias y en relación armónica y de cooperación entre los 23 estados, los municipios y el poder nacional, afianzar la  TOTAL descentralización como proceso dirigido a acercar el gobierno a los ciudadanos.

Entender el legado de nuestra Independencia es, también, promover la participación efectiva de los venezolanos en la conducción y fortalecimiento de sus instituciones, mediante un sistema de elección universal, directo, secreto y transparente, que en suma garanticen el progreso y buen vivir de esta y las futuras generaciones. La democracia, con sus valores, sus mecanismos y sus garantías, es la manera venezolana de organizar la vida en común y de resolver los conflictos. El principio constitucional de división de los poderes, mantiene por la salud y el equilibrio el control de quienes los ejercen. Todo esto solo se consigue con un modelo de Estado verdaderamente federal.

A 200 años de nuestra Independencia los hombres y mujeres de Venezuela, debemos trabajar en construir un modelo de Estado federal DESCENTRALIZADO nuevo; un nuevo modelo de gobierno de poder limitado parlamentario o semiparlamentario como el francés, un nuevo  modelo   económico  basado en la propiedad privada compartida de PDVSA y demás empresas publicas entre el Gobierno central los 23 estados, los municipios y los ciudadanos,  el libre comercio, la  productividad con equidad para la prosperidad de todos, que respete la propiedad como derecho y la función social que esa propiedad tiene; procurarlo, nos lleva a  priorizar la creación de un nuevo modelo DESCENTRALIZADO educativo de excelencia, que promueva la innovación y el progreso humano, así como, nos permita reconocer en nuestra gente el verdadero caudal de la nación. Una visión clara, realista, sobria que impida el uso de nuestra riqueza natural como mecanismo de exportación de modelos políticos o de intervención en otros gobiernos.

Entender nuestra Independencia y el espíritu que la produjo, es proteger y defender de verdad nuestra soberanía. No ceder a gobiernos o intereses ajenos a nuestra patria, áreas estratégicas o ni hipotecar nuestros recursos a futuro. Hoy más que nunca debemos luchar por construir la Nueva Independencia, en Unidad, con paz y progreso. Hoy los venezolanos que creemos en una patria de cambio, libre y para todos, tenemos en la Constitución DE 1999 un marco claro para nuestra acción. Ella nos define como un Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia.

Esta Constitución centralista de 1999 con la que no se ha podido construir  un Estado primermundista verdaderamente federal, no obstante es el texto y el espacio donde debemos actuar y defendernos porque nos permite luego cambiarla por otra federalista,  mediante un  programa maestro que incluya un pacto de Gobernabilidad superior al de Puntofijo para un cambio democrático, por tanto debemos luchar para que sea respetada, pero sabiendo que es necesario sustituirla. Esta Constitución no pertenece a una persona o a un gobierno, es del Pueblo, pero  ha sido derogada progresivamente con acciones de hecho, por el Presidente de la República; y sus POSTULADOS  y promesas no han podidos  ser concretados en la realidad  sino  deformados o ignorados en favor de  un proyecto político comunista.

Frente a la vieja práctica de que la Constitución centralista, su Estado federal centralizado y su Gobierno de poder ilimitado  sirven para todo, afirmamos que una  Constitución federalista con un Estado federal descentralizado y un Gobierno de poder limitado  en la práctica  sirve a todos como campo fértil de una nueva cultura política. A  200 años de la Independencia, la Unidad Democrática le dice al país que  en un Estado verdaderamente federal se hace realidad que  todos hacemos falta, que todos somos importantes, que la Unidad son los hombres y mujeres, de todas las edades, de todas las regiones y de todas las creencias, agrupados en organizaciones no gubernamentales, gremios, partidos, universidades, sean  trabajadores de la ciudad o el campo, estudiantes o profesores, civiles o militares, profesionales, miembros de organizaciones sociales y populares, empresarios y emprendedores,  gobernantes y representantes, que la  UNIDAD somos todos.

Proclamamos en esta fecha, nuestro compromiso de honrar con nuestros actos aquel pasado que nos enorgullece como pueblo, así como nuestro compromiso con los ideales  fallidos de nuestros  padres libertadores y de las generaciones de hombres y mujeres que durante 200 años dejaron su huella en la lucha por la libertad y la justicia social, para que se hagan realidad en un cambio democrático y popular que mire hacia el futuro, que refunde la democracia mediante una nueva Constitución que establezca una nueva federación descentralizada y un gobierno de poder limitado, que le de protagonismo al pueblo, reconstituya las instituciones, impulse las fuerzas productivas para crear la riqueza necesaria que permita igualarnos hacia arriba, donde se asegure una sociedad de igualdad, bienestar y oportunidades para todos, donde conquistemos el sueño de una Venezuela libre, justa, digna, soberana e independiente, en la cual todos, sin exclusiones ni discriminaciones, podamos vivir y progresar en paz; como viven y progresan los ciudadanos en cualquier país del I Mundo.

Hoy más que nunca, la Patria nos necesita Unidos.


jbelisar789@gmail.com

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RECIVEX: ANTE LA CONMEMORACION DEL BICENTENARIO DE LA FIRMA DEL ACTA DE INDEPENDENCIA DE VENEZUELA

Resistencia Civil de Venezolanos en el Exterior (RECIVEX) ante la Conmemoración del Año Bicentenario de la Firma del Acta de Independencia de Venezuela.

1-       El próximo 5 de julio, 2011 se cumplen 200 años de la Firma del Acta de Independencia de Venezuela. Ese día verdaderos patriotas dejarían su firma como huella imperecedera de un acto con el cual la libertad haría a un lado a la dependencia de la Capitanía General de Venezuela de la Corona de España.

2-      Sin embargo a pesar de existir esa Acta con la que había quedado oficialmente consagrada la independencia de la una vez colonia de España, los venezolanos tuvieron que enfrentar largos años de lucha, con victorias y reveses, muertes, hambrunas, pérdidas cuantiosas en todos los sentidos, pero al mismo tiempo preservando en el alma la tea de la libertad iluminando el camino de la independencia, que quedaría consagrada el 24 de Junio de 1821. con la Batalla de Carabobo.

3-      La historia de Venezuela está plagada con gobiernos dictatoriales y muy pocas democracias. Finalmente en el Siglo XX, concretamente el 23 de Enero de 1958, las fuerzas democráticas del país se impondrían y lograrían deponer al gobierno militar del General Marcos Pérez Jiménez, alborada de una democracia que se mantuvo en el poder hasta finales del Siglo XX, cuando el Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, después de haber atentado dos veces contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, (+) , y habérsele sobreseído la causa por parte del Presidente Rafael Caldera, había decidido abrazar la causa democrática y participar como candidato a la presidencia de la República en un proceso electoral manejado por un Consejo Nacional Electoral independiente.

4-      El ahora Presidente de Venezuela resultaría ganador de los comicios de 1998, como resultado de una campaña plena de promesas de cambio, apoyado por un grupo de notables, y, en medio de la desilusión de un pueblo que venía experimentando las evidentes fallas de un modelo de gobierno que aunque democrático estaba vencido. Las advertencias que hiciera un sector de la población sobre el ahora dictador venezolano y su relación con el dictador Fidel Castro fueron desoídas, por lo tanto recibiría la Banda Presidencial de manos del Presidente Caldera (+) el 2 de Febrero de 1999. Al hacer su juramento poniendo la mano sobre la Constitución expresaría “Juro sobre esta moribunda Constitución...”, primera señal de su talante antidemocrático.

5-      A partir de ese día comenzaría el proceso de demolición de las instituciones del Estado, la independencia de los poderes, característica esencial de la democracia quedaría derribada, las elecciones transparentes serían vedadas y pasarían a ser una farsa electoral para satisfacer el deseo de permanencia indefinida en el poder de quien hoy lo detenta írritamente.

6-      Durante los doce años que tiene el Teniente Coronel en el poder, la democracia venezolana ha sido borrada y sustituida por una dictadura cada día más dependiente de la dictadura cubana de los hermanos Castro, mentores políticos e ideológicos de un líder político cuya pretensión es la permanencia indefinida en la Presidencia de Venezuela, bajo la égida castro comunista.

7-      En el año en curso, cuando se celebrará el Bicentenario de la Firma del Acta de Independencia de Venezuela y el Presidente venezolano quien padece una seria dolencia, gobierna nuestro país desde Cuba, ignorando el articulado de la Constitución, la voluntad de un pueblo que rechaza profundamente el modelo de gobierno y el estilo de vida impuesto por la dictadura cubana a su pueblo. 

8-   Resistencia Civil de Venezolanos en el Exterior (RECIVEX) considera que las acciones llevadas a cabo por el dictador y los miembros de su equipo gubernamental son una contradicción, al Bicentenario de la Firma del Acta de a Independencia de Venezuela, ya que con cada día que un presidente, que evidentemente no ama a su país, esté en el poder se ahonda su falta de respeto hacia el pueblo venezolano, se pierde la independencia que una vez lograran nuestros próceres, sustituyéndola por una relación de dependencia con Cuba.

Resistencia Civil de Venezolanos en el Exterior (RECIVEX)

RECIVEX - Resistencia Civil de Venezolanos en el Exterior es una organización sin fines de lucro, conformada por voluntarios Venezolanos, con representación en diferentes ciudades alrededor del mundo. Una de nuestras tareas principales es informar a la comunidad internacional sobre la realidad venezolana, con especial énfasis en aquellos asuntos y circunstancias que amenacen o quebranten los principios democráticos en nuestro paí­s.
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RECIVEX trabaja por una Venezuela democrática, armónica, plena en justicia y libertad.

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PEDRO PAÚL BELLO: REFLEXIONES A PROPÓSITO DEL BICENTENARIO I.

Ante quienes oponían a la propuesta de independizarnos de España la idea de tener calma, en el seno de la Sociedad Patriótica el 3 de julio de 1811, el entonces futuro Libertador contestó con su famosa frase “¿Trescientos años de calma no bastan? ¿Se quieren otros trescientos años?
Trescientos años de calma no bastan
La Historia, en su más simple acepción, es relato e interpretación de hechos significativos de las sociedades que determinan o influyen, de manera relevante, el desarrollo de éstas en sus diferentes aspectos, así  como su comportamiento general como conjunto humano. Aunque de suyo irreversible, la Historia puede ser revisada en el sentido de esclarecer el significado de los hechos históricos y de sus consecuencias inmediatas o mediatas.  Por lo tanto, como es imposible retroceder la Historia, sería sensible pérdida de tiempo el gastarlo en consideraciones sobre lo que pudo haber sido y no fue. Sin embargo, cosa distinta será el tratar de identificar hechos cuyas consecuencias, de haber sido distintos, hubiesen podido ser diferentes. Ese tipo de ejercicio es útil cuando es posible modificar e invertir  el resultado de errores u omisiones. Algo de ello, aunque no tan ambicioso, es el propósito de estas reflexiones.

TRASPLANTE ASIMÉTRICO Y ASINCRÓNICO DE INSTITUCIONES.
           
          Las guerras de independencia liberaron las Colonias españolas de América del dominio de la potencia colonial pero, una vez superada la guerra, no se introdujeron en las nuevas Naciones importantes transformaciones que, en tiempos inmediatamente posteriores, el ser humano pudo aportar en lo político, social y cultural. Antes por el contrario, las relaciones internas de dominación subsistieron intactas en sus formas coloniales, así como las economías de los nacientes países que habían sido diseñadas para la dependencia anteriormente vigente.
Por otra parte, es innegable que los forjadores de la reciente libertad pretendieron establecer nuevas formas estatales en sus Naciones. Lo hicieron. Pero no pudieron evitar que éstas calcaran        los modelos aportados por el pensamiento europeo inglés o francés, --así como el norteamericano --heredero de aquellos--  que surgió a fines del siglo XVIII. Y no pudieron evitarlo porque era el pensamiento que los propios libertadores habían asimilado y adoptado como suyo, cosa muy explicable, pues era la visión política y social que, desde 1688 había ya surgido con la Revolución inglesa  --adelantada en un siglo a la francesa-- fundada en pensamientos como el de Locke y posteriormente de Montesquieu, Rousseau y todo lo que significó el enciclopedismo.  De ello derivó que nuestras instituciones políticas fuesen copias de modelos que correspondían a otras realidades y que, en estas, surgieron luego de seculares procesos de evolución histórica. Es por ello que el funcionamiento de las instituciones en nuestros países ha sido tan deficiente y su evolución tan lenta, a veces casi nula. Pero sería injusto culpar a los forjadores de nuestras repúblicas por haber trasplantado acá modelos institucionales foráneos ¿Qué alternativa tenían? Frente al ideal liberal que se había enseñoreado en Europa y Norteamérica, la única posibilidad era mantener el “ l’Ancien Régime” que fue, precisamente, contra lo que habían luchado en la gesta independentista: no tenían otra alternativa.

ATRASO INSTITUCIONAL.

La referida copia de modelos institucionales extraños a la Región se agravó por la permanencia demasiado larga de los mismos. En efecto, prácticamente en todas las Naciones Latinoamericanas los modelos político-institucionales se han mantenido casi sin que hayan sido introducidas profundas modificaciones funcionales. En algunos aspectos, como el constitucional, mientras la Constitución frecuentemente ha tenido sólo vigencia nominal, la modificación formal de los textos resulta abusivamente numerosa, pero la vigencia real es lo menos frecuente. En Venezuela, la revolución de Independencia fue auténtica revolución pues modificó el sistema político en la idea de fundar una nueva realidad política independiente y la hizo realidad, pero, con pocas excepciones, las constituciones posteriores a la de 1830 no lo fueron en sentido verdadero, pues no introdujeron cambios para modificar el sistema político. Apenas sirvieron para sustituir intereses personales de anteriores gobernantes por los de nuevos, sin cambiar iguales vicios, deformaciones y comportamientos.
Pero ese Estado, cuyas formas centrales y unitarias imitamos en nuestras latitudes como copias de realidades que eran propias de Europa en las Francia e Inglaterra de los siglos XVII y XVIII,  arrastraba tras si raíces milenarias que dieron lugar a expresiones institucionales adecuadas para aquel tiempo. Pero no se detuvieron sino continuaron en evolución para adaptar esas instituciones o crear nuevas. De lo que se trataba era de legislar;  en fin, de dar respuestas a situaciones que, siempre y sin descansar, se van sucediendo según ritmos del fluir temporal de la historia.
Por otra parte, en la Región hay una mítica creencia en el poder de las Constituciones para resolver los conflictos que, en realidad, permanecen por agotamiento de la dirigencia política. Esa realidad tiene que ver, precisamente,  con el referido grado de verdadera vigencia de cada Constitución lo que significa comparar el país real con el país legal. Se dice de las Constituciones de vigencia nominal que “reinan pero no gobiernan”, mientras las de vigencia real “reinan y gobiernan”. Por militante acción del gobierno y escandalosa omisión de opositores y ciudadanos, la Constitución de 1999 corresponde al primer grupo.
Los países más avanzados de Occidente tenían constituciones del Estado Liberal lo que fue fenómeno sincrónico con la necesidad de ampliar y defender mercados internos e hizo posible el desarrollo del capitalismo industrial.  El Estado Liberal resultó, al mismo tiempo,  instrumento y también resultado cumplido en casi diez siglos de evolución, en los que se consolidó la burguesía como clase hegemónica y fue ocurriendo la paulatina realización de su proyecto económico.  El poder asentaba su legitimidad sobre normas estables que determinarían y limitarían el alcance de su ejercicio pues, como certeramente lo expresó Weber, la estabilidad jurídica significó garantizara los particulares el máximo relativo de posibilidad de movimiento y... el cálculo racional de las probabilidades y consecuencias jurídicas con arreglo a fines”. Pero no fue sólo eso lo que posibilitó la enorme ampliación de los mercados: fue también su expansión mundial facilitada por las nuevas técnicas: se internalizó el orden jurídico liberal. Así, en los países que regían el mundo, la verdadera burguesía estableció el aparato jurídico para  lograr sus fines económicos y asegurar su hegemonía social.
En cambio, en el mundo latinoamericano, donde las formas institucionales eran copias trasladadas e implantadas; donde durante mucho tiempo no existiría burguesía, ni proletariado, ni habría clase media, ni mercados, ni acumulación de capitales y en el que no se dio ni se iba a dar nunca una revolución industrial, el traslado de instituciones que en nada tenían que ver con las realidades y con nuestra evolución, dejó las determinaciones estructurales provenientes de las dinámicas asimétricas y asincrónicas originales respecto a los modelos que fueron desarrollando los países avanzados, cuyos estereotipos valorativos y patrones de comportamiento nos resultaron esquizoides por desvinculados y disociados de nuestro ser nacional. Pero es indudable que, después de dos siglos, algunos arraigos como formas de mimetización habrían alcanzado ciertas instituciones copiadas, sin significar esto que no fuesen susceptibles de modificaciones, ajustes o sustituciones para que pudieren tener funcionalidad suficiente en el contexto social en el que fueron arbitrariamente insertadas. Téngase presente que, pesar de que en Latinoamérica han funcionado economías dependientes, el desarrollo mundial del capitalismo ciertamente las condujo a aumentar notablemente la complejidad tanto de organización como de funcionamiento de sus correspondientes Estados.

Nuestro regional modelo político de Estado se caracteriza porque prevalece el Estado unitario y central que favorece la instauración de gobiernos  mal llamados “personalistas”, cuya naturaleza es autocrática y dictatorial.  Obviamente, las justas y democráticas formas de disposición del Estado son las del desarrollo de modelos descentralizados, con amplias autonomías en favor de las instancias de gobierno más cercanas a la población, como lo son las alcaldías y municipios organizados sobre comunidades. Contrariamente a los modelos centralizados, los descentralizados favorecen el desarrollo de modos democráticos de organización y vida en las instancias en las que la población puede asumir formas participativas legalmente consagradas de autogobierno, o porque se garantice mayor control que de las poblaciones sobre actos de gobierno que afecten su vida cotidiana. Pero, hay que saber que el desmontar viejos modelos políticos e implantar nuevos requiere esa gradualidad indispensable propia de toda mutación llamada a funcionar y a perdurar.

NECESIDAD LATINOAMERCANA DE ADAPTAR EL ESTADO DE DERECHO.

A diferencia de lo  ocurrido en nuestro subcontinente, los países de origen fueron adaptando el Estado de derecho desde las formas propias de su concepción clásica original hacia otras nuevas, a fin de que respondieran a la exigencia de resolver situaciones de “difícil coexistencia entre las formas del Estado de derecho con los contenidos del Estado social. En efecto, a la tradición de derechos consagrados por las libertades civiles que conformaron la base de las instituciones originales del Estado liberal de derecho, se superpusieron derechos sociales que eran exigencias de participación, no sólo dentro del poder político sino también en aquellas posteriores instancias que han ido y seguirán surgiendo, para hacer posible la participación en la distribución de los diversos beneficios de la vida social.  “La forma del Estado oscila así entre libertad y participación”. De esta manera, “Si los derechos fundamentales eran la garantía de una sociedad burguesa separada del Estado, al contrario, los derechos sociales representan la vía a través de la cual la sociedad entra en el Estado alterándole la estructura formal”. Los continuos cambios que se sucedieron en el siglo XIX, alteraron el Estado liberal de derecho tanto que, a fines de ese siglo e inicios del siglo XX, la nueva realidad  se mostraba muy distinta en el mundo más evolucionado, respecto al modo como se presentó en sus orígenes. 


ppaulbello@gmail.com

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