sábado, 8 de enero de 2011

EL PRESIDENTE DEBE DEROGAR LA LEY DE TIERRAS URBANAS Y LA LEY HABILITANTE.- RED POR LA DEFENSA AL TRABAJO, LA PROPIEDAD Y LA CONSTITUCION

No hay dudas que en este momento el presidente puede facilitar un estimulo al crecimiento económico y desarrollo social si toma la decisión de derogar las leyes de tierras urbanas y la habilitante, así se envía un mensaje a los sectores productivos de confianza y tranquilidad que sustituya la preocupación y las angustias causadas con las medidas tomadas por el gobierno los pasados meses con la intervención de empresas y fincas, así como el antagonismo a lo privado.

Venezuela necesita urgentemente aumentar su producción de alimentos y ahorrarse los miles de millones de dólares que pagamos en importaciones de materias primas y alimentos empacados y semi procesados  al menos se generarían cientos de miles de empleos en el campo y la agro-industria nacional. Tanto el sector publico como privado pueden trabajar conjuntamente en la siembra, cosecha, cría y procesamiento de alimentos, hay espacio y tierra para todos.

Otro reto que necesita resolver el país es el de la vivienda, se necesita construir urgentemente miles de ellas y se requiere la participación de todos los sectores de la vida nacional. Los propietarios de terrenos urbanos tienen que ser apoyados para incorporarlos al desarrollo de proyectos habitacionales; igualmente se necesita resolver la situación de nuestras plantas productoras de cemento, cabilla y acero como garantía a la vital producción de los materiales para la construcción de viviendas.

El presidente tiene en sus manos la oportunidad de darle solución a la compleja situación económica y social. La mayoría de lo Venezolanos lo piden y es posible. Le corresponde a él  tomar estas decisiones que son las más favorables al interés nacional.

Vicente Brito
Presidente.
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TRIBUNA LIBERTARIA. COMPENDIO OPINÁTICO. RAUL AMIEL. 08/01/11. OPINIONES DE JAGDISH BHAGWATI, GEORGE YOUKHADAR ALLIS Y JESÚS RUIZ NESTOSA

"Sólo es posible avanzar cuando se mira lejos. Solo cabe progresar cuando se piensa en grande." José Ortega y Gasset
 *LA POBREZA SÓLO SE REDUCE CON LIBERTAD ECONÓMICA. JAGDISH BHAGWATI
*LOS NOBLES FINES DEL LIBERALISMO Y SUS ENEMIGOS. GEORGE YOUKHADAR ALLIS 
* REACCIONARIOS Y BURGUESES. JESÚS RUIZ NESTOSA

Esfuérzate, anímate y trabaja. Solo faltan 732 días. Artículo 231. Constitución de 1999. El nuevo Presidente tomará posesión el 10/01 del primer año de su período constitucional.- @raulamiel

LA POBREZA SÓLO SE REDUCE CON LIBERTAD ECONÓMICA. JAGDISH BHAGWATI

No es difícil afirmar que la libertad económica tiene un efecto favorable en la prosperidad económica, por la simple razón que los últimos cincuenta años de experiencia internacional generalmente confirman el hecho que en donde el gobierno usó los mercados más y usó políticas más abiertas en comercio e inversión exterior, o de mayor libertad económica en sus diferentes aspectos, sus países han tendido a prosperar. En contraste, aquellos países que se orientaron hacia adentro y que tuvieron extensas regulaciones de todo tipo para la toma de decisiones económicas domésticas relativas a la producción, inversión e innovación, son los países a los que no les ha ido bien.

*LOS NOBLES FINES DEL LIBERALISMO Y SUS ENEMIGOS. GEORGE YOUKHADAR ALLIS 

El liberalismo, como una corriente de pensamiento económico y político, ha sido objeto de un amplio abanico de ataques procedentes tanto del mundo académico como político; muchos de los cuestionamientos que se le han hecho al liberalismo carecen de una seria fundamentación académica y política.

Los factores que han motivado estos ataques son múltiples y complejos, pues los supuestos básicos del esquema de pensamiento económico, filosófico, político y social del liberalismo ha puesto en entredicho, a lo largo de su historia, toda forma de organización política que contravenga primero a la libertad, como un derecho natural e inviolable a todo ser humano, la cual ha precedido cualquier forma de organización–gubernamental que el hombre haya creado.

En segundo lugar, el principio inalienable de la igualdad de todos los hombres, independientemente de su raza, credo político, condición social y económica, ante la ley y el Estado y, por último, el derecho a la propiedad e iniciativa privada, como el principal motor de la generación de riqueza y progreso económico que el hombre haya creado a lo largo de la historia.

Todas las doctrinas políticas que han cuestionado al liberalismo a lo largo de la historia, a través de diferentes formas de gobierno –sean absolutistas, comunistas–totalitarias, fascistas–dictatoriales– y demás regímenes democráticos o seudo democráticos, por medio de políticas económicas mercantilistas, keynesianas y estatistas que se han sustentando en la intervención y regulación estatal de la actividad económica, como su motor de desarrollo económico, han terminado generando desde sus entrañas más miseria, desigualdad económica y violencia dentro y fuera de sus respectivas sociedades.

Esta concentración de poder histórico ha comenzado con los gobiernos con formas monárquicas absolutistas, continuando por la extrema izquierda totalitaria, sustentada en los principios de la dictadura del proletariado y del colectivismo marxista y los regímenes fascitas–totalitarios y, por último, pasando por los Estados socialdemócratas y demás variantes de sistemas dictatoriales autoritarios sean de tendencia izquierdista y derechista que surgieron a lo largo del siglo XX. Estos regímenes terminaron conllevando a la limitación o eliminación de los derechos políticos, sociales y económicos que el liberalismo, como doctrina de pensamiento, ha defendido a lo largo de su historia.

He aquí la principal razón por la cual a los liberales en el mundo entero se les ha atacado constantemente desde diferentes ángulos del espectro político–ideológico. La doctrina económica liberal nunca ha defendido intereses económicos oligopólicos, sean privados o estatales, pues ha puesto de manifiesto hasta la saciedad que el libre mercado tiene como fin noble, la libre competencia de miles de oferentes, generadores de riqueza y bienestar económico, que puedan ofrecer los mejores servicios y bienes a los consumidores, con el objetivo de que estos puedan mejorar su calidad de vida económica.

Y no, como los incapaces detractores del liberalismo económico le han hecho creer a los incautos, que por desconocimiento de los verdaderos fundamentos económicos del liberalismo, que las políticas económicas liberales van dirigidas a beneficiar a un pequeño grupo de burgueses privados en detrimento de las grandes mayorías sociales. Cuando la realidad histórica ha demostrado que los grandes logros de bienestar económico que ha experimentado la humanidad en los últimos siglos, y a pesar de ciertas crisis, ha sido el producto de esa iniciativa de la burguesía en producir esa riqueza que ha permeado hasta los sectores más pobres y marginados de las sociedades contemporáneas.

Esa pobreza que aún persiste en gran parte de los países en vías de desarrollo ha sido más el producto de las formas de gobierno antes descritas, que de las políticas liberales, pues la corriente de pensamiento liberal persistentemente ha abogado por el ascenso social de los más necesitados, a través de las mejoras de sus condiciones de vida, ha defendido las libertades políticas, como la libertad de expresión, la tolerancia política, la libertad de culto, la libertad de organización, y demás derechos sociales y económicos, a través del amparo del estado de derecho, sustentado en la división de poderes. Estos han sido los principios más nobles que el liberalismo como doctrina de pensamiento político, social y económico ha sustentado desde su aparición en la historia de la humanidad.

REACCIONARIOS Y BURGUESES. JESÚS RUIZ NESTOSA

Cada vez que escucho que alguien, para descalificar a una persona, utiliza términos tales como “burgués, fascista, reaccionario”, siento como si el tiempo se detuviese y la maquinaria que lo mueve hacia adelante comienza a girar en sentido inverso. Diez, veinte, treinta años atrás se aparecen como fantasmas de los que no podemos desprendernos. Estas fueron las primeras reacciones ante las declaraciones del gobierno de Evo Morales a raíz de la persecución de que es objeto Mario Cossío Cortez, ex gobernador del departamento boliviano de Tarija. No estoy muy seguro de decir “ex  gobernador”, ya que una persona, que ganó el cargo en elecciones libres con más del 50% de los votos a su favor, no puede ser destituido así como así, con base en  unas acusaciones difíciles de entender. Sobre todo cuando la denuncia contra Cossío proviene de un político afín a Morales que acaba de ser nombrado secretario del Departamento de Transparencia.

Los motivos son transparentes: Cossío no pertenece a la línea política de Evo Morales y su Movimiento al Socialismo (MAS) goza de una enorme popularidad en Tarija, uno de los departamentos que se oponen a Morales, ganó cinco elecciones consecutivas, fue miembro del Comité Cívico, prefecto, diputado y dos veces gobernador. En las últimas elecciones ganó por cien mil votos, lo que significa más del cincuenta por ciento del electorado de Tarija. Producida su vacancia, fue sustituido, como era de esperar, por un fiel seguidor a Morales, Lindo Condori, dirigente del MAS local, quien ante los 100.000 votos de Cossío obtuvo ¡1.500!

Una de las irregularidades cometidas en el defenestramiento del gobernador es que la Asamblea departamental, dominada por partidarios de Morales, sostuvo que por el simple hecho de estar imputado por la ley el gobernador puede ser destituido, cuando en realidad lo que se exige es una sentencia firme y ejecutoriada de los tribunales correspondientes. Cossío, que era considerado como “burgués” y “reaccionario” en los círculos del Palacio del Quemado de La Paz, había cometido el peor de los errores que podía cometer: sin agitar al viento proclamas marxistas, sin ataques al capitalismo ni al imperialismo colonialista, llevó adelante programas sociales consiguiendo un gran éxito en la salud pública y la educación, cosa que los del MAS a la luz de Marx, Lenin, Stalin, Fidel Castro y Chávez no han logrado aún hacer.

Es notable cómo los dictadores, ya sean de derechas, ya sean de izquierdas, se parecen todos: utilizan el mismo lenguaje, los mismos términos, los mismos métodos, las mismas técnicas para desacreditar a las personas y dejar fuera de juego a sus enemigos políticos más peligrosos. Los más peligrosos son aquellos que mayor posibilidad tienen de hacerles sombra en alguna futura elección. Si alguien lo duda que le pregunte a Vladimir Putin sobre Mijail Jodorkovski, que acaba de ser condenado por un tribunal de Moscú a catorce años de cárcel y hay que esperar lo que dirá el juez que tiene pendiente otro juicio que involucra al ex magnate ruso del petróleo. Esto asegurará que esté en la cárcel y no pueda presentarse a las elecciones de 2012 para disputarle el puesto a Putin. Lo mismo viene haciendo Hugo Chávez en Venezuela, quien aparentemente respeta el resultado de las elecciones, pero muestra una habilidad sorprendente para convertir cualquier fracaso en triunfo modificando las leyes a su antojo como cuando prohibió que el intendente electo de Caracas, enemigo político suyo, entrara al centro de la ciudad.

La ventaja que tiene Morales es que habla poco, es muy callado, todo lo contrario de su colega bolivariano venezolano que es un bocaza, lo que hace que nada de lo que haga pase desapercibido. En tanto, nuestro vecino va tejiendo con mucha habilidad su dictadura “socialista del siglo XXI” y nosotros miramos el espectáculo como desde un balcón de honor. Hay que preguntarle a Colombia cómo se siente con sus vecinos: Ecuador y Venezuela, cuyos territorios sirven de “nicho” o “santuario” a los criminales de las FARC. 

¿Será Bolivia, con el tiempo, “nicho” o “santuario” para los criminales del EPP? Habría que preguntárselo a Lugo o a Rafael Filizzola, que están más interesados en conseguir los programas informáticos para espiar a sus enemigos en lugar de tomar las cosas en serio, por más que les llamen “reaccionarios” y “burgueses”.

Abrigo la ilusión que estas sugerencias se debatan porque como ha dicho Einstein “pretender la obtención de resultados distintos con las mismas causas es una muestra de insensatez”. El sistema no puede basarse en el simple deseo de que los que ocupen cargos políticos sean buenas personas, sino en incentivos fuertes y limitaciones claras para contar con gobernantes condicionados a no salirse de lo convenido en el contexto de una sociedad de hombres libres. Dados los acontecimientos que son del dominio público, se hace necesario desplegar la imaginación para ponerle coto al Leviatán, debe insistirse en el punto hasta dar en la tecla porque como ha escrito Miguel de Unamuno: “El modo de dar una vez en el calvo, es dar cien veces en la herradura”.

raulamiel@gmail.com
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“EL NUEVO CONTEXTO POLÍTICO DEL PAÍS” EXPOSICIÓN DEL PROFESOR PEDRO NIKKEN EN LA REUNIÓN DE ANÁLISIS DEL NUEVO ESCENARIO NACIONAL REALIZADA EN LA UCAB (CARACAS) EL DÍA 4 DE ENERO DE 2011

Agradezco al Rector Virtuoso el honroso y comprometedor encargo de introducir la nueva situación política, surgida como consecuencia de la súbita irrupción de un nuevo marco institucional que violenta la Constitución así como estándares universales de la democracia y del estado de derecho. Después de haber completado mi carrera académica en la Universidad Central de Venezuela, no puedo ocultarles mi emoción al regresar a la Universidad de donde egresé en 1968 para compartir con la comunidad reflexiones sobre los graves momentos por los que atraviesan la Universidad venezolana y la República misma.

Comienzo con dos puntos aclaratorios de esta introducción. El primero consiste en pedir disculpas anticipadas por un análisis predestinado a ser incompleto. Dada la envergadura de las transformaciones del orden jurídico-político involucradas en el paquete de leyes y medidas decididas por la Asamblea Nacional y el gobierno como un todo, estoy seguro de que esta presentación olvidará o no tendrá presentes algunas de ellas. El segundo, está referido a la naturaleza de esta presentación, que no se referirá de manera particular al contenido concreto de cada ley componente de ese paquete. Se trata entonces de una visión global, que tratará de determinar en qué punto del proceso político de la Revolución Bolivariana nos encontramos.

El nuevo cuadro político, surgido de la asonada parlamentaria de diciembre de 2010, se caracteriza por el abandono desembozado de principios fundamentales de la democracia y del estado de derecho. Esto se manifiesta en dos órdenes concurrentes. Por una parte, tenemos una nueva sobredosis de concentración del poder en cabeza del Presidente Chávez. Por otra parte, se ha tomado medidas que agravan dramáticamente la asfixia de la sociedad y cercenan la disidencia y la crítica.

I.  Más concentración de poder: autoritarismo

La primera medida que tomó la Asamblea Nacional en diciembre, el día 8, fue la atropellada designación de nuevos Magistrados (9 principales y los 32 suplentes) al Tribunal Supremo de Justicia, sin atenerse a los requisitos prescritos por la Constitución, toda vez que se ha designado a abogados sin la experiencia judicial ni académica exigida, como lo son varios parlamentarios actuales del partido de gobierno, cuyo mandato como tales se extingue el 5 de enero de 2011. Si la politización e instrumentalización del poder judicial eran un hecho notorio, esta última designación agudiza el vicio hasta lo grotesco.

Tan grave, que una ex magistrada, no caracterizada precisamente por su posición crítica frente al régimen, como lo es la profesora Hildegard Rondón de Sansó, la resumió diciendo que “un sector fundamental del poder del Estado, va a estar en manos de un pequeño grupo de sujetos que no son juristas, sino políticos de profesión, y a quienes corresponderá, entre otras funciones el control de los actos normativos.” Se completa así el anonadamiento de la justicia que ha venido fraguándose desde que se instauró el actual régimen.

Sin menoscabo de la importancia de esas designaciones, lo más grave ha sido lo que no vacilo en calificar como golpe de estado contra el parlamento electo el 26 de septiembre de 2010. Una Asamblea Nacional agónica delegó en el Presidente de la República la potestad de legislar durante un período que excede de su mandato, durante el cual esa potestad correspondía y corresponde a quienes eligió el pueblo para ejercerla. Más allá de las formas jurídicas, es obvio que se incurrió en un claro abuso de poder, que defrauda ilegítimamente la voluntad del soberano. La mayoría circunstancial de 2005 encontró un ardid para imponerse sobre el voto de 2010 y extender el efecto de aquel precario mandato hasta 2012. Es una imposición a la vez ilegítima y antidemocrática, que se prevale de la sumisión del poder judicial para garantizar que se la comete impunemente.

Adicionalmente, haciendo abstracción de la justificación invocada para semejante delegación legislativa y de su fundamentación formal en la Constitución venezolana, con ella se ha facultado al Presidente a decretar leyes que, bajo conocidos estándares internacionales de universal aceptación, sólo pueden emanar de los órganos legislativos previstos en la Constitución y democráticamente elegidos, como lo son el establecimiento de nuevos delitos y penas, y las limitaciones a los derechos humanos, incluida la anunciada restricción de la cooperación internacional que reciben las organizaciones de la sociedad civil en Venezuela, que luchan en defensa y promoción de los derechos humanos, tanto civiles y políticos como económicos, sociales y culturales. Este es un aspecto inderogable del principio de legalidad, esencial para la vigencia del estado de derecho y la democracia constitucional.

A esto se agrega que se ha reformado el Reglamento de la Asamblea Nacional, en términos que restringen de manera irrazonable y abusiva las posibilidades reales de que los diputados elegidos el 26 de septiembre de 2010 puedan ejercer efectivamente su mandato. Se reducen las sesiones a una semanal y limita el tiempo que puede usar un parlamentario en los debates a diez minutos máximo y a tres minutos de réplica. Para privar a los 65 diputados que eligió la oposición del ejercicio real de su mandato, se ha procedido a sepultar al parlamento como tal. Se ha configurado así un verdadero golpe de estado contra la Asamblea Nacional elegida el 26 de septiembre de 2010, a la que se pretende condenar a ser un parlamento que no legisla y que no debate.

Adicionalmente, la Asamblea Nacional saliente ha aprobado, sin un debate abierto y participativo en su seno ni en la sociedad, un conjunto de leyes que se apartan del concepto de Estado federal descentralizado pautado en la Constitución de 1999 para sustituirlo por el Estado comunal centralizado, con lo que se culmina un proceso ilegítimo iniciado hace dos años destinado a dar vida, por la vía legislativa, a la reforma constitucional  propuesta por el Presidente de la República en 2007 y rechazada por el pueblo en el referéndum que tuvo lugar el 2 de diciembre  de esa año. Se consolida una reordenación territorial fundada en las denominadas comunas y la creación de un “Poder Popular”, no previstos en la Constitución; se sustituye al municipio como “unidad política primaria de la organización nacional”, como lo pauta la Constitución, por la comuna y se pretende despojar, en cambio, de sustanciales competencias a órganos constitucionales electos popularmente, como lo son los alcaldes municipales y los gobernadores estadales.

Adicionalmente, a través de una ley especial, se ha concebido un “sistema económico comunal” al margen y en contra de la Constitución, en el cual se impone el llamado modelo productivo socialista, se crea una banca comunal, se ignora la propiedad privada y se la sustituye por una indefinida “propiedad social”, se introduce una “moneda comunal” al margen del Banco Central de Venezuela y establece el trueque como medio institucional de comercio de bienes y servicios.

Esta estructura, que afecta a todos los estados y municipios, es particularmente nociva en las entidades territoriales donde el partido de gobierno perdió las elecciones, pues se traduce en el desplazamiento de alcaldes y gobernadores electos por el pueblo conforme a la Constitución por funcionarios y entidades no constitucionales, que obedecen las líneas y directrices del Presidente de la República. Este es un punto de inflexión en la asfixia a la sociedad y a la disidencia, característica que no limita el momento político actual a los riesgos de autoritarismo, sino a que el Estado cope todos los espacios del cuerpo social, en un proyecto totalitario.

II.  La asfixia de la sociedad: el totalitarismo

Otras leyes vulneran las reglas del juego democrático y evidencian franca contradicción con disposiciones explícitas de la Constitución de 1999,  con el inocultable propósito de ahogar y penalizar a quienes disienten del proceso político impulsado por el Presidente Chávez. Entre éstas se encuentran una reforma a la ley que rige los medios de comunicación audiovisuales, que restringe aún más la libertad de expresión y que afecta incluso la libertad de utilización de Internet en Venezuela; una ley con conceptos vagos que permite sancionar a las organizaciones de derechos humanos que reciban financiamiento de la solidaridad internacional, como se autoriza y promueve en cánones aprobados por las Naciones Unidas; y una ley que priva a las universidades del pluralismo y la autonomía que son de su esencia y que les reconoce la Constitución. Se trata de sofocar todo foco de disidencia, con la imposición de un pensamiento único o, lo que es peor, de abolir el pensamiento crítico y abatir el pluralismo democrático.

Adicionalmente, se han agudizado las confiscaciones de la propiedad privada. Se ha burlado la norma constitucional según la cual “sólo por causa de utilidad pública o interés social, mediante sentencia firme y pago oportuno de justa indemnización, podrá ser declarada la expropiación de cualquier clase de bienes.” Con el apoyo de la Fuerza Armada, vale decir, de las armas de la República, se ocupan tierras, inmuebles e instalaciones industriales y comerciales productivas, sin juicio de expropiación ni pago de indemnización. Se avanza así hacia el estado propietario de los bienes de producción, conforme a los reconocidos cánones del llamado socialismo real.

Por último, pero no por ello menos importante, el Consejo Nacional Electoral, con una composición aún más radicalizada de partidarios del gobierno, ha establecido nuevas restricciones a la observación electoral. Se suprimió, en la práctica, la observación internacional, mientras que se ha sometido a la observación nacional a restricciones inadmisibles, como la confidencialidad de sus resultados. Tras una amenaza de cancelar el reconocimiento de Ojo Electoral como observador nacional en las elecciones parlamentarias de septiembre, no se lo acreditó como tal en las elecciones parciales del 5 de diciembre. Las elecciones de 2012 se avizoran así como un evento en el cual el Presidente Chávez no invitará al electorado a reelegirlo sino que le ordenará así hacerlo.

Conclusión: Se traspasó la frontera de la democracia.

Con estas acciones, ejecutadas sorpresivamente en un lapso de pocos días, se han afectado elementos esenciales y componentes fundamentales de la democracia según la Carta Democrática Interamericana, como lo son, el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales, el ejercicio del poder con sujeción al Estado de Derecho, la separación e independencia de los poderes públicos, la transparencia de las actividades gubernamentales y la libertad de expresión y de prensa.

Creo que esto se explica porque el gobierno ha constatado que su verdadero proyecto político carece de respaldo popular y ha resuelto imponerlo a como dé lugar.

En el plano político, a partir de su reelección en 2006, el Presidente Chávez ha venido propulsando un mayor radicalismo de su proyecto político y, en paralelo, ha visto disminuir progresivamente su popularidad, su credibilidad y su capacidad de convocatoria. Desde entonces sólo ha ganado claramente una elección, que fue la enmienda para permitir la reelección, en la que tuvo que emplearse a fondo, abusando, como nunca, de los recursos del Estado y presentándola no como un  mecanismo para permitir su perpetuación como Presidente vitalicio, sino como una ampliación de los derechos del pueblo elector, e implicando a gobernadores y a alcaldes en la propuesta. Perdió el referéndum constitucional de 2007, sufrió un descalabro en las elecciones locales de 2008 y perdió, en las cifras nacionales de votación, las parlamentarias de 2010, aun cuando, dadas las características de los circuitos electorales, consiguió mayoría parlamentaria, aunque menor a las tres quintas partes de los diputados electos. Estas mermas no son casuales, y pueden encontrar explicación parcial en el rechazo mayoritario a las medidas más radicales del gobierno, en particular cuando se asocia con el modelo cubano, cuando ataca la propiedad privada y cuando vulnera la libertad de expresión.

Adicionalmente, la situación económica ha venido empeorando, como seguramente será explicado por la profesora Patricia Hernández. La devaluación de cerca del 70% del bolívar sobre el dólar, para bienes de primerísima necesidad, tendrá un efecto devastador sobre la economía de los más necesitados y redundará sin duda en un aumento significativo del malestar social. Los avances que, según las estadísticas oficiales, se han producido en el combate a la pobreza crítica, se desvanecerán con esta nueva carga tributaria a los pobres, que se traduce en aumentos de no menos del 50% en alimentos de la cesta básica y en medicamentos.

Ese contexto presagia que la caída de la adhesión al proyecto político del Presidente Chávez se agudizará en lo inmediato. Curiosamente, cuando la mayoría ha mostrado que repudia la radicalización, lejos de seguir democráticamente ese parecer mayoritario, se escoge el camino de transgredir gravemente las reglas de la democracia constitucional, para imponer por la fuerza el proyecto radical. Me atrevo a decir que entre la situación política y la situación económica al proyecto bolivariano se le acabó la gasolina de la democracia y ha optado por recurrir a esquemas conocidos del llamado socialismo real. El pregonado socialismo del siglo XXI muestra entonces su verdadera cara de estalinismo del siglo XX.

El régimen del Presidente Chávez hizo abandono de su legitimidad democrática de origen y la pervirtió en su ejercicio. Entramos en la etapa de la dictadura, una palabra que muchas veces me rehusé a pronunciar cuando pervivían, aunque precarios, los espacios democráticos que se han cerrado abruptamente con la asonada parlamentaria de diciembre último. Se ha orquestado un golpe de estado contra las instituciones democráticas y contra la mayoría que votó contra el gobierno en las elecciones parlamentarias, al abrigo de la sorpresa y en plenas festividades navideñas. Ha sido una estratagema premeditada y bien tramada, propia de un gobierno que utiliza la astucia de los militares que gobiernan para tender emboscadas.

Es natural que el actual estado de cosas despierte la indignación de la sociedad, tanto por las medidas que han configurado un golpe contra la democracia, en los ya reducidos espacios que quedaban, como por las consecuencias sociales de la devaluación de la moneda. Por lo tanto, es previsible también que el porvenir sea de mayor represión y de mayor espionaje, como corresponde a un gobierno que ha decidido abandonar el camino de la democracia. No es concebible que el gobierno haya tramado este sorpresivo escenario en diciembre si no está listo para ahogar brutalmente las protestas en enero, como ya lo han hecho en el pasado los gobiernos impuestos por la extinguida Unión Soviética en Europa del Este.

Sólo la magnitud de la reacción de la sociedad será capaz de inhibir la represión. Ese es un reto para la sociedad. Creo que no tiene otro camino que la protesta masiva, la desobediencia y la resistencia para enfrentar la destrucción de las instituciones democráticas; pero debe prepararse para hacerlo con éxito. La sociedad no está suficientemente organizada para el reto que tiene frente a sí. Corresponde a sus líderes improvisar esa organización y trazar una estrategia eficaz y coherente para obligar al gobierno a retroceder.

Otra dificultad de la reacción contra el nuevo cuadro político es la desmoralización de la sociedad, agotada por luchas fracasadas, atizadas por una alarma que no siempre se justificaba. Es capital que las luchas que se avecinan se encarguen de levantar la autoestima y la confianza en la capacidad del pueblo para imponerse sobre la ilegitimidad que se abate sobre el país.  Si la sociedad no se levanta de inmediato, el gobierno aplicará todo el paquete legislativo de diciembre sin dificultad y anonadará a una sociedad pasiva. Pero es necesario que la protesta esté impregnada de optimismo y de la ilusión de construir la grandeza de Venezuela.

La comunidad internacional debe ser movida a considerar la nueva situación venezolana. Esto no será posible sin una reacción popular adecuada. A la vez, una iniciativa de los foros internacionales de debatir  el último giro del gobierno venezolano, puede ser un aliento importante para esa reacción popular. Sin embargo, no deben cifrarse ilusiones en lo internacional. Puede ser un respaldo, pero no es la solución. La solución está en nosotros mismos, llamados hoy por la historia a estar a la altura de un desafío que es de vida o muerte. 

La supervivencia de la Universidad autónoma, científica y fecunda y de la República democrática, constitucional y pluralista dependerá del éxito de las luchas populares para su salvación. Es nuestra decisión llevarlas adelante con determinación y con brío, contra la represión, el autoritarismo y el totalitarismo de la dictadura que se instaura ante nuestros ojos. 

Con todos los medios pacíficos legítimos de los demócratas, pero también con la determinación de sostenerla por el tiempo que sea necesario hasta vencer.

¡Nunca nos rendiremos! ¡Nunca

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DESPEÑADERO. AMERICO MARTIN, EN EL NUEVO HERALD

El presidente Chávez quiere vencer donde otros fracasaron. Para hacerse entender se prodiga en palabras que nos dejan tan perplejos como a él mismo. Pero no nos desanimemos, las excavaciones arqueológicas podrán reconstruir un mapa de ese enigma indescifrable para nuestros modestos conocimientos actuales.

•  Primero fueron las cooperativas. Consumieron ingentes recursos, pero nosotros, insensatos, no terminamos de entender que los millones de carenciados que esperaban recibirlos, encarnan el sacrificio impuesto por la obra irredenta. La aventura comenzó circa 2003. Según Oscar Bastidas Delgado, un cooperativista de veras, murieron 346,000 de las 366,000 constituidas. Es el cementerio de cooperativas más grande del mundo.

Sin heroicas pretensiones, las cooperativas funcionan bien en muchos países, pero nadie en nuestro castigado planeta fundó tantas en tan poco tiempo. ¿Por qué entonces el colapso? Un alto funcionario del gobierno, Haiman El Troudi, enfatizó la pésima formación, la fraudulenta inscripción de empresas como cooperativas para obtener créditos no reembolsables, y la explotación del trabajo ajeno. La catástrofe se llevó, al pasar, las empresas de producción social y la pomposa cogestión.

•  Pero el presidente no desmaya. Hombre de pálpitos sublimes, decidió impulsar la revolución de las comunas, forma actualizada de su socialismo. Cuba, China y Camboya pudieran discrepar. Las granjas estatales de la Isla --casi 80% de las tierras-- están siendo convertidas en unidades básicas de producción cooperativa recibiendo la propiedad de sus medios de producción aunque las tierras, sólo en usufructo. La precaria reforma cubana queda resumida en los patéticos emblemas de Raúl Castro: ``Rectificamos o nos hundimos'', ``Cambiar o morir''. Es la vacilante apertura al ingenio e inversión particulares. En todo caso va en dirección opuesta a la de un Chávez que, puño en alto, estatiza centenares de fincas productivas indefensas.

•  2011 será el año del auge ¿y caída? de las comunas. ¡Si algún valiente le contara lo ocurrido en China y Kampuchea! Mao, endiosado mandarín rojo, era también hombre de impulsos suicidas. Un gran genio de la guerra, pero estadista abominable que lanzó a su país al barranco del gran salto adelante, las comunas y la siniestra revolución cultural.

Las comunas chinas eran unidades militares. ¿Suena conocido? Asumieron la transición al comunismo mediante la colectivización, el estatismo y la militarización. El resultado fue trágico: retroceso técnico, cosechas desastrosas, muerte de las siderúrgicas comunales. Todo desembocó en hambre, casi hambruna. Mao no entendía la dinámica de la rentabilidad y la urgencia de inversiones privadas y tecnologías avanzadas. De tan descomunal naufragio emergió el hombre de los gatos, Den Xiaoping, y el actual desarrollo capitalista chino. Fue la segunda muerte del Gran Timonel.

El deus ex machina de la revolución agraria y comunal de la Kampuchea de Pol Pot era la solidaridad comunista. Un sistema de comunas improductivas, ideología a la fuerza y ``Hombres Nuevos'', tres millones de los cuales fueron asesinados. En 2006 un tribunal internacional enjuició por genocidas a Pol Pot y sus compañeros. La palabra ``comuna'' suscita terror en los camboyanos.

•  ¿Qué es lo que no entienden Chávez y su ciego entorno? Crearon una estructura sumisa cuyos saldos rojos sistemáticos son cubiertos con dinero público, tanto más si destruyen el tejido histórico natural que dio origen a ciudades, alcaldías y gobernaciones. Esas comunas tendrán su sistema financiero, sin formación ni credenciales. Como no están sometidas a las Leyes de Bancos y de Contraloría manejan billonadas sin supervisión alguna. La improductividad, la corrupción, la lucha feroz por el control interno ya son desgarradoras.

El destino está escrito: el final de las comunas será colosal, más que el de las cooperativas bolivarianas. ¿Prólogo de un profundo cambio democrático?

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http://www.elnuevoherald.com/2011/01/08/865504/americo-martin-despenadero.html#ixzz1ARq5ykN3

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FATUM. JURATE ROSALES

Chávez gobierna bajo el signo de la fatalidad, el FATUM romano que empuja la persona a su propia pérdida. Los venezolanos, menos crueles, lo llaman La Pava. Destruye a su país, a su pueblo, terminará destruyéndose y pareciera que no puede escapar de una maldición que lo llevó a despilfarrar en una década un capital de popularidad y dinero como nunca se ha visto antes en la Historia moderna.
 Fatum. En la mitología romana era el destino, la fatalidad. Una maldición que empuja a su víctima a un final trágico, por más que ella haga esfuerzos para escapar de lo que ya está escrito.

    Cuando empezaba la primera década del 2000, Hugo Chávez lo tenía todo. Una popularidad abrumadora, unos ingresos fabulosos y un discurso que prometía a los venezolanos una época de prosperidad y felicidad. Ni siquiera necesitaba mucha capacidad administrativa ni hacía falta rodearse de genios: le hubiera bastado seguir desarrollando el plan de expansión de PDVSA que ya existía (para el 2011 Venezuela hubiera tenido la prevista capacidad de producir 8 millones de barriles diarios) y dejar que todas las demás ramas del gobierno funcionen aprovechando aquellos enormes recursos para transformar al país en un magnífico ejemplo de superación y no sólo alcanzar, sino superar el Primer Mundo, colocándose a la par de Noruega, que sí lo hizo y es considerada el paraíso de los trabajadores.

    Termina la década, surge la pregunta: ¿qué pasó? Fueron despilfarrados 950.000 millones de dólares en diez años. Si los dividiéramos por los casi 30 millones de habitantes de Venezuela, esto significaría que a cada venezolano le tocaba disfrutar del equivalente a 31.666 MILLONES de dólares en diez años. Insisto en la cifra millonaria,  porque son 3.166 MILLONES de dólares anuales por persona, que cada venezolano debía haber recibido en la forma de mejoras en su calidad de vida y a su vez, en educación, inversiones, incentivos que le hubieran permitido ser productivo para agregar aún más a su bienestar.
     Hoy, a diez años de la bonanza, no queda nada hecho, nada invertido, nada conseguido y por el contrario, hay un país endeudado no solamente por los años venideros, sino por décadas, puesto que hasta lo poco de petróleo que todavía produce, ha sido entregado ya a China, a futuro por muchos años. Queda una población empobrecida, carente servicios elementales como la luz eléctrica, vivienda cómoda, vialidad y que pronto, por los vientos que soplan, no tendrá comida.

El Fatum en acción

      Venezuela es un país fabulosamente rico, bendecido por la naturaleza. De no haberle destruido PDVSA, Venezuela seguiría siendo un país rico y todavía algo de petróleo – en forma muy disminuida – PDVSA produce.
       Cuba es una isla pequeña, carente de riquezas naturales, sometida a un dictador cuya única meta es permanecer en el poder. Fidel Castro tomó el poder por la vía armada, a manera de golpe militar guerrillero y de inmediato, buscó quien lo mantenga.

       En enero de 1959, Fidel era el guerrillero que meses antes había derrocado a un dictador y Rómulo Betancourt era presidente electo de Venezuela (todavía no se había encargado de la presidencia). Fidel Castro viajó a Venezuela para exigir petróleo, explicando que era la única manera que tenía su gobierno de sobrevivir. Betancourt le contestó que ese petróleo no era para regalarlo. Era para Venezuela y los venezolanos.

       Ante la negativa venezolana, Fidel Castro viajó a Estados Unidos en un esfuerzo de conseguir el patrocinio de Washington. Allí le alcanzó su hermano Raúl, quien era entonces alumno privilegiado en la policía secreta de la URSS y ocurrió un famoso pleito a gritos en el hotel donde Fidel se hospedaba. El objeto del pleito era a dónde arrimarse mejor. Al final, ante la negativa norteamericana, a Fidel no le quedó como solución sino el patrocinio de la Unión Soviética, al elevadísimo precio de sacrificar a los cubanos no sólo en su calidad de vida, sino como carne de cañón en África. Fidel, cuya ideología se adaptaba a las circunstancias, se quitó el crucifijo que enarbolaba en la Sierra Maestra, empuñó la hoz y el martillo e instauró el comunismo en Cuba.

        Al declinar el patrocinio soviético, Castro buscó desesperadamente otro buen árbol para arrimarse. Existe la relación de los avances diplomáticos que intentó con Felipe González en España y con François Mitterand en Francia, donde el intermediario en París fue un amigo personal de Castro, el ministro francés Régis Debray. Los esfuerzos fueron vanos. La URSS se desmoronaba y a Fidel, los gobiernos socialistas europeos no lanzaban un cabo.

     Con la caída del muro de Berlín la situación de Castro se hizo insostenible y es cuando apareció Hugo Chávez. Era la víctima perfecta, con tal de seguir fomentando en él sus particulares fijaciones mentales de un liderazgo continental y, ya que a eso vamos, ilusionarlo hasta con un liderazgo mundial. Poco importaba que por esos sueños de grandeza faraónica, Venezuela se desangrara distribuyendo en el mundo sus riquezas – y las de su pueblo -, con tal de que lo grueso del desagüe se canalizara hacia Cuba. Al dominar a Chávez sobre la base de una fantasía de Hugo, los Castro consiguieron prolongar su dictadura una década más.

El último recurso

       Lo que hubiera sido un plan racional de Fidel Castro a favor de su régimen dictatorial, se descarriló por lo irracional del pupilo. Eso de despilfarrar casi un mil de miles de millones de dólares en el mundo, creyendo que con eso se erigiría como el nuevo Mesías universal, resultó en lo que era: locura total.

       El capital inicial de Hugo Chávez en el 2000 era tan escandalosamente cuantioso en popularidad y dinero, que necesitó una década entera para agotarse y para que los venezolanos –sobre todo los pobres que estaban encandilados -se percatasen de que su país está destruido, el dinero se acabó, el petróleo no da más y en diez años no se construyó ni se mejoró nada.

        Lo que queda ahora – y en eso al régimen cubano le va la vida – es amordazar y someter a los venezolanos de la misma manera como Fidel Castro, con el asesoramiento de la URSS, logró someter y amordazar a los cubanos.

          Venezuela y los venezolanos es lo que menos importa – que a Fidel nunca le importó- , porque se trata de un asunto de vida o muerte para la dictadura cubana.

El horrible papel de las focas

      La atropellada carrera para imponer a Venezuela por la vía legislativa el paquete comunista, llenará con su descripción páginas de los manuales de Historia por décadas y siglos, hinchándose su importancia a medida que pasen los años y se adquiera la perspectiva que ofrecen los acontecimientos desencadenadores de grandes eventos. Unos extraños diputados mudos y ciegos, se prestan a la farsa de aprobar en minutos y sin leerlas, leyes de 250 o más artículos en materias tan vitales como el sistema de gobierno (Ley del Poder Popular, Ley de la Controlaría Social, Ley de Planificación Pública y la Ley de Comunas), los medios de comunicación (Ley de Responsabilidad Social de la Radio y Televisión), los Derechos  Humanos (Ley de Cooperación Internacional que cercena el financiamiento de las ONG), el sistema económico (Ley del Sistema Económico Comunal, la Habilitante al Presidente de la República) y la educación (Ley de Universidades). Esos diputados que sin procedimiento legal alguno aplauden y votan a favor del paquete comunista, tendrán sus nombres colocados en aquellas páginas de la Historia. Al igual que después del período nazi, cuando los hijos y nietos de los líderes hitlerianos buscaban cambiarse el apellido, los hijos y nietos de esos diputados cargarán para siempre con un peso que marcará sus vidas, porque el  “paquete de leyes” que hoy se aprueba será la semilla de sangrientas convulsiones de resistencia, pasiva y/o activa, de las que seguramente nacerá una Venezuela distinta y nueva.
 ¿Cuánto tiempo durarán los dolores del alumbramiento?  Es la gran incógnita. Pero su semilla se habrá sembrado en este fatídico mes de diciembre que cierra la década.

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