martes, 6 de diciembre de 2011

JUAN JOSÉ MONSANT ARISTIMUÑO: CAPITALISMO POPULAR (PALESTRA)

              De no tener un Estado, cualquier Estado o, si se quiere, cualquier nación organizada sobre un territorio determinado una riqueza natural y de valor de cambio como el oro,  diamantes,  gas, petróleo o cualquier mineral natural o de laboratorio preciado por la civilización para su desarrollo y supervivencia, debe uno preguntarse con una elemental lógica racional, cómo un Estado o nación carente de esos bienes preciados para el intercambio comercial puede sobrevivir sin una mínima oferta de calidad de vida que garantice la permanencia y seguridad de esa comunidad humana.
Con o sin esas condiciones el estado ejerce su razón de existencia a través del impuesto recolectado a las personas naturales o jurídicas que lo aportan de las ganancias libremente obtenidas a través de su iniciativa que genera producción de bienes y servicios a la sociedad. Los impuestos recabados por el estado los debe administrar y devolver al todo social en seguridad, asistencia social, salud, producción, infraestructura, educación, disfrute del ocio, inversión e investigación.

               Sencillo, el ciudadano produce, crea empleos, hace investigación, invierte, genera riqueza; el estado garantiza la justicia, la solidaridad, el bien común, el reparto equitativo de la riqueza nacional, la seguridad, la calidad en la educación, salud y reglas sociales libremente aceptadas a través de sus instituciones. Esto es lo que conoce como el carácter subsidiario del estado,  es decir asume sólo aquellas tareas que el hombre o la sociedad civil no puede asumir por sí solo.
El ciudadano dejado a su plena libertad, sin norma legal regulatoria, genera anarquía y  apabullamiento, su cara económica es el capitalismo salvaje. El Estado, con o sin riquezas naturales, asumiendo las funciones totales del ciudadano crea la tiranía de un hombre, de un partido, de una casta que cercena la libertad individual, su cara económica es la estatización del sistema productivo de bienes y servicios que culmina en la libreta de racionamiento, la obsolescencia,  la escasez y la tristeza ciudadana.
               Entre los dos extremos deshumanizantes se encuentra el del Bien Común, el carácter subsidiario del estado, la economía de mercado, la iniciativa privada y el Estado de Derecho sustentado en un ordenamiento legal en función de ése Bien Común que incluye los valores éticos y culturales del todo social garante de la cohesión, la solidaridad y la continuidad.
Entiendo que esta es la propuesta, a grosso modo, presentada por María Corina Machad, que llama “capitalismo popular”  y, aunque por diversas razones no me gusta la denominación, definitivamente su oferta es la única viable, lo contrario es la continuidad de la actual anarquía, poderes sometidos al arbitrio del caudillo y la arbitrariedad del funcionario frente al hombre; es decir, el ciudadano para el estado y no el estado para el ciudadano.
jjmonsant@gmail.com

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