sábado, 19 de noviembre de 2011

ZENAIR BRITO CABALLERO: “COSAS LINDAS QUE LA JUVENTUD DEBE APRENDER”


Si estás leyendo esta columna, ya has recibido una bendición, porque más de 2 mil millones de personas en el mundo no saben leer o son ciegos.
No le quites a alguien la esperanza; puede ser lo único que esa  persona posee. No tomes decisiones cuando estés enojado. Cuídate de quien no tenga nada que perder. Aprende a decir no, con cortesía y presteza.
No esperes que la vida sea justa ni te apesadumbres al perder una batalla, si esto te lleva a ganar la guerra; por tanto, no aplaces las cosas; hazlas en el momento preciso. No temas decir, no sé, lo siento o te amo, y procura contemplar el amanecer al menos una vez al año.
Cuando hables con alguien, míralo a los ojos. Di, por favor y gracias, con más frecuencia. Trata a los demás como quisieras ser tratado; aprende a guardar secretos, reconoce tus errores, di siempre la verdad, o cállala si sabes que puedes herir con ella. No cuentes todo lo que oigas, ni digas todo lo que piensas, ni creas todo lo que te digan. Tampoco olvides que aprender a escuchar, es un arte. Disfruta la belleza.
De la elección que hagas de tu pareja, se derivará la mayor parte de tu felicidad. Pero aprende a gastar menos de lo que ganas. No pierdas el control en ningún momento; cuenta hasta diez antes de actuar. Medita treinta minutos todos los días. Disfruta del descanso. Conserva tus amistades. Se honesto y gánate el respeto de los demás.
No olvides que tienes derecho a ser feliz. Así que desecha el odio y el rencor, que te hacen más daño a ti. Hay cosas en la vida que nunca regresan: las palabras pronunciadas, el tiempo transcurrido y las oportunidades perdidas. La edad es algo mental, si no te preocupa, no te afectará. Procura hacer una sola cosa a la vez. Descubre lo placentero de las cosas elementales, como respirar, comer, caminar, saborear, tocar, ver, dormir.
La felicidad es como una alcancía, échale todo lo que puedas. ¿No crees que sería bueno hacer, de vez en cuando, un inventario de los bienes que has recibido de Dios  para así vivir con mayor alegría y optimismo? ¿Por qué llorar mientras vas por la vida, cuando otros ríen y no tienen pies? ¿Por qué vivir pensando en cosas que te hacen sufrir, en vez de recordar las que te hacen bien?
Tienes un organismo que funciona a la perfección: células, trabajando continuamente y obrando todas en tu favor y en perfecta armonía; piernas y pies  dotados de músculos, huesos y nervios suficientes para moverte y poder pasear, correr, bailar y hacer deporte. Eres un ser humano, el único animal que puede hablar, para calmar al airado, animar  al abatido, estimular al cobarde y decir palabras amorosas.
Cuentas con un par de oídos para escuchar el ulular del viento, el reír de los niños, la suave música de las orquestas, el trepidar de las aguas y el sonido de las palabras amables de las personas que estimas.
Posees un cerebro extraordinario, capaz de almacenar todos tus recuerdos, discernir, hacerte sentir todas las sensaciones que tus sentidos perciben; pero, más aún, ser el origen de todos tus sentimientos. Tienes unos ojos que te permiten gozar de la magia de los colores, de la luz, de la simpatía de las personas y de la majestad de la naturaleza. Tienes un corazón que es una maravilla de la creación. Bombea hora tras hora, toda la vida, despierto o dormido, impulsando la sangre a través de venas y arterias, para alimentar hasta la última célula de tu cuerpo. Y así, hasta el más sencillo de tus órganos trabajan para darte una vida saludable.
Dedica menos tiempo a pensar en lo que te hace falta y mejor detente a recordar y agradecer lo bueno que posees. Y no sólo con respecto al cuerpo, sino también a los dones de que disfrutas: la familia,  las amistades, las comodidades y hasta las oportunidades que se te presentan a diario. Por eso, no veas solamente lo que te hace falta, ¡agradece lo que ya tienes! Has cuentas de tus bienes y de tus alegrías también. No pierdas tiempo rememorando  tus males. Y si te has despertado hoy con fuerza y sin dolor, tienes más suerte que muchas otras personas.
Colecciona pensamientos alegres y optimistas y no se te olvide alejar de tu mente el pesimismo y los recuerdos tristes. Si has visto a tus padres hacerse viejecitos juntos, eres un privilegiado. Si puedes esbozar una sonrisa y estar agradecido por todo lo que has recibido, eres un afortunado porque muchos, pudiendo serlo, no lo son. 
Si puedes tomar la mano de alguien y abrazarlo, alégrate, quiere decir que no estás solo. 
Si estás leyendo esta columna, ya has recibido una bendición, porque más de 2 mil millones de personas en el mundo no saben leer o son ciegos.
britozenair@gmail.com

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