viernes, 18 de noviembre de 2011

LUIS ALFONSO DAVILA GARCIA: CANGUELO (MIEDO)

De uso corriente, no es.  Es, más bien, un término usado en España para referirse al miedo de un equipo de fútbol cuando está por enfrentar a su peor rival. Significa también pánico, temor.  Es un vocablo caló,   gitano. Diarrea del combatiente, le dicen en los ejércitos. Aquí en Venezuela le decimos de otro modo y disculpen Uds. lo extenso de la explicación.
Es al miedo a lo que quiero referirme.
Joanna Bourke, que se ha dedicado a estudiar el tema, expresa: “Se distinguen dos tipos de miedo; el miedo propiamente dicho y la inquietud. En el primer caso, el enemigo está plenamente identificado y el individuo puede reaccionar o luchando o huyendo; en el segundo, la inquietud fluye libremente y es difícil definir al enemigo. Ese miedo, entonces, es fácilmente manipulable y para hacerlo se recurre a amenazas que no existen, que son las mejores para meter miedo”.  Las fulanas invasiones, por ejemplo.
Tener miedo, ¿pecado capital?
Hobbes escribió: “El día que yo nací mi madre parió gemelos: Yo y mi miedo”.  Mucho antes que Hitler, Mussolini, Stalin, Castro, Gadafi  o  Chávez  lo pensaran, el mismo autor descubrió en el miedo el origen del Estado.
No hay especie más miedosa que la humana. Ninguna pasión despoja con tanta eficacia a la mente de  todos sus poderes de actuar y razonar como el miedo,  así se refería Burke, 20 años antes de la revolución americana.
El miedo es la emoción política más potente y necesaria,  por ello, Maquiavelo enseñó al Príncipe que tenía que usar el temor para gobernar. Mower le puso la guinda: El miedo es una emoción individual, pero contagiosa.
Quien puede suscitar miedo se apropia de la voluntad de la víctima y esto conduce a la sumisión.
La demagogia significa explotar nuestros miedos con fines políticos, por lo tanto, no se requiere exprimirse el magín para concluir que el miedo facilita  la tentación totalitaria.
El miedo se ha convertido en el rasgo dominante del gobierno de Venezuela. Parece incluso  ser el miedo la herramienta común a la que se apela para mantener el poder. La flauta puede haberles  sonado en el corto plazo, tal vez en el mediano. La receta de gobernar echando mano al miedo para hacerlo,  no es  remedio duradero a largo plazo.
Algunos déspotas a nivel mundial aprendieron la lección,  cierto número de ellos cuando ya no había remedio. Otros pretenden desconocer esta realidad,  pero la realidad es terca. Como todos, también los dictadores son víctimas del estrés, del miedo y, a veces, el canguelo les atormenta de tal modo que  se enferman. De ahí, que no confían ni en su propia sombra,  los gestos le delatan,  es que el miedo no da risa...
¿Es manejable el miedo?  ¿Podemos superar esta situación en Venezuela?
Para controlar el miedo es imperativo reconocer y aceptar que se tiene miedo. Logrado esto, debemos pasar a reconocer a qué es lo que tememos. Saber a qué se teme conduce a que la razón se abra paso.  De ahí, que el valor no es otra cosa que el control mental del miedo.                                     
Comprender la relación desigual entre el miedo y la razón es fundamental para proyectar qué hacer en los futuros días, meses y próximos años en Venezuela.
“A todo lo bueno irá sin vacilación el hombre bueno: aunque esté ante el verdugo y ante quien lo pudiera atormentar, perseverando sin pensar en lo que ha de sufrir, sino en lo que ha de hacer”, esto puede leerse en la Carta de Seneca a Lucilio.
Las naciones triunfan o fracasan y definen su carácter esencial, según el método que utilicen para desafiar lo desconocido y afrontar el miedo.
Santo Tomás de Aquino sentencio: “Los dos actos del valor son: ATACAR Y RESISTIR”.
Apuntala esta tesis Spinoza, cuando expresa: “Es terrible que el pueblo pierda el miedo…”.
Para Esther Shabot, especialista en temas internacionales, “lo que está indicando la actual situación de Libia es que ha surgido dentro del mundo árabe la voz popular, la voluntad popular que había estado acallada durante mucho tiempo y esta voz popular no se ha limitado únicamente a protestar y a cruzarse de brazos para esperar que las cosas cambien sino que se han lanzado a la acción”.
Miles de protestas se efectuaron en Venezuela el año pasado. Se respira en el ambiente social, político y económico, el agotamiento del gobierno.  A  los  problemas fundamentales  que enervan a la población como la falta de empleo,  la inseguridad  y la corrupción que van de la mano con la impunidad,  se enseñorearon  junto con la droga  del país, la carestía de la vida,  los pésimos servicios, la  micronización de la moneda y la usurpación de espacios a la autonomía de los estados,  no se les da solución y el tiempo se le agotó al Presidente para hacer realidad el cúmulo de promesas incumplidas. ¿Qué le queda a Hugo Chávez? Le  queda  algo.  Frente a la expectativa creciente que viene despertando la oposición democrática, por todos los rincones de Venezuela,  en  un ambiente de unidad y de respeto  que les está abriendo camino en el ánimo de una población insatisfecha que exige cuentas claras con énfasis, cada vez mayor, al gobierno de Hugo Chávez le queda entonces:  usar  el miedo o perderlo todo.
De pie debemos responder. No nos asustan los gatos enmochilados.
Que el canguelo florezca,  allí, donde fumea... que donde fumea, no es donde están los hombres y mujeres de bien en este adolorido país.
ladaga2007@hotmail.com

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