La pervivencia de grupos violentos progubernamentales en la Universidad Central de Venezuela, como el Frente Patria Universidad, el Frente Estudiantil "Voces por la Unidad", el Movimiento Estudiantil "M−28", entre otros, demuestra que el terrorismo de Estado tiene infinitas caras. Ahora bien, el mínimo rigor intelectual exige acercarse a qué es el terrorismo. Así, entre los rasgos distintivos del terrorismo habría que admitir: 1º. Ejercicio de la violencia; 2º Acoso a una persona o colectivo social; 3º. Atemorizar a la población; 4º. Actuar al margen de la ley.
Sin embargo, definir el terrorismo como compatible con los fines del Estado supondría negar la naturaleza del mismo, puesto que el terrorismo se opone al bien común, que es el fin primario y fundamental del Estado como forma organizada de la sociedad. A esta incompatibilidad se acogen muchos para negar la posibilidad de un Estado terrorista, que es nuestro caso, pero obvian que un Estado puede interpretar como bien común propio el cercenamiento del bien común de otro Estado o incluso una facción de la propia sociedad. Si además añadimos que el Estado está gobernado por un grupo reducido de personas que ejercen el poder, en la medida que su estructura sea más opaca o autoritaria se darán más posibilidades de que desde el mismo se ejerza el terror. Luego, el acoso a un colectivo social desde el Estado tiene dos vertientes: 1) El enemigo ideológico, y, 2) El enemigo existencial. El primero es aquel que se constituye como tal porque la facción dominante del Estado que suele coincidir con quien gobierna considera que esa otra atenta contra la concepción de Estado concebido por el grupo mayoritario. El salto cualitativo de contrincante político a enemigo ideológico es una de las consecuencias que se derivan de la personalización del Estado en la ideología dominante. La referencia y el grado de acoso al enemigo será proporcional al peligro de su inserción social. Este tipo de terrorismo es el que ha conducido a muchos gobiernos al acoso y represión del potencial enemigo político. A su vez, el enemigo existencial es al que se le niega el derecho a ser. En este caso el terror alcanza su máxima expresión. Aunque podría parecer absurda esta referencia, en la historia se han sucedido casos con mucha mayor frecuencia de lo que parece; por ejemplo: la persecución nazi al sionismo, o la esclavización de refugiados. El Estado, que debería ser el garante del bien común, a veces atemoriza a la población para mantener sumisas y controladas las opciones políticas divergentes a las que asume el poder que gobierna.
El terrorismo es una misma amenaza que procede de grupos revolucionarios marginales, Estados dictatoriales, Estados revolucionarios o Estados pseudodemocráticos. El fin no justifica los medios, incluso para quienes soportados por un supuesto igualitarismo social pretenden imponer su orden en la comunidad universitaria.
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