Acaba de finalizar la XXI Iberoamericana, la cual resultó bastante deslucida por la ausencia de los Presidentes de Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Nicaragua, Costa Rica, El Salvador, República Dominicana, Venezuela y Uruguay, es decir, 10 de los 23 gobernantes que la integran. Llama particularmente la atención el hecho de que los otros tres importantes paises que junto con Paraguay integran MERCOSUR no asistieron a esa importante cita. Evidentemente, cada uno de esos jefes de Estado de esos países esgrimió razones valederas para no asistir. Pero el hecho no deja de prestarse a especulaciones.
Ausente el gobernante venezolano le correspondió a su compinche de Ecuador protagonizar el desplante que el führer acostumbra interpretar para destacarse cada vez que asiste a una cumbre. El mandatario ecuatoriano protestó la presencia en la Cumbre de los representantes del Banco Mundial y de la OECD y montó un show retirándose de la sala de reunión cuando se anunció la intervención de la Vice-Presidente del BM, acusando al organismo de ser "uno de los heraldos del neoliberalismo en América Latina" y demmandándo que se disculpara por el daño que el BM ha hecho a América Latina y al planeta.
Con todo, fue una reunión que como todas las que le han precedido merece ser calificada de exitosa. Culminó con la firma de la “Declaración de Asunción”, un documento de 58 puntos que recoge las conclusiones de la cita y un Plan de Acción uno de cuyos puntos principales es la decisión de revisar la estrategia de cooperación aplicada hasta ahora por la cumbre y preparar una nueva que tenga en cuenta los avances y cambios registrados desde entonces, con el fin de avanzar hacia al fortalecimiento de "la identidad iberoamericana".
En general, dentro del marco del tema central de la Cumbre “la transformación del estado y el desarrollo” la declaración consagra el compromiso de los gobernantes iberoamericanos por un Estado transparente y bien gestionado.
La Declaración de Asunción plantea la necesidad de que los gobiernos implanten "políticas, programas y acciones orientados a la protección de la sociedad en su conjunto”. En resumen, la Declaración constituye el compromiso de hacer del Estado una herramienta para el desarrollo y la equidad social y para promover una “relación constructiva y provechosa entre el Estado y la sociedad”.
Mientras esto sucedía en la Cumbre de Asunción, en Caracas el führer impartía instrucciones para hundir al país todavía más en el abismo del odio dando órdenes a sus seguidores de emprender la “repolarización” del país.
Fuera de Venezuela, cada vez que un analista o un vocero gubernamental se refieren a la situación política venezolana, lo primero que destacan es que la sociedad venezolana está polarizada y achacan esa situación a la disidencia porque se opone a los desmanes del gobierno. Esta nueva consigna de la repolarización pone al desnudo quien es realmente el culpable de la polarización reinante.
El viernes pasado führer instó a esa entelequia que él llama “el Gran Polo Patriótico” a trabajar “ardua y rápidamente en la repolarización del país” (EU, 29/10/11, Pág. 1-2). “Debemos acelerar la repolarización. No hay espacio para puntos intermedios para la reconciliación”. No hay posibilidad de negociación con la burguesía apátrida. Eso sería la muerte y la rendición. Hay que marchar por el campo de batalla atacando a esa derecha burguesa, vendepatria, de antisocialistas y corruptos”.
No hace falta ser muy inteligente para entender que repolarizar el país significa profundizar, intensificar el odio que durante doce años se ha venido insuflando desde las alturas del poder. Lo que persigue es dividir todavía más a una sociedad que en el pasado, a pesar de sus diferencias, siempre vivió en paz y armonía. Es además una patente de corso para que las huestes chavistas agredan verbal y físicamente a todos aquellos que se niegan a aceptar la implantación de un régimen comunista en nuestro país.
Y esto ocurre apenas unos días después de que lo vimos postrarse como un inocente y sumiso creyente ante el altar del Santo Cristo de la Grita y ante la imagen del Siervo de Dios, José Gregorio Hernández.
El Estatuto del Tribunal Penal Internacional califica como crimen de lesa humanidad los actos inhumanos “que causen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física”. ¿La polarización y ahora la repolarización, política de odio, de confrontación de la población practicada por el führer no es acaso una manifestación evidente de esa forma de crimen de lesa humanidad que contempla el Estatuto de Roma?
adolfotaylhardat@gmail.com
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