miércoles, 24 de agosto de 2011

JUAN CARLOS APITZ B.: ESPERANDO A GADAFI

El Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores de la República Bolivariana de Venezuela, en un acto de madurez, ha dicho no estar al tanto de un posible traslado a nuestro país del líder libio, Muamar Gadafi.
Pero, en todo caso, ha aclarado que una gestión de este tipo correría a cargo del propio moderno Prometeo de Sabaneta.
No olvidemos que hace menos de dos años, en la II Cumbre de América Latina-África que se realizó en septiembre de 2009, en la isla de Margarita, rindiendo a éste un solemne homenaje oficial por servicios a la "gran revolución socialista libia", lo condecoró con el collar y la espada de la Orden del Libertador Simón Bolívar.
Así que, no nos sorprende pues los gorilatos y satrapías del mundo se entienden, se admiran, se aman, se soban, y hasta se apapachan.
Tampoco olvidemos que en un arranque de pasión presidencial, en el mismo sarao dijo: "Compañero presidente, esta es la réplica de la espada que libertó América hace 200 años.
Es una joya, se la regalaron los pueblos a Bolívar (...). Esta espada está viva y hoy anda por América Latina (...). En nombre de nuestro pueblo, de la revolución bolivariana, te la entrego a ti (Gadafi), soldado revolucionario, líder del pueblo libio, de la revolución libia, de los pueblos de África y líder también para los pueblos de América Latina". Luego, haciéndole ojitos, agregó: "Lo que es Bolívar para nosotros, es Muamar al Gadafi para el pueblo libio".
Una frase que bien pudiera inscribirse en el álbum de barajitas del "Amor es...".
El hermano líder y guía de la revolución libia, en mimosa retribución, ofreció al comandante-amo-presidente una silla de montar hecha a mano con el tradicional atuendo para el caballo y los escudos protectores del jinete, todo elaborado artesanalmente y tejido en plata. "Hecho especialmente en su honor, presidente", expresó un amancebado Gadafi.
Nunca olvidaremos que la jaima que instaló Gadafi en el Hotel Hilton de Margarita durante su visita a la cumbre dio mucho que hablar.
No sólo por la excentricidad, sino también porque, curiosamente, después de su partida, el Gobierno Nacional anunció la expropiación del albergue, al parecer por las objeciones que puso la gerencia del hotel en complacer las insólitas peticiones de la delegación de Trípoli.
Esa misma jaima se quedó en Venezuela como parte de una donación que le hiciera Gadafi a nuestro Presidente; quien le consiguió utilidad en diciembre de 2010, para refugiar en el Palacio de Miraflores a un grupo de damnificados a causa de las lluvias.
Pareciera que en un ataque de nostalgia, ordenó: "Ameliach, tú tienes que ir preparando hasta el despacho 1, y me pones la carpa que me regaló Gadafi. Ubícala, me la puedes instalar ahí en un jardín de Miraflores, instálamela porque yo me mudo para esa carpa".
Hoy los damnificados, indignados, gritan: ¡Para vivir pariendo! No queda más remedio que recordar la famosa obra de Samuel Beckett, Esperando a Godot, en la que dos vagabundos, Vladimir (Didí) y Estragon (Gogó), esperan vanamente a un lado del camino a un tal Godot, con quien posiblemente están citados.
Pero en verdad nunca se llega a saber quién es Godot, o si existe en realidad el tal Godot, o qué es lo que Vladimir y Estragón quieren hablar con él.
Lo único que realmente ocurre en la acción es que se aparece un tal Pozzo acompañado por su esclavo Lucky y un muchacho, con elmensaje recurrente de que Godot no va a venir hoy, "pero mañana seguro que sí". ¿Esperando a Godot o a Gadafi?
justiciapitz@hotmail.com

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