martes, 5 de julio de 2011

ORLANDO VIERA-BLANCO: ¿DEBUT Y DESPEDIDA?

La verdadera unidad no es la anterior a Chávez, sino la posterior a él.

El discurso leído por el Presidente Chávez desde la Habana el pasado Jueves 30 de Junio-2011, debemos analizarlo bajo dos perspectivas. Una de orden afectivo, existencial y personal. Otra de sentido estrictamente de político.

Con respecto a lo primero vimos a un Chávez conmovido, manifiestamente preocupado, atrapado en sus emociones y resignado a su destino…En lo político, el cuento es otro. Pasa nada más y nada menos que por los miedos naturales del hombre de poder, imbatible e incuestionable, que de pronto se ve abatible, mortal y cuestionado en su permanencia, en su poder. Lo que importa de entrambos, es que lo uno no puede analizarse sin lo otro, porque quiénes hemos estudiado la variable personalidad de Chávez, sabemos que lo emocional siempre ha regido su conducción política, y no lo contrario. A partir de allí, el futuro de la revolución depende de la salud del Presidente de la República, de su animosidad, de su habilitación empática, porque sin Chávez y su motor motivacional, vehemente y delirante, no hay proceso, socialismo ni revolución posible.

Chávez formuló varias confesiones que no quisiera desestimar. La primera es que él se descuidó ex profeso. Esto dice mucho de un hombre que ha vivido bajo el manto de su buena fortuna, de su misticidad y de su percepción épica del poder una vez que se sentó en el trono. Un hombre que ha superado eventos nada sencillos para quién no viene necesariamente de una formación política, sino de un talante estrictamente militar y en mucho, empírico. Por no ser realmente un estadista de grandes conjeturas, enfrentarlas y superarlas ha generado una percepción propia-sic-de imbatibilidad, que ha sabido transmitir al colectivo, tanto a afectos como a adversarios. Se encuentra ahora con un evento que no domina, que no puede derrotar a voluntad, que no puede desmerecer, descalificar o de cualquier modo subyugar. Tampoco es un evento típico de ‘hundimiento’ que él pueda negociar, tal como lo ha hecho siempre. Chávez se encuentra en un laberinto difícil de descifrar, no en lo cientista, no en el diagnóstico ni en el enmienda médica, sino en la comprensión de un destino, que jamás esperó. Al menos por ahora, Chávez se encuentra en una empinada cuesta que no tolera reposos ni mediaciones, sino disciplina, obediencia y sumisión. ¿la tendrá? Toca, no hay otra. Y ello supone ausencia y reserva.

Considerando ‘las sorpresas que te da la vida’, su primer esfuerzo ha sido aceptarlo, asimilarlo y digerirlo, lo cual supone anteponer su realidad personal, a la realidad del país que hoy gobierna. Por eso se trató de un discurso personalista, individualista, referido a sus experiencias de vida, a sus ocasos, a sus cavernas, a sus hundimientos (4-F, 11-A), y a la forma como ha salido de ellos. Esto comporta otra contundente confesión: en esos momentos se vio perdido y derrotado. ¿Cómo salió de esos escollos? En gran medida por la reincidencia –torpe y contumaz- de sus adversarios, quiénes subestimaron el descontento popular sumido en sus propias arrogancias (4-F), o no supieron agregarse, articularse y aglutinar en momentos de impostergables consensos (11-A).

No se trató de una reflexión que nos dejara ver qué piensa el Presidente del destino del país y de su proceso político, de cara a una noble y necesaria revisión histórica en instantes de quiebre de su estado de salud. Dio gracias a su pueblo, a sus “hombres, mujeres, milicianos, cadetes y partidarios’ en un sentido afectivo y preferencial. No se refirió a los ciudadanos de Venezuela todos – adeptos o adversarios-, que nos ha tocado vivir en un país que en 14 años de su gobierno, han estado en situación de confrontación, conflictividad y altísima ansiedad, producto de un discurso que sería bueno reconociera, ha sido infelizmente divisorio, violento e impregnado de profundos reflujos históricos. Aquí la oposición debe hacer acto de presencia, y pedir cuentas.

Dicho lo anterior, la oposición venezolana, lejos de montarse en los tecnicismos constitucionales retóricos y mundanos-, referidos al alcance y consecuencia de su ausencia temporal o absoluta, debería elevar votos por su pronta y definitiva recuperación, a la par de pedirle al presidente Chávez, que reflexione profundamente por el país, que repiense su gestión, sus modos, sus estilos, sus consignas, todo lo cual ha devenido en ineficiencias, fracturas y profundos desencuentros grupales, en momentos que Venezuela ha tenido no sólo los mayores ingresos petroleros de su historia, sino la mejor disposición del pueblo que le eligió, de creer y recibir su oferta, y la esperanza que significó, tras su elección en 1997.

Hoy los venezolanos de cualquier color y tendencia política, que jamás habíamos tenido la experiencia de tener un Presidente gravemente quebrantado de salud en el ejercicio de sus funciones, debemos demostrar un mínimo de conmiseración y de juicio, de cara a esta realidad.

Sí algo no es conveniente y divide más a una sociedad polarizada, es exacerbar sensibilidades y convertir eventos de vida o muerte, en trivialidades, que hagan desmerecer aun más, las posibilidades de respeto, de unos y otros.

No hablo de reconciliación. No hablo de románticos reencuentros. Sabemos que el país está anclado en posiciones de extremo a extremo. Hablo de tener la seriedad política de rigor, para iniciar, a lo menos, un proceso de entendimiento, que permita a la gente de uno u otra preferencia, reconsiderar sus sentimientos y opiniones respecto a cada sector.

El mapa político cambió radicalmente a partir del discurso de Chávez del día de ayer.

Es un advenimiento súbito para el cual nadie estaba preparado, pero sobre el cual hay que cabalgar con prudencia y sobretodo, mucha asertividad. Hoy día no podemos hablar del 2012 como un escenario electoralista, en el cual habrá porque sí, un candidato único elegido por primarias contra el candidato único Chávez. Y sí este fuese el continuo, tampoco sabemos bajo qué parámetros y condiciones estará el Presidente Chávez, para ese entonces. De tal manera que hoy la actividad política, sin ajustarse estrictamente a la salud del presidente, debe considerar esta variable para mover sus piezas, pero no agendizarla plenamente. Si el presidente está de algún modo desvalido, impedido o debilitado, que sea el pueblo quien lo evalúe y lo valore, no sus adversarios. Ello incorpora un elemento de consideración que los seguidores del presidente sabrán apreciar. Lo contrario lo despreciarán, intensamente.

Hoy no sabemos si las primarias serán estrictamente necesarias, de cara a un futuro, que puede exigir la apertura de los espacios políticos, la ampliación de la oferta política y con ello, la redefinición del discurso político, que de pronto debe dar un giro de 180 grados (de criticista, filoso o hiriente a reflexivo, armonioso y redentor)…giro el cual muchos de los que hoy lucen como favoritos para ganar unas primarias, yo no pueden recomponer….o sí lo hacen, en mucho pagarán en precio de la incredulidad.

Por eso son tiempos de recoger algunas velas y bajar los temperamentos al plano de la ecuanimidad. Recordemos que en política se gana, no convenciendo a mis allegados, sino a los allegados de mi adversario.

Para lograrlo no existe mejor ´fórmula´ que la nobleza y el trato ponderado de los advenimientos que tocan la fibra humana. Existe una línea muy fina entre debilitar y martirizar; entre amortiguar o catapultar; entre atenuar ansiedades o trastornar pasiones. Y la forma de evitarlo, es reconocer las penas y las debilidades de mi adversario sin exprimirlas, pero sin dejar de exigir (lo cual también es política), rendición de cuenta de lo que hay o dejó de haber.-

Con relación al Chavismo, el panorama es mucho más complicado, obviamente.

De cara al impertérrito culto a la personalidad, en las líneas de Chávez, no hay pitcher ni en los bleachers ni en la nómina!. Nadie en el banquillo ni en las duchas. Esto es un drama para el PSUV. No existe Chavismo sin Chávez. Improvisarlo no luce plausible, por lo que o el Pitcher o cierra el partido o se acaba el juego…Una vez más Chávez no sólo se coloca él como opción suma-cero frente a sus adversarios, sino frente a sus propio movimiento, por lo que al PSUV, no le que más que rezar, rezar y rezar. No hay sucesión posible. En todo caso transición negociable.

Volviendo al escenario de confrontación electoral con un Chávez recuperado (que sigo pensando es el mejor destino, por un tema diacrónico de cierre de ciclo político, en vida de su máximo tutor y redentor), el estigma de la enfermedad siempre estará latente, lo cual lo desnivela en su percepción de indestructibilidad política.

Un contendor a Chávez en estas circunstancias debe elegir muy bien como referirse a él, en momentos que comporta el estigma latente de una enfermedad grave. En este terreno lo mejor es dejar al pueblo que asuma el riesgo, y sea él (Chávez) quién explique, que no lo es (riesgo).

Lo cierto es que un electorado pro Chávez, más el los sectores populares, apuesta a un hombre pleno de facultades, que les garantice la misma estabilidad e inclusividad que hoy perciben tener. Aquí los ánimos se debatirán entre favorecer las emociones al estilo los tiempos del peronismo (Evita) o favorecer el pragmatismo criollo, que típicamente se inclina por apostar a ganador, pero a un ganador sin vendas en las manos.

Ya no son tiempos de por ahora. Son tiempos de para luego es tarde. El instante que atraviesa el país no resiste intervalos. El proceso iniciado por Chávez-radical, irreverente, autoritario, no tolera intermedios. Se inicia un proceso fragmentario indetenible en el Chavismo, cuya costura quedó manifiesta ayer en las ruedas de prensa de Cilia Flores y su séquito, Sr. Jaua y sus mangas y pantalones cortos; Maduro y su comitiva, Mata Figueroa y sus milicias, Adam y sus Castros…y así sucesivamente. Paradójicamente ante estas circunstancias, quién más podrá contener el fraccionamiento del Chavismo, serían las torpezas de la oposición….

En un sentido concluyo que el discurso del Presidente del 30 de Junio de 2011 (histórico) fue debut y despedida. No de la vida, sino de su ciclo político. Hoy más que nunca su verdadero retorno a posiciones gananciales, ya no depende de la externalidad, de su enfermedad. Depende de otra patología. Depende de una oposición que aun no madura ni interpreta el altísimo compromiso histórico que demanda el país:
Nada más y nada menos que construir una verdadera unidad no pre-Chávez sino post Chávez!

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