1. La victoria de Ollanta Humala por la Lista de Gana Perú a la Presidencia de la República en la segunda vuelta electoral, en el escenario internacional significa el avance de la corriente progresista, nacionalista y de izquierda que recorre América Latina y el Caribe, es un duro golpe al eje pro-imperialista de los gobiernos de Colombia, Perú, Chile y México. Internamente son los derrotados de este proceso electoral la ultraderecha con el gran empresariado afincado en diferentes sectores financieros, extractivos, comerciales y rentistas, y en los principales medios de comunicación de masas denominados “prensa fascistoide” por el escritor Mario Vargas Llosa, los mismos que han acumulado fortuna con la aplicación del modelo neoliberal en curso, quienes apostaron con todo por la candidatura de PPK en la primera vuelta y en la segunda vuelta electoral respaldaron a Keiko Fujimori; otro de los derrotados es el Presidente García que gobernó al país continuando el camino de sus antecesores, con el entreguismo, centralismo, autoritarismo y corrupción característicos, al mismo tiempo que patrocinó a candidaturas para que le cuiden las espaldas e impedir el triunfo de Gana Perú, igualmente el Partido Aprista que luego de este proceso electoral agrava su crisis interna, habiendo colocado en esta contienda electoral apenas 4 congresistas. De otro lado el Fujimorismo es una fuerza política que si bien perdió las elecciones tiene una base social clientelizada y una representación parlamentaria que ocupa el segundo lugar después de Gana Perú, lo que implica que será la principal fuerza política de oposición al gobierno.
Movimiento Nueva Izquierda (MNI) |
2. La coalición ganadora en la segunda vuelta transcendió a Gana Perú permitiendo el concurso de sectores de la derecha liberal como Perú Posible, Acción Popular, personalidades como Mario Vargas Llosa, ganador del Premio Nobel de Literatura 2010 y Alvaro Vargas Llosa, y desde la otra orilla el Movimiento Nueva Izquierda y otras organizaciones y movimientos sociales de prestigio en derechos humanos, juvenil, estudiantil, de género, ambientalistas, entre otros; consideramos que fue una táctica necesaria de Gana Perú virar hacia el centro y abrir el abanico a sectores de la derecha liberal , permitiendo de este modo generar contradicciones internas en el campo del adversario para erosionar y derrotar al contendor, vale decir a la mafia fujimontesinista que pretendió volver al gobierno con Keiko Fujimori la hija del dictador Alberto Fujimori. La población, para efectos del voto, tuvo que optar entre dictadura o democracia, así como entre corrupción u honestidad.
El triunfo de Gana Perú con Ollanta Humala es una victoria popular con enormes expectativas para el pueblo y el país, con posibilidades para sentar las bases y procesar cambios importantes en la sociedad, alcanzar bienestar, inclusión y justicia social, siendo un triunfo histórico por ser la primera vez que se derrota en elecciones a las fuerzas de la ultra-derecha.
3. Se modifica el cuadro político nacional, de consecuencias aún impredecibles. Entramos a un escenario nuevo, complejo, de realineamiento y recomposición de fuerzas, que abre una posibilidad, una oportunidad, pero las perspectivas no están del todo claras ni definidas. Las fuerzas políticas y de clase están en movimiento y en redefinición. Así como es posible que se produzcan avances importantes, existe también el riesgo de retrocesos. El escenario abierto exige, examinarlo en todos sus aspectos y con la mayor objetividad, a fin de evitar, por un lado, triunfalismos cuando se alcanzan éxitos, aunque éstos fuesen parciales; de otro lado, actitudes pesimistas que confunden lo deseable con la realidad y pierden de vista potencialidades en desarrollo. Los resultados dependerán de que esta esperanza no se frustre, de la fuerza que adquiera el movimiento de masas y sus representaciones políticas, de la capacidad para seguir propinando nuevas derrotas a la derecha y al imperialismo, para dividir y aislar al bloque reaccionario y de ganar nuevas posiciones en los distintos escenarios de lucha: ideológica, programática, cultural, social, institucional, ético y moral, de mantener la iniciativa y evitar ser arrinconados en la defensiva o la pasividad.
Se ha ganado una batalla, pero no la guerra. Lo que viene es un escenario de lucha aún más dura y complicada, en el que sigue presente la gran batalla entre cambio o continuismo, y donde la gran unidad para el gran cambio está más vigente que nunca. La derecha buscará reabsorber o neutralizar al nuevo gobierno; si no lo logra, polarizar. Gana Perú y el gobierno de Ollanta Humala se mueven en un terreno pantanoso, con una correlación de fuerzas insuficiente para producir los cambios que se necesitan en el Perú, que se apoya fundamentalmente en las expectativas de un amplio sector del pueblo, aún no articulado, ni organizado, ni claro en el rumbo a seguir, en el gobernante que entrará en funciones, presionado desde fuera por una derecha intolerante y conservadora, y desde dentro por sectores liberales y neoliberales que esperan “cambiar algo para que nada cambie” o cambie poco. Toledo se ha proclamado ejercer el papel de fiscalizador y “celoso guardián de la democracia”.
4. La victoria alcanzada por Gana Perú, es consecuencia del apoyo recibido de un amplio bloque de fuerzas políticas y sociales, que van desde el nacionalismo y la izquierda socialista al liberalismo, incluso algunos neoliberales que tienen contradicciones y se oponen al fujimorismo. El MNI, ha jugado un rol significativo en la campaña de la segunda vuelta, cuyo desempeño fue decisivo para lograr el objetivo propuesto. Con justa razón podemos decir que somos parte de la victoria. Valoramos y expresamos nuestro profundo reconocimiento a los dirigentes y militantes de los comités provinciales y distritales del MNI, por el denodado esfuerzo desplegado en la campaña, que ha permitido, además, insertarnos y ganarnos la confianza y aprecio de las masas populares que apuestan por el cambio, a lo largo y ancho del país.
Es también una conclusión valedera que no tuvimos la fuerza suficiente y necesaria para persuadir y forzar la anhelada unidad tanto el 2010 como el 2011. No fuimos capaces de aprender de la experiencia; de conocer la estrategia y táctica política del adversario y de nuestros amigos, a fin de evitar la negociación por partes, tampoco capaces de vencer vicios sectarios y hegemonistas de parte del PNP, así como actitudes desleales, gazmoñas y antisocialistas como la de Susana Villarán y el diplomático Rodríguez Cuadros.
5. La derecha perdió las elecciones pero logró la victoria en el terreno ideológico y programático, No es la derecha perdedora quien ha hecho concesiones; es la representación del cambio quien ha reducido su plataforma, al mínimo, con el lema “crecimiento con inclusión social”, que corre el riesgo de convertirse en una nueva versión asistencialista en lugar de un proyecto transformador de la economía, el Estado y la sociedad. El respaldo electoral que tuvo Keiko tampoco es de menospreciar, ni su base propia sustentada en sectores populares confundidos y clientelizados donde perdura el recuerdo del dictador. Si esto es explicable en el terreno político-electoral, no se puede perder de vista otro factor fundamental: la hegemonía ideológica y programática neoliberal, el peso que mantiene en la sociedad peruana, al punto de obligar a aceptar, al contrincante, en este caso Gana Perú, un plan de gobierno donde quedan fuera ideas vertebrales como las reformas estructurales, el cambio de modelo económico, el rol dirigente del Estado en lugar del mercado, la convocatoria a una Asamblea Constituyente para una nueva Carta Constitucional, la reforma tributaria, entre otros.
6. Presionado desde la derecha neoliberal y las transnacionales, y maniatado desde dentro por los representantes del liberalismo, existe la posibilidad de que el gobierno de Ollanta Humala termine neutralizado, incluso copado; pero también la posibilidad de que rompa el cerco, avance y siente las bases de un verdadero cambio económico, político y social. Para ello es indispensable un contrapeso que sólo puede provenir del pueblo organizado, dispuesto a defender los aspectos positivos de la promesa electoral de Ollanta Humala, recuperar las ideas avanzadas del plan de gobierno inicial, unido en la diversidad de sus componentes en la lucha común contra el neoliberalismo. Pero aquí encontramos más debilidades que fortalezas. La debilidad de la estructura del PNP como organización política, la endeblez de las izquierdas incorporadas a Gana Perú, la dispersión del movimiento sindical y popular, las expectativas que desbordan la capacidad de respuesta y solución del gobierno, los efectos de la crisis financiera y económica que compromete al mundo capitalista, especialmente en Norteamérica y Europa. El apoyo que podamos prestar, con ser importante, no modifica por el momento, sustancialmente, este cuadro de conjunto. Entre las fortalezas pueden considerarse, la tendencia latinoamericana al progresismo y la marcha a la multipolaridad mundial, mientras Estados Unidos encuentra dificultades para construir su bloque de influencia, que se debilita aún más con la victoria de Ollanta Humala; el alza de los precios de los productos de exportación; importantes sectores de la población (por lo menos un 32 por ciento) que aspiran a cambios de verdad y que muestran signos de estar dispuestas a luchar por ellos; el descrédito parcial del neoliberalismo, la crisis de los partidos de la derecha
7. El gran cambio está por hacerse. Dependerá de la correlación de fuerzas que se construya y de la voluntad política de quien gobierna en el país. El fortalecimiento de la correlación de fuerzas a favor del cambio es una necesidad, pero también una posibilidad real. Esta es una de las grandes tareas a resolver. La segunda, desmontar el edificio teórico, ideológico y programático del neoliberalismo, que sigue siendo fuerte, sostenido en un claro dominio de importantes medios de comunicación y en el derrotismo de sectores de la izquierda y el progresismo que prefieren conciliar que confrontar. La batalla por la gran unidad para el gran cambio sigue siendo primordial, y debe ser el norte del accionar del MNI, concentrando el golpe en el neoliberalismo. Sentar las bases duraderas de una nueva correlación política, es, pues, esencial, y para alcanzarla la lucha con las masas, por la unidad, es tema central, pero una unidad para avanzar y no conciliar ni perdernos en los vericuetos de la burocracia estatal.
8. La posición del Movimiento Nueva Izquierda frente al nuevo gobierno se expresa en:
a) Afirmar nuestro espacio político manteniendo nuestra independencia e identidad política en torno a nuestras convicciones socialistas, siendo el método de unidad y lucha dentro del frente único.
b) Apoyar el Gobierno de Ollanta Humala, como gobierno del cambio y de las reformas a favor del pueblo y de nuestro país; para efectos del cumplimiento del Plan de Gobierno mediante la conexión entre la “Hoja de Ruta” y el Plan de Gobierno original de los 10 puntos.
c) Comprometernos en la lucha contra los planes desestabilizadores de la ultraderecha al gobierno de Ollanta Humala.
d) Promover la unidad, fortalecerla, ampliar el radio de acción con las fuerzas democráticas, progresistas y de izquierda que representan el cambio, priorizando la relación con las organizaciones políticas y sociales con presencia real en las bases, tanto en los movimientos locales y regionales; a fin de construir un contrapeso real con capacidad de disputar la hegemonía a la derecha.
e) Desplegar una lucha sin concesiones para desmontar el soporte ideológico, teórico y programático neoliberal al mismo tiempo de que se afirman los contenidos del cambio de rumbo para el Perú, asimismo la lucha sin cuartel contra la corrupción, la impunidad y todo indicio que se presente como más de lo mismo.
f) Mantener vigente al Movimiento Nueva Izquierda, trabajar por los próximos plenarios nacionales, el IV congreso Nacional ordinario y dar la batalla política por preservar su inscripción en el Jurado Nacional de Elecciones.
Lima, 9 de julio de 2011
COMITÉ EJECUTIVO NACIONAL DEL MNI
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