viernes, 1 de julio de 2011

GUSTAVO CHOPITEA (*): LA POPULARIDAD DE MUJICA SE DESPLOMA (CASO URUGUAY)

La altísima aprobación popular inicial a la gestión del presidente del Uruguay, José Mujica, se ha desplomado. En mayo pasado, según la encuestadora Mori, ese porcentaje cayó nada menos que ocho puntos.

En rigor, cuando se cumplen 15 meses de gestión presidencial de la izquierda uruguaya, el apoyo popular a Mujica no ha cesado de disminuir. Desde junio del 2010, cuando el mandatario tenía –en la ciudad de Montevideo– un impresionante (y poco sostenible en el tiempo) 73% de aprobación, ha pasado ahora a contar con un discreto 44%.

La desaprobación a su gestión, como cabe esperar, también creció en ese lapso. Subió desde un 27% a un 35%. Pero no hay que preocuparse en exceso, el actual nivel de aprobación del gobernante uruguayo es bastante similar al que tuvo Tabaré Vázquez a los 15 meses de iniciada su gestión.

¿Qué ha pasado? Esencialmente lo de siempre. Para la izquierda es mucho más fácil ser oposición, rol desde el cual se pueden pedir imposibles y decir cosas sin sentido, que tener que gobernar obligados a no hacer disparates y teniendo que dejar de lado los arrebatos ideológicos.

La gran caída de la popularidad de Mujica comenzó aparentemente en agosto del año pasado, cuando, de repente, perdió cuatro puntos. Desde entonces las fisuras dentro del "Frente Amplio" han crecido. Particularmente las impulsadas por el Partido Comunista, visiblemente desencantado con la moderación de José Mujica, que evidentemente los ha sorprendido. No la esperaban, lo que es lo mismo a decir que no creían que Mujica fuera a gobernar para todos, dejando de lado el sectarismo, con la prudencia con la que hasta ahora lo ha hecho.

La disminución de popularidad de Mujica es similar en toda la extensión del vecino país. No es un fenómeno meramente urbano, como quizás podía esperarse, sino uno de nivel nacional, uniforme entonces.

Los tres incidentes que algunos sugieren han perjudicado a Mujica son: 1) el fracaso de la anulación de algunos artículos de la llamada Ley de Caducidad, con lo que se pretendía reabrir los juicios a los militares por su responsabilidad durante el conflicto armado interno oriental de los 70; 2) la posición asumida por el presidente en la cuestión de las dunas de Cabo Polonio, que ha irritado profundamente a los ambientalistas, y 3) la sorpresiva decisión presidencial de gravar la tierra, el capital con el que esencialmente trabaja el agro, para atender así a las presiones de la extrema izquierda dentro del Frente Amplio.

Pero mi sensación es que lo que ha probablemente generado el mayor desencanto entre sus partidarios es la falta de eficacia del gobierno y la constante falta de disciplina partidaria, atento a que el "Frente Amplio" es hoy una insólita cacofonía de diferentes puntos de vista sobre los temas más esenciales. Y Mujica está normalmente entre los más moderados, contra lo que algunos esperaban, erróneamente. Así están las cosas, pero la oposición tradicional sigue desteñida, de modo que el predominio político de la izquierda no parece, por ahora, estar amenazado.

(*) Analista internacional del Grupo Agenda Internacional

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