Trujillo es una tierra de mística telúrica, con tradición e historia, de altos contrastes pero con una potencialidad infinita para alcanzar grados de desarrollo económico y social que podrían ser la envidia de muchas regiones del continente. Sin embargo, es el estado más pobre de Venezuela, en términos comparativos. Es una realidad, mas no una condena perpetua para este noble pueblo de tantos afectos. El simple hecho de viajar por vía terrestre desde Caracas, resultó toda una odisea. Irritante pero aleccionadora. Reafirma nuestra convicción sobre la necesidad de un cambio verdaderamente radical en la conducción del país. Sencillamente, esto no puede ni debe continuar.
LA VIRGEN DE LA PAZ |
En Trujillo se sufren las consecuencias de todos los problemas que azotan al país, más algunos otros que son exclusivos pero tan graves o peores que los generales. En estos trece años de tragedia se han acentuado vicios y desviaciones que reafirman la cultura de la dependencia del estado-gobierno para subsistir. También la súplica resignada a las instancias superiores de la administración pública nacional para que se ocupen y resuelvan lo que podrían resolver los trujillanos si dispusieran un grado suficiente de autonomía. Hay que luchar para conquistarla, dejando de lado los esquemas centralistas y organizando a las verdaderas fuerzas motrices para que asuman la responsabilidad del desarrollo integral. Pueden hacerlo, pero necesitan de un grado suficiente de comprensión, estímulo y apoyo del poder nacional. Solo será posible con otro régimen, con convicciones diferentes. De mantenerse la situación actual, todo irá para peor. Es tiempo de cambiar.
A todo lo señalado se suman ahora las consecuencias del vacío de poder existente por la ausencia del Presidente de la República. Para bien o para mal, creo que para lo último, un gobierno tan incompetente no funciona sin la dirección férrea, aunque normalmente alocada y arbitraria, de Hugo Chávez. Nada se resuelve, ningún trámite se despacha. La incertidumbre existente en las alturas, gracias a la nula información que llega desde La Habana, capital del castro-chavismo gobernante, genera tensiones que afectan el cuerpo institucional de la República. Como ciudadanos tenemos derecho a exigir información sobre la verdadera naturaleza de la ausencia de Chávez, sobre la enfermedad que tan severamente lo afecta y las proyecciones de la misma. No se trata de cualquier cosa. Estamos en presencia de graves violaciones constitucionales que no pueden calificarse de simples inobservancias formales. En materia constitucional, las formas son parte importantísima del fondo. Lo condicionan. No existe el orden indispensable para que la nación pueda recuperar la normalidad que tanto necesita. Todo lo contrario, se vive una situación ajurìdica de desorden y anarquía que se le va de las manos al régimen. Si en definitiva, cosa que no creo, todo se trata de un montaje fraudulento para el relanzamiento del tipo, pues será mucho peor para él.
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