lunes, 27 de junio de 2011

IVÁN ENRIQUE LEÓN HERNÁNDEZ: LOS VENEZOLANOS, CON NUESTRA COMPLICIDAD REFORZAMOS EL MAL

Tenemos que detectar en nosotros toda esa complicidad con el mal (especialmente en el terreno de la palabra) mediante el cual, en lugar de contrarrestarlo, le infudimos vida.

Cuando prestamos demasiada atención a lo que no “marcha bien”, cuando lo convertimos en el tema predilecto de nuestra conversación, cuando nos quejamos de nuestros problemas y nos desanimamos, terminamos proporcinando al mal más consistencia de la que en realidad posee. Algunas veces, nuestra manera de deplorar el mal sólo logra reforzalo. 

Hace poco oi decir a un amigo “No me voy a pasar la vida denunciando el mal": eso seria hacerle demasiado honor. Prefiero alentar el bien antes de que condenar el mal”. Y creo que no se equivocaba. La postura que aconsejo no es la del avestruz, que se niega a ver la realidad, ni la de impedir que se actué, sino el optimismo propio de la caridad y del amor desinteresado que permite movilizar todas nuestras energias en pos del bien: EL AMOR NO PROCEDE CON BAJEZA, NO BUSCA SU PROPIO INTERÉS, NO SE IRRITA, NO TIENE EN CUENTA EL MAL RECIBIDO, NO SE ALEGRA DE LA INJUSTICIA, SINO QUE SE REGOCIJA CON LA VERDAD. EL AMOR TODO LO DISCULPA, TODO LO CREE, TODO LO ESPERA, TODO LO SOPORTA.

Ésta en una verdad que se aplica también hacia uno mismo: caminaremos como un verdadero Peatón sin Barreras de forma mucho más segura y eficaz si nos entregamos de lleno al bien que somos capaces de hacer, a pesar de nuestras fallas, que inquietándonos exageradamente por éstas. De igual modo, a cualquiera se lo alienta mejor hacia la conversión y el crecimiento espiritual animándolo con lo positivo antes que insistiendo en cada uno de sus errores. El bien posee más consistencia y entidad que el mal, y su impulso es capaz de hacerlo triunfar sobre este último.

Reviste mayor importancia esa perversa satisfacción que se apodera de nosotros al detectar y poner en evidencia el mal, con el propósito de justificar nuestros rencores y amarguras; lo cual representa una cómoda manera de desentendernos de lo que nos rodea, cuando en realidad el origen se encuentra en el vacio espiritual que anida en nosotros y en la insastisfacción que genera. Más de una vez hemos constatado cómo las personas más criticas son aquellas cuyo vacio es mayor, y uno acaba preguntándose si es que algunos (a semejanza de lo que ocurre con ideologias como el marxismo), para existir, no se habrán tenido que fabricar enemigos; tan grande es su vacio interior.

EL MAL VIENE A LLENAR UN VACIO

VENEZUELA, vive inmerso en un océano de mal, de odio, de violencia, de mentira. Nuestros corazones estan destrozados y traspasados de lado a lado; nos hemos dejado alcanzar por el mal. éste ha logrado penetrar en nosotros, porque nuestras almas estan llena de falta de confianza en Dios, nos creemos abandonados de ofrecimiento amorosos.

Si dejamos que el mal penetre en nuestros corazones, es porque ha encontrado alli un lugar en donde anidar, un cómplice; si el sufrimiento nos hace irritables o malos, es porque nuestros corazón está vacio: vacio de fe, de esperanza y de amor. Por el contrario, si, en nuestro corazón, existe total confianza en Dios, si el objetivo de nuestra vida no es la búsqueda egoista de nosotros mismos, sino hacer la voluntad de Dios, amarla con todo el corazón y amar al prójimo como a nosotros mismos, es imposible que el mal truinfe sobre nosotros. El sufrimiento, si; pero el mal no.

A decir verdad, esta capacidad de ser libre con respecto al mal no es inmediata, sino fruto de una larga conquista y, sobre todo, de una prolongada labor de la gracia, que nos hace crecer en el ejercicio de las virtudes religiosas. Es un aspecto que muestra la madurez espiritual y, sin duda, es más un don de Dios que el resultado de nuestros esfuerzos. Dicho esto, hay que aclarar que se nos dará con mayor seguridad y mucho antes cuanto más inclinados estemos hacia ella, cuanto más la deseemos y tratemos de poner en práctica las actitudes que acabamos de mencionar. Si nos enraizamos en Dios mediante la fe y la oración, si dejamos de reprocharle a nuestro entorno todo lo que no marcha en nuestra vida y de considerarnos victimas de los demás o de las circuntancias, si asumimos decididamente nuestra propia responsabilidad y aceptamos nuestra vida tal como es, si ejercitamos en todo momento nuestra capacidad de crecer, de esperar y de amar, si nos proponemos conquistarla, esta libertad nos será paulatinamente concedida.

Un Peatón sin Barreras
peatones.sin.barreras@gmail.com

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