Venezuela está casi desmantelada. Puede decirse que de todo ese destrozo, está quedando sólo un ¡carapacho de país! / ANTONIO JOSÉ MONAGAS
Por Lejos de vivir situaciones representativas de gloriosos momentos, resultados de un devenir caracterizado por la contundencia de determinaciones que apuntaron a exaltar las libertades como reivindicaciones populares, el país se ha visto sumido en un franco letargo. Triste producto de una sumisión que, contrariamente al desarrollo de su historia independentista, lo tiene arrodillado como pocas veces se ha visto.
El proceso de sometimiento que ha adelantado el actual régimen mediante dádivas de miseria, se ha demostrado a través de una relación de correspondencia tan brutal como pasiva lo cual contradice el esfuerzo primigenio de muchos en torno a la inminencia de acentuar la democracia como sistema político.
Ahora bien, surgen variadas preguntas alrededor de tan apesadumbrada realidad. Preguntas relacionadas con la idiosincrasia del venezolano, sus sentimientos. Pero igualmente, con el estilo de vida que venía procurándose con base en un presupuesto nacional insuflado por la renta petrolera. No obstante, en medio de las posibles respuestas que pudieran satisfacer las anteriores interrogantes, se encubre el debate que a diario marca y supone la vida del venezolano. Discusión ésta que lleva a revisar la brecha que groseramente viene abriéndose entre el miedo y la comodidad. Miedo éste provocado por las reiteradas amenazas proferidas desde cualquier instancia de la administración pública. O a través de la intimidación y el pánico que las mismas inducen ante la posibilidad cierta de ser hostigado, rechazado, encarcelado destituido o expropiado. O porque la comodidad generada por la desidia propia de actitudes meramente contemplativas, tanto como por la ilusa apetencia de obtener riqueza fácil del festín petrolero que ha vivido Venezuela a lo largo de su historia económica contemporánea.
En el fragor de una situación dominada por un gobierno que no tolera la disensión por cuanto tampoco reconoce la pluralidad como evento y condición política, el país ha devenido en un cuerpo sociopolítico cuyo flemático comportamiento ha permitido al gobierno tomar cualquier tipo de decisión. Así, han tenido cabida las improvisaciones, equivocaciones y desafueros de toda índole. Pero también, la corrupción, la no-transparencia, la discrecionalidad, la ilegalidad, la inseguridad, la negligencia, la suciedad, el endeudamiento, el centralismo, la inflación, el presidencialismo y la prepotencia. Todo ello amparado bajo el ámbito de la subordinación, gracias al poder vertical impuesto en confabulación con los suspicaces actores de la burocracia instalados en el pináculo de los poderes legislativo, judicial y electoral y de la esfera militar.
A todas estas, el país se ha desfigurado al extremo que luce impresentable, desorganizado, enredado y malcarado. En síntesis, espantoso. Hacia tal objetivo pareciera haber apostado la gestión pública. Tanto que el ingreso nacional ha sido fraccionado, razón por la cual no sorprende que la porción menguada constituye el presupuesto nacional a partir del cual pretende depararse la compleja funcionalidad de la nación habida cuenta de sus enormes requerimientos. Mientras que el mejor porcentaje, es manejado a juicio de la mirada arbitraria y autoritario pulso del jefe del Estado. Sea como fuere, el país ha caído en ese lodazal donde los gobernantes han hecho y deshecho a su total antojo cuanto han inventado e imaginado ante la infamia de su pretendido socialismo. Es fin, Venezuela está casi desmantelada. Puede decirse que de todo ese destrozo, está quedando sólo un ¡carapacho de país!
VENTANA DE PAPEL
¿VACÍO DE INFORMACIÓN O DE PODER?
Pobre ha sido la información oficial en relación con los problemas de salud que aquejan al presidente de la República. La intervención quirúrgica de emergencia que se le practicara en Cuba por causa de un absceso pélvico, ha generado una serie de rumores que el propio Gobierno ha desatendido. Lo que ha informado, a través de escuetos mensajes de texto desde teléfonos celulares, resulta supremamente insuficiente ante lo que significa la salud del primer mandatario. Amén de esto, el gobierno ha dilapidado hartos recursos para exaltar la figura del presidente. Burdo proselitismo político lo que sin duda evidencia una de las características del liderazgo personalista mediante el manejo mítico de la figura del líder y así mantener un nivel de atracción hacia él. En medio de esta situación, por demás delicada, se conjuga una serie de factores que terminan azuzando una ola de rumores toda vez que se trata de un problema relacionado no tanto con un vacío de poder como con un poder vacío, como de alguna forma pareciera ser así la situación nacional. Frente a esta problemática de oscura razón, el gobierno se empeña en mantener al país desinformado. En consecuencia, es obvio que quede abierta la entrada al terreno de las dudas y la suspicacia. Aunque el gobierno ha tratado la situación de forma mediática. Para ello se ha valido de estrategias dirigidas a manipular groseramente la precaria información. Así ha pretendido que el absceso pélvico se convierta en una poderosa razón de rentabilidad política para obtener el mayor provecho posible por lo cual podría rescatarse la popularidad perdida del presidente de la República, dada sus seguidas equivocaciones.
SAN ALUMBRÓN YA NO HACE MILAGROS
Los últimos apagones que han afectado importantes regiones del país, evidencian agudos problemas alrededor de la falta de mantenimiento y de nuevas inversiones, así como de la incapacidad gerencial y operativa que dicho sector presenta. No obstante, para el gobierno todo es producto de sabotaje por parte de la oposición. De ahí que su precaria creatividad le ha llevado a concebir un programa que dio resultado el año pasado y fue eficaz para reducir el consumo eléctrico: la aplicación de multas o elevadas sanciones. Por miedo a seguir perdiendo más espacio político, el gobierno no se atreve a incrementar las tarifas eléctricas produciéndose un importante rezago por lo que la reinversión en el sector se torna más complicada. Es indudable que hay personas que ganan mucho con todo esto, y que pudieran estar ligadas al gobierno. Tanto es así que quienes hablan de un supuesto “saboteo” se expresan sin mayor conocimiento de causa ya que en lo que fue el último gran apagón nacional fallaron cinco transformadores que sirven para medir y no como alegaron. Que eran para transferir potencia y entonces controlarla. Y que además el problema había obedecido a “una descarga eléctrica”. El país tiene un enorme atraso en el desarrollo del sistema eléctrico nacional. Plantas de generación que debían estar desde 2008 operando, no llevan ni siquiera más de la mitad de construcción. Al menos es el cuadro que presenta el Oriente del país. Lo mismo ocurre en los estados Guárico y Zulia. Sobre todo, en Nueva Esparta, con la construcción de un parque eólico para generar electricidad a partir del medio natural. Aparte de todo esto, existen algunas edificaciones o terrenos comprometidos para levantar nuevas plantas de electricidad que se han visto afectados por invasiones o porque las empresas (asignadas a dedo) no se han dignado en iniciar los trabajos de construcción. Y ni siquiera para paliar en algo los fatales cortes de electricidad, pues San Alumbrón ya no hace milagros.
DE VUELTA A LAS CALLES
Las protestas universitarias no han cesado. Y a decir por lo que se ve y escucha, tampoco concluirán. Al menos, en el tiempo inmediato. Por el contrario, arreciarán en virtud del desgano gubernamental por superar los problemas que afectan el discurrir académico. Sigue sin entenderse que la única manera de conciliar las políticas de inclusión y de formación académica con requerimientos de calidad, pasa por el hecho de atender el clamor de las universidades. Más, cuando se han demostrado las dificultades del actual modelo de financiamiento al cual está plegado el accionamiento del gobierno central en relación con el funcionamiento de las universidades. Es absurdo aceptar la displicencia del ministerio de Educación Universitaria respecto de las relaciones que deben establecerse entre la investigación académica y un sistema nacional de ciencia y tecnología debidamente apegado a objetivos de desarrollo nacional. Sin embargo, la sordera oficialista continua siendo criterio a partir del cual se toman decisiones en desmedro de las exigencias y necesidades universitarias. De ahí que las distintas comunidades académicas continuarán levantando su voz a fin de sacudir el marasmo de un gobierno que actúa según pretensiones obtusas mediante las cuales el conocimiento pareciera no comprenderse como una de las variables sobre las que se afinca las posibilidades de afianzar el crecimiento y progreso del país de cara a las nuevas realidades planteadas a instancia de los continuos cambios que están operándose en todas las instancias de la vida humana. Nada doblegará la autonomía universitaria.
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