domingo, 1 de mayo de 2011

JUAN PABLO II Y LOS TRABAJADORES. OSWALDO ÁLVAREZ PAZ. DESDE EL PUENTE.

El domingo 1° de mayo fue beatificado Juan Pablo II. Un paso largo hacia los altares. Esperado por todos cuantos seguimos de cerca su vida, particularmente el ejercicio como Papa, como suprema autoridad de la Iglesia Católica. 

Bajo la dirección, como presidente, del para entonces Senador Alejandro Izaguirre, formé parte de la Comisión Organizadora de la primera visita a Venezuela en 1985. El estudio sobre la personalidad y obra de tan ilustre personaje dejó de ser ocasional para convertirse en una obsesión cautivante. Trataba de saberlo todo y, por supuesto, de prepararme lo mejor posible para ser útil. En aquel tiempo me desempeñaba como presidente de la Comisión Permanente de Política Exterior de la Cámara de Diputados. 

Fue cuando lo vi por primera vez. En 1987, aún en ejercicio de las funciones encomendadas por el Congreso y de manera extraoficial, mi señora y fuimos acompañantes del doctor Rafael Caldera a Roma. Él había sido escogido por la Santa Sede como orador de orden en la conmemoración de los XX años de la Encíclica Rerum Novarun, de tanta importancia para los socialcristianos del mundo. 

La ceremonia fue en el corazón mismo de El Vaticano. Sólo intervinieron el Papa y Caldera. Posteriormente hubo el encuentro informal. Grato, inolvidable, presente la plana mayor de la Iglesia, los cardenales con funciones allá. Entre ellos nuestro inolvidable Rosalio Castillo Lara quien de hecho fungía de anfitrión. Por aquellos pasillos y salones me asaltaba el recuerdo de otro Pontífice inolvidable, Pablo VI, a quien conocimos en un encuentro mundial de líderes de la Democracia Cristiana una década antes.

En 1996 volvió Juan Pablo II a Venezuela. Caldera era Presidente, pero Venezuela era otra. La consigna que lanzó a los venezolanos en aquel tiempo nublado, lleno de incertidumbres hoy convertidas en realidades negativas, fue claro, definitivo y retador: ¡DESPIERTA Y REACCIONA, ES EL MOMENTO! Un gran Papa, sin duda alguna.

También este 1° de mayo conmemoramos un aniversario más del Dia de los Trabajadores. Independientemente de las tradicionales celebraciones, marchas, discursos, protestas y promesas y de las calculadas desviaciones  del oficialismo, nunca habían estado peor los trabajadores del país. Los diagnósticos están hechos y las palabras sobran. Adquiere plena vigencia el mensaje de Juan Pablo II. Es una orden pasar a la acción en contra de la dictadura y a favor de la libertad, la seguridad, la justicia y el bien común, como lo hicieron sus seguidores polacos con Walessa y Solidaridad al frente de la lucha. Hay que tomar conciencia sobre la verdadera naturaleza de un régimen que tenemos la obligación de combatir hasta sustituirlo por otro distinto y mejor. Mientras más poder económico y político ha concentrado el pataruco que lo dirige, más desnudo ha quedado. La ignorancia, la ineficacia y las corruptelas de quienes nos gobiernan, son más obligantes que cualquier cálculo personal, político o económico.
oalvarezpaz@gmail.com 
Lunes, 2 de mayo de 2011

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