La semana pasada se reunieron aquí en Caracas los Cancilleres de 32 países de América Latina y el Caribe para preparar el instrumento constitutivo de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe, CELAC, que deberá quedar oficialmente creada en una Cumbre de Jefes de Estado a celebrarse, también aquí en Caracas, el 5 y 6 de julio como parte de los actos programados para conmemorar la fecha de nuestra independencia.
Como era de esperar, esa reunión no pudo alcanzar acuerdo sobre cuestiones cruciales que comprometen el futuro de la CELAC. Apenas comenzó surgieron las divergencias en torno a la Cláusula Democrática que deberá regir la nueva Organización. Al parecer hubo acuerdo en adoptar, para la CELAC, el modelo de la “Declaración de Mar del Plata”, es decir la Cláusula Democrática aprobada en la XX Cumbre Iberoamericana, la cual se basó a su vez en el “Protocolo Democrático” de UNASUR, cuyo texto cuenta con la aceptación de la mayoría de los gobierno de la región.
Sin embargo, aquí en Caracas los cancilleres discreparon en cuanto al mecanismo de toma de decisión para aplicar las sanciones que, con base en esa cláusula, se impondrían al país que no respete el orden institucional. En la Declaración de Mar del Plata, a los efectos de las Cumbres Iberoamericanas, se aplica la regla del consenso. Pero aquí en Caracas algunos países sostuvieron que las decisiones relativas a la Cláusula Democrática de la CELAC deben ser adoptadas por mayoría mediante votación. Ante la falta de acuerdo los cancilleres acordaron darse un plazo de 30 días para resolver sobre esto.
Es evidente que la regla del consenso haría nugatoria e inoperante la Cláusula Democrática ya que otorgaría un poder de veto y cualquier país miembro podría impedir que se apliquen sanciones. En lugar de servir como instrumento para la protección de la democracia funcionaría como herramienta para que los dictadores se protejan recíprocamente.
En la reunión de Caracas hubo acuerdo sobre los elementos principales del documento constitutivo de la CELAC, el cual regirá las funciones, el funcionamiento y la estructura de la organización. Sin embargo nuevamente hubo discrepancia en cuanto al procedimiento para la toma de decisiones. Un grupo de países abogó por la regla del consenso mientras que otros gobiernos sostienen que las decisiones deben ser adoptadas por mayoría. La cuestión quedó diferida para la Cumbre del mes de julio en Caracas.
Resulta paradójico que gobernantes que critican el derecho de veto de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas admitan el veto por la vía indirecta del consenso.
Otro tema crucial que divide a los países es el relacionado con la cuestión de si la CELAC sustituirá a la OEA. Venezuela figura entre los países que ven en la CELAC un organismo para remplazar a la Organización regional. Al final de la reunión de Caracas el conductor de la Cancillería venezolana reiteró la posición oficial del régimen “bolivariano”: “La OEA es una Organización que tuvo su tiempo… y está vinculada a la época en que América Latina y el Caribe vivieron intervenciones militares oprobiosas, golpes de Estado y todo tipo de abusos” (EU, 28-04-11, Pág. 1-4).
Personalmente no le auguro larga vida a esa organización. CELAC nacerá “con un plomo en el ala” pues su creación parte de criterios discriminatorios y excluyentes: se quiere crear una nueva organización que sustituya a la OEA y excluya a Estados Unidos y a Canadá porque supuestamente el Organismo Regional está controlado por “el imperio”.
Y he allí la gran paradoja: El principal promotor de la nueva Organización, el mandón de Miraflores, lo que persigue es contar con una gran organización regional que él pueda controlar como controla la ALBA. Eso equivaldría a, como dice el refrán criollo, “salir de Guatemala para entrar en guate peor”.
La pregunta obligada es: ¿Puede realmente la CELAC remplazar a la OEA? No hay que olvidar que la OEA no es sólo la Secretaría General que funciona en Washington con toda su burocracia, no es sólo el Consejo Permanente, no es sólo la Asamblea General. La OEA es una constelación de órganos, organismos, instituciones, comisiones, etc. que abarcan un universo infinito de actividades y de ámbitos. Algunos de ellos funcionan como órganos directamente dependientes de la sede de Washington, otros son organismo especializados independientes pero que están dentro de la órbita de la OEA y cumplen funciones complementarias a la actividad de la organización regional.
Además, Estados Unidos y Canadá aportan prácticamente el 30 % de los recursos financieros de su presupuesto. El resto lo deben cubrir los demás Estados Miembros, mucho de los cuales están permanentemente en mora. Entonces, ¿cómo se financiará la CELAC?
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