sábado, 16 de abril de 2011

VENEZUELA ES HORA DE SABER PERDONAR. IVÁN ENRIQUE LEÓN HERNÁNDEZ

Perdonar es no odiar, es extinguir el rencor y los deseos de venganza

Es negarse a que el resentimiento siga echando raices. Ubica el odio como un sentimiento más intenso y profundo que la ira. Yo agregaria, más personalizado; aunque vemos que hay gente que puede odiar las cosas inanimadas. El odio es una aversión esencial por el otro acompañado por un fuerte e incontenible deseos de destruir a la persona. El otro es visto como un enemigo peligroso, maligno y cruel.

El tema del perdón es arduo y complejo, sin embargo, me parece conveniente acercanos al tema, no sólo por la importancia que cobra el perdón en las condiciones de vida actual entre los Venezolanos, sino por las implicaciones terapéuticas del mismo en problemas en los que la ira, el rencor y el odio son determinantes, por ejemplo, abuso sexual, maltrato psicológico, violencia intrafamiliar y psicopatia.

Preguntas dificiles de resolver: ¿Cómo es posible que algunas personas que han sido violentadas en su fuero intimo de la manera más brutal e ignominiosa puedan dejar a un lado el YO maltratado y saltar por encima del más profundo resentimiento (yo agregaria justificado) para llegar al tranquilo valle del perdón y redimir al agresor y liberarse a si mismos? ¿Es posible alcanzar esta conversión del afecto negativo que compromete tanto al ofendido como al ofensor? ¿Existe algún proceso mental de preparación para que el perdón haga su aparición, o en realidad se trata, tal como sostienen algunos filósofos, de un acto gratuito y espontáneo? ¿Se trata de un fenómeno determinado por el amor o por la cognición? ¿Puedo perdonar con sólo proponérmelo?

Las respuestas a estos interrogantes se facilita más si partimos de la negativa, es decir: ¿qué no es perdonar?, podemos definir los siguientes "no":

Perdonar no es absolver. No implica borrar la falta como por arte de magia o hacerla a un lado como si nada hubiese pasado. El hecho queda registrado en la historia y por tal razón el pasado siempre está vivo de alguna manera en la memoria. La absolución total y radical sólo existe en la ilusión de lo sobreatural, en la visión  teológica y religiosa: "Yo te absuelvo" ¿Quién tiene el poder de desvanecer la falta?

Como consecuencia de lo anterior, perdonar no es olvidar. El perdón no es amnesia, entre otras cosas porque no seria adaptativo borrar al infractor de nuestra base de datos y quedar por ingenuidad en riesgo de un nuevo ataque. Ninguna victima merece la indiferencia. El silencio en estos casos resulta ser cómplice y un detractor de la conciencia moral necesaria para fijar una posición frente al problema.

Perdonar no es otorgar clemencia, porque no ejercemos la función de jueces, al menos en la vida normal de relacion. No somos quiénes para decidir el tipo de castigo o su intensidad. Se puede odiar sin agredir y se puede castigar sin odiar, como hacen muchos educadores. Además la clemencia puede llevar implicita cierta arrogancia en tanto implica ponerse por encima del culpable. En realidad todo proceso que lleva al perdón debe quedar limpio de superioridad respecto del que solicita el perdón. Si crees que tiene el don de ser clemente y decidir las sanciones de este mundo, necesitas urgente ayuda profesional.

Perdonar no es sentir compasión. La compasión te solidariza con el dolor de la victima, es una "virtud afectiva", se trata de sensibilidad, de solidaridad emocional o de contagio, ya que el dolor ajeno nos toca o se refleja a través nuestro. La compación es un sentimiento democrático, ya que la identificación del sufrimiento es más intensa cuando se realiza entre iguales. Es dificil imaginar el dolor de un famoso porque se le daño el motor de su carro o porque se quemó el cuatro de tal pintor que vale mucho dinero. Compasión: compartir el dolor. Quizas ayude a facilitar el proceso del perdón, pero no basta para definirlo.

Perdonar no es renunciar a la justicia. El acto de perdonar no entraña que debamos renunciar a defender nuestros derechos o dejar de luchar por lo que creemos, más bien se trata de no entrar en el juego del odio. No odiar no es dejar de combatir, sino enfrentar la situación de manera serena. ¿Puedo pelear o defenderme de mis enemigos sin odiarlos? Pienso que si. De eso se trata el perdón. No es abdicar a la justicia sino ejercerla sin rencor, sin ira, sin aberraciones violentas: "Perdono, pero exijo justicia", no por rencor, sino por principio.

El amor es el antitodo principal contra el rencor y el odio. Sin embargo, caber la pregunta: ¿es posibler amar al enemigo? hay casos en que pese a lo terrible de la afrenta, el amor obra como una mampara antirrencor: nada qué procesar, nada qué analizar, sólo el amor que incluye el perdón; dolor sin rencor. ¿Cómo desearle el mal a un hijo que nos roba? ¿Cómo buscar venganza hacia la persona amada?.

Cuando se trata de perdonar, no importa tanto el camino sino el resultado. Puedes elegir el tuyo o al menos identificar dónde estás parado. Tener un esquema positivo sobre el perdón implica estar dispuesto a no dejarse llevar tan fácilmente por el odio y a intentar terminar con el rencor, si ya está instalado. Si asumes que el perdón es un valor, si lo internalizas como una virtud, podrás cultivarlo y relacionarte mejor y más sanamente.

Un Peatón sin Barreras
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