El Gobierno castrista debate un camino cuyos detalles prefiere no definir demasiado; en Venezuela, con todo y milicias, las cosas siguen saliéndole mal a Chávez: la electricidad, las lluvias, los refugiados y, encima, Makled
La realidad impuso a los Castro la única salida posible, la revisión a fondo de la economía y de las relaciones con el imperio que tiene a 90 millas: saben hacia dónde llevará ese camino a mediano plazo pero no saben cómo decirlo, mientras el Presidente Chávez se cubre de proclamas y milicianos que no dan luz ni alimentos baratos
¿A dónde va Cuba, realmente?
Aunque comenzó a finales de la semana, sin duda que el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) es noticia de primera importancia. La idea básica es que el PCC dé su bendición a la propuesta general de cambio que ha venido organizando el Gobierno de Raúl Castro, y son varias las señales en los últimos meses de que esto no se está haciendo a pesar de Fidel Castro, sino con su aceptación.
Dentro de la palabrería y las frases que buscan decir sin comprometer, el Gobierno de Raúl Castro impulsa –y va realizando- un proceso que, aunque sea pasito a pasito, terminará con un cambio drástico en la Cuba de los Castro, ambos ya octogenarios, circunstancia ésta que hace prever que es un cambio que dejarán iniciado pero difícilmente podrán ver.
Cubanos destacados de la oposición tienen sus dudas, y es comprensible.
El problema de Raúl Castro es cómo permitir el desarrollo de una economía capaz de sostenerse a sí misma y de generar progresivamente el bienestar que el gobierno castrista ha sido incapaz de lograr durante más de medio siglo de tiranía implacable, de violaciones permanentes de los derechos humanos, de presos políticos, de desaparecidos y de un forzoso exilio que ha disminuido sensiblemente a la población cubana, un exilio de tal nivel de exasperación que ha sido capaz de desafiar todos los riesgos.
La realidad de la dictadura castrista es que ha fracasado estrepitosamente en dar a su pueblo libertad, alimentación y bienestar. Raúl Castro comprendió –y es difícil pensar que lo haya entendido sólo después de encargarse de la Presidencia, y que haya sido él el único en verlo- que ese camino llevaba años agotado, y que era inevitable un cambio, y que ese cambio exigía, inevitablemente, un cambio total en la economía.
Puesto que no ha planteado la transformación política, y mucho menos la salida del poder de los Castro y de su estructura fiel de gobierno –entre otras cosas porque no es sencillo desmantelar una gigantesca burocracia y lanzar a miles de cubanos a un sector privado casi inexistente-, el peso quedaba sólo en un milagro: el surgimiento de una economía con dinamismo propio capaz de generar bienestar para el pueblo e ingresos crecientes para el Estado, seguramente pensando en los ejemplos de Rusia tras el desplome de la Unión Soviética, China tras la muerte de Mao Tsé Tung y la defenestración de sus herederos directos y seguramente Vietnam.
Pero los ejemplos no son sencillos de seguir. En China y Vietnam el comunismo sigue siendo el grupo que ejerce el poder político, pero en Rusia el comunismo desapareció y fue sustituido por caudillos que en mas o en menos se sostienen en base a su carisma –Yeltsin en su estilo, Putin en el suyo-, con nuevos partidos políticos y hasta un importante grupo melancólico que habla de los tiempos del centralismo stalinista que todo lo daba –lo muy poco que daba.
Rusia y China tienen la ventaja de que en la economía algo había.
En Rusia la burocracia civil y militar manejaba las empresas, desde las más pequeñas en los extensos sectores rurales hasta las super sofisticadas del petróleo, las armas y la industria espacial. Muchos de esos burócratas siguieron en esas empresas como dueños o como empleados, y muchas de ellas han continuado pero transformándose en compañías dispuestas a competir dentro y fuera de Rusia.
No hay que olvidar, sin embargo, que a esa circunstancia Rusia agrega el enorme potencial petrolero y gasífero que se sigue explotando –y haciendo crecer- con iniciativa privada rusa y con participación importante de multinacionales energéticas. Sin petróleo y su manejo drásticamente comercial, Rusia no sería lo que ha llegado a ser. Aparte del detalle de que el gobierno democrático de Putin es de puño de hierro.
China ha seguido la clarividencia y el empeño de Deng Xiaoping, casi enano en lo físico pero un coloso en la comprensión del único camino a seguir, generador de toda una matriz de opinión en la nomenclatura china que lo ayudó a sobrevivir a las persecuciones a que fue sometido por el maoismo brutal e incapaz de progresar. Deng Xiaoping transformó las perspectivas y percepciones de la dirigencia del Partido Comunista Chino y lograron lo que hoy asombra al mundo: una política nacional que mantiene la total tirania política, pero dio carta blanca a la iniciativa privada en el manejo de la economía en función de una población de centenares de millones de chinos con ganas de prosperar. Hoy son ya si no la primera, la segunda potencia del mundo en industria, comercio, tecnología y poder en dinero, compitiendo con Estados Unidos, Japón y la Unión Europea.
En esos dos gigantes, que antes fueron los vaticanos del comunismo, tratan de beber los Castro, aunque obviamente con más interés en el ejemplo chino porque en Pekín sòlo hay un partido, el comunista, y una cúpula y una estructura de Gobierno, la comunista.
Pero como señalamos antes, en esos países ya había algo, ya existía una economía, una estructura industrial grande, mediana y pequeña, un mercado de decenas de millones de ciudadanos y dólares en caja –quizás no suficientes especialmente en el caso ruso, pero eran miles de millones. En Cuba no hay nada, no hay industria, el comercio es de quicallería con poco que ofrecer, la agricultura no produce ningún alimento suficiente para su población, no hay petróleo, no hay dólares.
Entonces quizás el ejemplo a seguir esté más cerca del vietnamita, donde décadas de guerra arrasaron con todo, donde el fracaso estadounidense dejó un caos y campo abierto para una dictadura brutal y asesina y después, cuando ya realmente no quedaba nada, el gobierno comunista empezó a seguir el ejemplo chino: control político, apertura económica incluyendo –y esto deben saberlo bien los Castro- acuerdos e inversiones de los Estados Unidos, el mismo imperialista que los bombardeó hasta la saciedad. Los vietnamitas no tenían nada que ofrecer, pero empezaron a cultivar la tierra y la libertad de iniciativa y de producción y comercio, y van creciendo con fuerza y solidez.
Por ahí pareciera que va el camino, y el problema de los Castro es cómo lograr que pasito a pasito, los cubanos que ni siquiera conocieron los tiempos anteriores, empiecen a confiar en sí mismos y a producir, siempre y cuando la dictadura comunista conserve el control político. Y decimos “dictadura comunista”, porque es difícil imaginar un castrismo futuro cuando hoy sus dos líderes son ya octogenarios.
Es un secreto a voces que se han producido numerosas reuniones entre representantes oficiales de Cuba y de Estados Unidos, y no parece lógico pensar que sólo se han reunido para hablar de Guantánamo. No es casualidad que Estados Unidos mantenga el ineficiente bloqueo, pero al mismo tiempo haya estado permitiendo, desde hace años, la venta de alimentos producidos por empresas estadounidenses al Gobierno de los Castro, que recientemente haya abierto la llave de las remesas de cubanos residentes en Estados Unidos a sus familiares en Cuba, y que ahora mas bien sobren los aeropuertos norteamericanos autorizados para operar vuelos hacia y desde Cuba.
Un proceso gigantesco ha comenzado en Cuba; muy lento, muy retórico y restringido, pero proceso al fin. Que avanza quizás esperando sólo un motor: la desaparición física de los ancianos Castro; o quizás, ¿por qué no? incluso algún acuerdo sorpresivo que les permita envejecer lo que les falte sin terminar con sus huesos en una cárcel.
Con un fantasma que flota en esos cuatro países, el de la rebelión ciudadana en reclamo de libertad. Los aparatos dictatoriales de China, Vietnam y Cuba –y algo también el ruso- deben estar observando con extremo cuidado los diarios acontecimientos de la creciente rebelión árabe.
Esa papa caliente llamada Makled
Ya es definitivo, a Walid Makled lo extraditará Colombia hacia Venezuela. No es cosa sencilla, porque Makled ha crecido demasiado en las expectivas públicas. Puede ser para el Gobierno de Hugo Chávez una situación de perder-perder.
Si realmente lo interrogan sobre toda la variedad de temas sobre los cuales debe interrogarlo la Fiscalía General de la República, aunque lo proclamado por Makled sea cierto sólo en pequeña parte, muchos escándalos políticamente de alto riesgo para el Gobierno, para el PSUV y para los militares, van a reventar.
Si lo que Makled tenga que responder se mantiene oculto, puede incluso ser peor, porque entonces el público creerá –y las redes sociales además de los medios volverán a recordar públicamente- todo lo que el hombre dijo de generales, de funcionarios y de políticos, y esa mancha gigantesca envolverá a Chávez y su gobierno, justamente en lapso electoral.
¿Qué va a decidir Chávez? Difícil predecirlo.
La electricidad de siempre
El tema siguió siendo noticia la semana pasada, es inevitable porque las fallas se ven, no se pueden ocultar. El Gobierno dio como gran noticia la llegada de dos barcazas generadoras de electricidad para atemperar el enorme riesgo que está corriendo Caracas, con dos terceras partes de la capacidad de generación de La Electridad de Caracas fuera de servicio. Y están así por la eterna falla del Gobierno revolucionario en la electricidad, en el petróleo, en las industrias básicas, en la agricultura estatal y en la infraestructura: falta de mantenimiento. Pero resulta que las dos barcazas –según el impertubable Ministro de Energia Eléctrica representantes de la más avanzada tecnología estadounidense- por una parte sólo alcanzan para cubrir la mitad de lo que Tacoa ha dejado de producir, y encima se tragan 2 millones de litros de diesel al día.
Con lo cual se siguen poniendo en la exposición pública dos grandes fracasos de este Gobierno: la solución aunque sólo sea en parte de un problema de producción y suministro de electricidad que en vez de mejorar según anunció el Ministro el año pasado, parece que ha empeorado, y la incapacidad de producir el gas que según Chávez a Venezuela le sobra.
Y para colmo, la lluvia
Pareció haberse tomado unas cortas vacaciones, las lluvias han vuelto, este Niño saboteador de las ilusiones chavistas sigue ahí, emperrado en arruinarlo todo. Nuevamente casas que se caen, terror en los sectores populares, tierras agrícolas y pequeños poblados inundados, siembras perdidas, carreteras y autopistas colapsadas.
Noticia de la semana pasada, además de varias fuertes protestas de calle de damnificados metidos y en parte olvidados en los refugios apresuradamente decididos. Entretanto, de las viviendas ofrecidas por Chávez nada se sabe ya en el cuarto mes de compromiso.
Eso para no hablar de los enfermeros, que siguen protestando, que siguen en huelga de hambre, que se sacan la sangre para exaltar su reclamo, que amenazan con parar los hospitales. A finales de semana le surgió un aparente pequeño consuelo al Gobierno, con un Colegio de Enfermeros caraqueño que dice que los enfermeros en huelga de hambre no son quiénes para convocar a un paro de hospitales.
Analítica Premium
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