¿Tiene algún valor agregado escudriñar las causas y culpas que nos condujeron a este Totalitarismo Siglo XXI? Esta pregunta viene al caso al iniciar la lectura del libro de Enrique Ochoa Antich que lleva este título. Sin duda es importante todo escrito de quienes han sido o son actores de determinados sucesos y la honestidad intelectual obliga a narrar los acontecimientos tal y como se vivieron, aunque desde luego los participantes suelen tener diferentes percepciones sobre los mismos hechos. A pesar de que no comparto algunas de sus afirmaciones, Ochoa es honesto en lo que expone, todo lo contrario de quienes actualmente detentan el poder que mienten descaradamente.
Insistir, como lo hacen algunos, que cualquier tiempo pasado fue bueno y echarle la culpa de lo sucedido a la llamada antipolítica es castrar la necesidad de rectificaciones, las cuales son imprescindibles para salir de este régimen. Cometimos muchos errores, unos por acción y otros por omisión, como lo señalan Ochoa y otros autores. La mal llamada antipolítica no surgió por generación espontánea, ni por la supuesta perversidad de unos “notables”, sino por el hastío de muchos ciudadanos sobre la forma de hacer política por parte de algunos actores que torpedearon la democracia.
No es tiempo de recriminaciones, pero sí de recordar que no debemos cometer los mismos errores. A la fecha, las encuestas y lo que se percibe en el ambiente es que son altas las probabilidades de que el teniente coronel salga por la vía electoral en el 2012. Pero estemos conscientes de que esas probabilidades pueden revertirse no solo por el ventajismo oficial, el dinero, las promesas y la conexión emocional del lenguatón, sino porque el electorado no perciba que en la alternativa democrática exista un equipo confiable para conducir el cambio. Ojalá nuestra dirigencia note el peligro y acepte humildemente que, a pesar de los logros, todavía el ciudadano común no tiene plena confianza en algunos mensajes. Insistir en que cualquier crítica es fruto de la antipolítica es de necios.
Entendemos que las decisiones electorales les corresponden a los partidos. También que en condiciones normales éstos tienen que defender sus intereses, pero hoy se impone el interés nacional. La postergación de la fecha de las primarias dejó un mal sabor a muchos, pero pasemos la página. Ojalá ciertas ansias presidencialistas no le resulten costosas a la democracia y algunos partidos no pierdan credibilidad por estar predicando que disponen de más de un precandidato, cuando en la alternativa democrática solo hay dos o tres con posibilidades reales. Por otra parte, estamos totalmente de acuerdo con discursos que llamen a la reconciliación entre los venezolanos, pero nos parece suicida que a veces se compra el discurso oficialistas sobre algunos sucesos como los de abril. Las causas y culpas del pasado que nos condujeron al presente no deben repetirse.
Como en botica: “La justicia revolucionaria”, libro de Rafael Chavero constituye una denuncia muy seria de los abusos del poder judicial por razones políticas. “Sangre en el diván”, de Ibeyise Pacheco, evidencia las perversiones de Chirinos y la crisis de valores que lo llevaron a ser Rector de la UCV, candidato presidencial y amigo de gente influyente. Los rojos siguen endeudando al país. Con los bajos sueldos de los educadores, de los policías y de quienes están en el sector salud es imposible lograr un mejor país. ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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