La tiranía comunista está cometiendo un crimen imperdonable contra los hijos de los pobres, negándoles el derecho a una educación de calidad, que sería la única garantía de un futuro próspero porque les permitiría triunfar en la competencia por el mercado de trabajo. La India hizo lo contrario, de allí que se haya convertido en una potencia emergente.
Así como la tiranía comunista trasplanta a Venezuela el modelo fracasado de Cuba, el gobierno de la India de mediados del siglo pasado copiaba el modelo soviético que terminó en desastre. Desde luego, las consecuencias fueron la pobreza, el desempleo y el atraso económico. Pero a pesar del servilismo ideológico, los indios (porque hindúes son los que profesan el hinduismo) tuvieron la perspicacia de organizar un sistema de educación que preparase a los egresados para competir con éxito en el mercado de trabajo, tanto nacional como internacional.
¿Qué hicieron?En 1951 el Primer Ministro Nehru, simpatizante del socialismo, tomó la sabia decisión de no crear una Misión Ribas ni una Misión Sucre y mucho menos fundar universidades piratas que gradúan profesionales, con cursos express, no capacitados por ello para ejercer la profesión cuyos títulos acreditan. Nada de facilismo demagógico para ganar votos, dijeron los gobernantes indios, sino rigor académico en la preparación de profesionales y técnicos. El señor Nehru acordó con su gobierno elevar al máximo la calidad de la educación y derivar el sistema educativo hacia la formación tecnológica y, al efecto, creó los Institutos Indios de Tecnología (IIT). Y como era un gran estadista antepuso el interés nacional y el futuro de los jóvenes por encima de su ideología y de su ambición de poder, estimulando al sector privado para coadyuvar en la tarea. Esto hizo florecer los equivalentes Institutos Indios de Dirección de Empresa, establecimientos privados de educación superior dedicados a la enseñanza de la gerencia.
Ya en 2003 el diario The Wall Street Journal reconocía que los “IIT de la India se habían convertido en islas de excelencia.” Y agregaba esta información: “Para ingresar en un IIT no valían sobornos de ningún tipo. Sólo son admitidos los aspirantes que aprueben un complicadísimo examen de ingreso. El gobierno no interfiere en el plan de estudios y el nivel de exigencia es muy alto. Al parecer, cuesta más ingresar a un IIT que en Harvard o en el Instituto de Tecnología Massachussets (MIT).” Los IIT son considerados fábricas de meritocracia, porque la producen en calidad y cantidad suficiente en tecnología y gerencia. De su seno salen los ingenieros, informáticos y programadores indios, así como los gerentes, que están calificados entre los de mayor talento y mejor preparados del mundo.
Como en la India no conseguían trabajo, los egresados de los IIT emigraban a Estados Unidos donde conseguían empleos bien remunerados. La India se desangraba exportando talentos. Un conocedor del asunto explica porqué sucedía esto: “Nosotros teníamos una montaña de regulaciones, controles y burocracia. Nehru había accedido al poder sin ninguna experiencia. Entonces miró hacia Moscú y allá envió a su equipo de economistas. Cuando volvieron le dijeron que la Unión Soviética era asombrosa. Así fue como la India escogió ese modelo. Entre 1947 y 1991 todas las infraestructuras pertenecían al gobierno. En 1991 apenas quedaba sector privado. El peso del sector público de la economía estuvo a punto de provocar la bancarrota del país. No podíamos pagar nuestras deudas. La India estaba quedándose sin una moneda fuerte. Cayó el Muro de Berlín y fue como si hubiesen soltado un tigre enjaulado. Se abolieron los controles oficiales. Tres años después de la reforma teníamos una tasa de crecimiento sostenido en más del 7%. Al cuerno con la pobreza, para ganar dinero ya te podías quedar en la India, y hasta podías entrar en la lista de los más ricos del mundo. Por todos esos años de socialismo no teníamos más de mil millones de dólares en reservas. Hoy tenemos más de 300 mil millones de dólares.”
Ahora los gerentes y técnicos no emigran de la India. Allí les sobra trabajo por efectos del crecimiento económico sostenido, que ha convertido al país en una potencia emergente que ya integra el G-20, la cúpula mundial de los países desarrollados. La India los preparó y esperó su oportunidad, que le llegó con la globalización. Ha pasado ya de país pobre a país próspero, en ascenso constante. Es una de las economías emergentes con vocación de potencia. Y no tiene renta petrolera.
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