viernes, 4 de marzo de 2011

TRIBUNA LIBERTARIA. COMPENDIO OPINÁTICO. RAUL AMIEL. 04/03/11. OPINIONES DE ROBERT A. SIRICO, ABELARDO GARCÍA CALDERÓN Y RÓMULO LÓPEZ SABANDO


"y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres." Juan 8:32

1.- LA TEOLOGÍA DE LA LIBERTAD. ROBERT A. SIRICO
2.- EL BUEN PROFESOR. ABELARDO GARCÍA CALDERÓN
3.- REBECA. RÓMULO LÓPEZ SABANDO

La Fuerza de la esperanza se mueve. Esfuérzate, anímate y trabaja. Solo faltan 676 días, cuenta regresiva inexorable. Artículo 231. Constitución de 1999. El nuevo Presidente tomará posesión el 10/01 del primer año de su período constitucional.- @raulamiel

LA TEOLOGÍA DE LA LIBERTAD. ROBERT A. SIRICO

Ahora la Iglesia ve la conexión entre el socialismo y la pérdida de libertades.

Los obispos, sacerdotes y otros líderes de la Iglesia Católica en Latinoamérica solían ser un aliado confiable de la izquierda, gracias a la influencia de la "teología de la liberación", la cual trata de ligar al Evangelio a la causa socialista. Hoy, la Iglesia empieza a reconocer la conexión entre el socialismo y la pérdida de la libertad, lo que está produciendo un cambio en su manera de pensar.

En una región que es más de un 90% católica, este cambio podría tener enormes implicaciones. Una Iglesia que haga hincapié en la libertad podría jugar un papel en Latinoamérica similar al que jugó en Europa del Este durante los años 80, como un contrapeso en defensa de la libertad, durante una época de auge del despotismo.

Una prueba de este cambio se encuentra en un comunicado reciente de los obispos católicos de Venezuela: atacaron la agenda política del presidente Hugo Chávez por su asalto a la libertad bajo el disfraz de ayudar a los pobres. Es moralmente inaceptable, decía el comunicado, y significa un retroceso para el país en términos del respeto a los derechos humanos.

El comunicado de los obispos desde Caracas no fue el primer desafío presentado por la Iglesia a Chávez. El fallecido Cardenal Rosalio Castillo presentó alguna vez la visión de la Iglesia sobre el socialismo bolivariano. El gobierno, explicó, aunque elegido democráticamente, se estaba transformando en una dictadura. Le preocupaban los resultados de este proceso. "Todos los poderes están en manos de una persona que los ejerce de una manera arbitraria y déspota, no con el interés de conseguir el bien común de la nación, sino por un proyecto político arcaico y retorcido: el de implantar en Venezuela un régimen desastroso como el que Fidel Castro ha impuesto en Cuba…"

En México, la Iglesia también se ha enfrentado a la izquierda radical. El mes pasado, un grupo de 150 personas asociadas con el socialista Partido de la Revolución Democrática (PRD) entraron a la catedral de la capital un domingo en la mañana cuando comenzaba la misa. La turba volteó bancos, denunció a los sacerdotes y pronunció arengas anticlericales. El PRD asegura que no fue directamente responsable. Pero el mensaje era claro: cualquiera que no esté a favor de la militancia colectivista está en contra de ella.

Estos son tan sólo dos ejemplos de la creciente tensión entre la Iglesia Católica y la extrema izquierda en Latinoamérica. En Argentina y Cuba, la Iglesia también está asumiendo el rol de la oposición.

Es importante anotar que los líderes de la Iglesia que están desafiando a gente como Chávez no están recomendando que la Iglesia se involucre en política. Su posición, que está de acuerdo con las enseñanzas del Papa Benedicto XVI, es que la relación entre la Iglesia y el Estado en Latinoamérica es compleja y que debería haber una separación clara. Pero también saben la importancia de preservar la libertad y el pluralismo.

Los casos de involucramiento político que hemos leído con más frecuencia tienen que ver con una colaboración con las llamadas "dictaduras de derecha". Pero no se sabe en qué sentido difieren del total control estatal o "dictaduras de izquierda". La teología de la liberación puede apelar al clero con conciencia social, sin embargo también politiza el rol de la Iglesia al bendecir otra forma de control totalitario.

La teología de la liberación apareció hace cerca de tres décadas. La Biblia inculca la preocupación por los pobres, dijeron los teólogos liberacionistas, y luego fueron un paso más allá al decir que Jesús fue un símbolo y defensor de la guerra de clases para expropiar a los ricos en beneficio de los pobres.

Hoy en día, la teología de la liberación aún está de moda y, debido a la confusión intelectual en Latinoamérica, muchos aún creen que el socialismo de Chávez, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, e incluso de Fidel Castro, ofrece esperanza a los pobres. Cuando Chávez anuncia que "democratizará" las propiedades para golpear a los ricos, puede contar con los vítores de muchos admiradores religiosos.

Los líderes sinceros de la Iglesia, que están justamente convencidos de su misión especial para asistir a lo pobres, a veces son atraídos por la falsa esperanza de que impuestos más altos, la redistribución de la tierra, la nacionalización de las industrias y los grandes proyectos gubernamentales ofrecen una salida. Esto es trágico debido a que amenaza con inmiscuir a la Iglesia en la política, poniendo en riesgo su reputación y el mensaje del Evangelio en una agenda política.

Al menos 100 años de evidencia contradicen la afirmación de que un Estado más poderoso (eso es todo lo que la teología de la liberación ofrece) es el medio adecuado para el avance material. Nadie gana nada al aplastar a los ricos, aparte del Estado. Lo que la sociedad necesita no es la expropiación, sino una ampliación de las oportunidades para que todas las clases mejoren sus estándares de vida.

Sólo hay un camino hacia la liberación y es una genuina liberalización de la vida económica y política, que separe al Estado, no sólo de la Iglesia, sino de la cultura y de la vida comercial de la nación.

En mis viajes por la región he detectado una reconsideración honesta. Los líderes presentes y futuros parecen estar reconociendo que, para que la clase media crezca, se necesita tener una comprensión más vibrante de cómo funciona el mercado, en donde la gente se gana la vida. También existe la necesidad de un entendimiento más profundo de los riesgos morales y las oportunidades que la economía política presenta.

La Iglesia, pese a los terribles golpes a su credibilidad en los últimos años, está en la mejor posición para proveer liderazgo y asumir un rol de enseñanza en este momento. Los textos del Papa Benedicto proveen una base sólida. El Papa advierte sobre los riesgos del poder y sus efectos moralmente corruptores, así como los efectos materialmente corrosivos de las políticas socialistas.

La Iglesia puede proveer un liderazgo independiente en la sociedad. Sobre todo, debe haber una independencia de la política. Expandamos ese modelo de independencia a todos los sectores de la sociedad. Así, Latinoamérica se volvería menos vulnerable a los déspotas, desarrollaría una pujante clase media y aseguraría un futuro de libertad y prosperidad. En el rol de la oposición, la Iglesia Católica puede encontrar su verdadera voz como defensora de los derechos humanos y la libertad.  

EL BUEN PROFESOR. ABELARDO GARCÍA CALDERÓN

No hace muchos días conversábamos con grupos de educadores y analizábamos el cómo poder medir al verdadero educador, a aquel que realmente logra sus objetivos enseñando a sus alumnos.

Veíamos el primer caso, el del hombre estudioso que dedicó buena parte de su vida a enriquecer sus conocimientos, a saber a más de las ciencias que tienen que ver con la didáctica y la pedagogía mucho de aquellos conocimientos propios de su asignatura y llegamos a la conclusión que este es el sabio, el gran conocedor, el consultor, pero que aun no daba el salto, que todo aquello no le servía todavía para ser buen educador.

El segundo caso era el del espléndido expositor, es decir de aquel que a más de conocer encantaba a su auditorio porque era capaz de sostener su atención y expresar con relativa facilidad, su versatilidad, su conocimiento, sus propias destrezas y características. Sus clases sin duda resultaban maravillosas pero aun todo aquello no le ratificaba como buen educador, demostraba tan solo tener conocimiento, dominarlo y saber expresarlo, pero le faltaba algo más, algo que sí podía aportar el tercero.

Este último, acaso menos sabio, dominando la explicación, llevando su lenguaje a los niveles del alumno no detenía ahí su atención sino buscaba la comprensión real en ellos de lo expresado; a este, al buen educador, le interesa cuánto su alumno aprendió, no cuán hermosa fue su clase o cuán amplio fue su conocimiento, sabe que su medida está dada por la respuesta de sus alumnos, sabe que su calificación no puede ser otra que aquella que obtengamos del conocimiento interiorizado en cada una de las mentes que constituyen su auditorio. Este sin duda es el que logra proyectar a su estudiantado hacia el dominio del conocimiento, el que puede hacer que ese grupo de niños y jóvenes trabajen con este, porque lo han hecho suyo, porque lo manejan, porque saben de lo que están hablando.

Sin duda todos a lo largo de nuestras vidas hemos tenido de los tres tipos de educadores, el que mucho sabe, el de las clases lindas, y el que se entregó hasta hacernos comprender, hasta estar seguro de que dominábamos el tema, de que podía estar tranquilo porque el conocimiento había saltado desde su inteligencia o desde los textos adonde debía estar, a nuestras capacidades, a nuestra mente, para desde ahí poder ser la herramienta práctica y fructífera en nuestro crecimiento personal y en nuestro desarrollo.

La pregunta final sería, estamos formando este tipo de educadores?, nos estamos conformando con los sabios eruditos a los que en ocasiones llamamos maestros y autoridades por todo lo que saben?, nos estamos conformando con aquellos que hablan lindo, que expresan con grande erudición temas tras temas con los que pomposamente pavonean su saber frente a su estudiantado? o estamos en los normales, perdón, institutos pedagógicos, y en nuestras facultades de filosofía letras y ciencias de la educación, haciendo lo posible porque surjan estos artistas y artesanos del conocimiento.

REBECA. RÓMULO LÓPEZ SABANDO

Daphne du Maurier (1907-1989), británica, publicó en 1938 “Rebeca, una mujer inolvidable” con la que Alfred Hitchcock, también británico, (1899-1980) director de cine, conocido como el mago del suspenso, llevó al cine en 1940 una adaptación de la obra, seductora e intrigante que, gracias al genio de Hitchcock, se convirtió en un éxito y por la cual ganó un Oscar por mejor película y otro por mejor fotografía aparte de varias nominaciones de la Academia.

Rebeca, la protagonista, jamás aparece, pues había muerto. Su recuerdo hace que su presencia parezca tan real que obnubila a todos, al extremo de someter a la segunda cónyuge de Máximo De Winter, dueño de la mansión.

Ambición, romance, intriga, intereses y suspenso, todo se hacía en función de Rebeca. Estaba en todas partes. Retratos, óleos, el piso, alfombras, los gastos y hasta los pensamientos y acciones eran para satisfacer a lo que Rebeca representaba, y a quien nadie veía ni conocía sino el atormentado viudo y la ama de llaves, fiel a la difunta señora de Winter, a cuyo nombre ejercía el poder en el territorio de la mansión, con plenitud soberana.

La administración y control (hasta policial) nacía y se realizaba en Rebeca a través de su ama de llaves. La pareja y sus amigos terminaron subordinándose a los dictados de Rebeca y su (poderosa mandataria) ama de llaves.

La influencia que la fallecida Rebeca (una entelequia, un recuerdo, una abstracción,) ejerce en la mansión es de tal naturaleza que el diario vivir es sólo para Rebeca. La vida y el presupuesto de todos estaban sometidos a Rebeca y a quien gobernaba la mansión. Rebeca es todo.

Sus fines eran preservar a Rebeca, someter las personas y sus derechos a esa entelequia para robustecer el poder y presencia de Rebeca y su administradora (“ama de llaves”).

En la vida actual ocurre igual con el Estado. Muchos teóricos en Filosofía, Economía, Derecho y Ciencias Sociales solo privilegian a esta abstracción, a esta entelequia que es el Estado. Algunos son como los aprendices de brujos que dan criterios para curar enfermedades. Y hasta curan.

Otros, políticos, son como los que operan, sacan muelas y promocionan ser expertos y estrellas en cirugía plástica sin formación, fundamentos ni experiencia. La mala práctica política es frecuente.

Todos los sistemas económicos y políticos que privilegian al Estado son estatistas. Obvio. Los que privilegian la libertad son libertarios.

El socialismo nacional (nazi) y el socialismo internacional (comunismo) al igual que el corporativismo (fascismo) concentran el poder del Estado en personas y/o pequeños grupos que disfrutan y usan las riquezas de todos los demás en sus “trabajos”. Son totalitarios que no producen. Viven de los impuestos que los ciudadanos le pagan al Estado.

¿Qué es el Estado? El Estado es todo. Y hubo quien, embriagado de poder y ahíto de soberbia y arrogancia dijo “El Estado soy yo”.

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