martes, 22 de marzo de 2011

A LA DERECHA DE DIOS. JUAN CARLOS APITZ B.

En Venezuela todos son de izquierda, eso es lo chévere. Como mínimo, se autoproclaman socialdemócratas cuando el sentimiento de culpa y del ridículo los hace distanciarse del socialismo chavecista. Nadie es de derecha, a lo sumo ¿¡centro humanista!? Para otros, los más frívolos y sutiles, no hay ninguna distinción. Se trata de una discusión bizantina.

Norberto Bobbio, en Derecha e izquierda: Razones y significados de una distinción política, critica la idea de que el distingo quedó obsoleto, y tiene razón. También tiene razón cuando critica la supuesta imposibilidad de distinguir lo bueno de lo malo para la sociedad. Pero son dos distingos diferentes, y, creemos, tiende a confundirlos. Trata de rescatar el concepto de la izquierda como protagonista de lo bueno para la sociedad. Es un error. Ni la izquierda ni la derecha son el bien (o el mal). Se puede estar bien o mal en esto o en aquello, pero no se puede ser el bien o el mal.

Así, ni la izquierda ni la derecha son el valor absoluto que se enfrenta al antivalor absoluto. Hay valores que defiende la izquierda, valores que defiende la derecha y valores que pasan de unas banderías a otras. Por eso, tanto absolutismo produce confusiones. Si todo lo bueno para la sociedad tiene que ser de izquierda y resulta que, en tal caso, lo bueno es lo que defendía la derecha, ¿lo reaccionario se convierte en revolucionario?

En nuestro país la derecha es inhabitable, un infierno de todos tan temido que nadie lo quiere voluntariamente ocupar; a donde hay que empujar a quien se deje, para tener la seguridad de que uno sí es de izquierda (puesto que allá está la derecha, señalada con dedo flamígero).

Pero, ¿quién va a dejarse hundir en el infierno para que los fariseos gocen de la gloria de juzgarnos desde el cielo? Nadie. Por eso, el infierno está vacío. Si la derecha no merece más que la muerte política, no puede haber derecha. Pero tampoco izquierda. Donde no hay derecha, la izquierda abarca todo, y por lo mismo no quiere decir nada. Donde la izquierda legitima, pero la derecha no, toda izquierda se vuelve sospechosa de ilegitimidad: todos acaban persiguiendo a todos. Donde hay que ser de izquierda para ser, ser de izquierda y nada es lo mismo.

En rigor, no se puede ser de izquierda (ni de derecha): no hay tal manera absoluta de ser. Se está a la izquierda o a la derecha, en tal punto, con respecto a tal otra posición. Por lo mismo, considerando todo el espectro de posiciones posibles, lo normal es estar simultáneamente a la izquierda y a la derecha: a la izquierda de unos y a la derecha de otros.

La idea convencional de izquierda/derecha se corresponde con otra polaridad espacial: arriba/abajo. Se supone que la izquierda está abajo, con el pueblo y que la derecha está arriba; sobre ese volcán: que la gente de arriba está por el statu quo y la de abajo por el cambio. Pero no hay que olvidar que izquierda, derecha, arriba y abajo, son conceptos relativos. Todo depende de qué tan abajo o tan arriba; dónde y cuándo.

En fin, todos los venezolanos queremos ser de izquierda, hasta los de derecha. A pesar de que, como los revelan los evangelios, "el Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo, y está sentado a la derecha de Dios (Padre)".

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@justiciapitz

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