"Dale un pescado a un hombre y comerá un día, enseñale a pescar y comerá todos los días". Proverbio Chino
1.- CAMBIO DE PARADIGMA. ANDRÉS F. GUEVARA B.
2.- ¿EMPRESA SOCIALISTA O ENGAÑO SOCIALISTA?. LUIS COVA
3.- ADIÓS, MAESTRO. PATRICIA LARA SALIVE.
Esfuérzate, anímate y trabaja. Solo faltan 703 días. Artículo 231. Constitución de 1999. El nuevo Presidente tomará posesión el 10/01 del primer año de su período constitucional.- @raulamiel
CAMBIO DE PARADIGMA. ANDRÉS F. GUEVARA B
LUDWIG VON MISES |
"Si queremos salvar a nuestro planeta de la barbarie, lejos de ignorar los argumentos socialistas, es preciso refutarlos". Ludwig von Mises.
El epígrafe que da inicio a este artículo, evidencia una de las frases más importantes que haya manifestado el gran intelectual Ludwig von Mises. Y es que, en efecto, si partimos de la premisa según la cual el socialismo es un error intelectual, preciso es refutarlo para impedir que su mensaje, engañoso y tentador, carcoma la mentalidad de los individuos.
El socialismo, sin embargo, a pesar de ser reconocido como un error intelectual, no por ello deja de ser seductor. Para nadie es un secreto la amplia difusión y aceptación que tiene esta forma de pensamiento no solo en las latitudes más pobres del planeta, sino en aquellos lugares donde la preeminencia de la libertad y una sociedad abierta permitió el mayor grado de desarrollo y prosperidad de la especie humana.
Creemos, de este modo, que a la legendaria frase de von Mises, habría que agregar un pequeño apéndice. No basta con refutar los argumentos socialistas, es preciso que la gente comprenda dicha refutación.
Uno de los mayores éxitos del socialismo –tal vez el mayor– se encuentra en la esfera propagandística. Las masas, sin más, aceptan como dogma incuestionable la existencia de derechos sociales, la imperiosa necesidad del bien común, el alcance de la justicia social, la consagración del Estado de Bienestar. Poco importa que la realidad ponga en evidencia que tales consignas son inalcanzables. Una y otra vez, la bandera de las ideas socialistas ondea levantisca sobre los escombros de la soberbia.
Entretanto, los intelectuales partidarios de la cultura liberal han entregado sus vidas a la demostración de cómo el socialismo es insostenible. Ni siquiera filosóficamente. Sin embargo, sus ideas, incluso con su claridad desgarradora, siguen siendo desconocidas e ilegítimas para la inmensa mayoría del colectivo.
No basta entonces clamar de forma obcecada que el socialismo no sirve. Si el interlocutor no entiende –ni comprende– el mensaje, la prédica quedará en el vacío y por lo tanto será inútil.
Esta enseñanza es vital para el caso venezolano y tal vez para toda Latinoamérica. ¿Se pretende desplazar a los socialistas del poder por medios democráticos? Si la respuesta es afirmativa –y debe serlo–, la única manera de alcanzar esta meta es capitalizando electoralmente las ideas liberales.
El reto es enorme. Requiere a su vez de sapiencia y tener una clara lectura de lo que es el país. Porque en política, al igual que en casi cualquier dimensión de la vida, hay que diferenciar entre lo posible y lo probable.
Algunos vislumbran la eliminación del Banco Central y abogan por un patrón objetivo que sustituya la moneda local. ¿Es posible? Sí. ¿Es probable en la Venezuela actual? No. Ni siquiera el peso de los mejores y más convincentes estudios torcerá esa realidad. Al menos en el futuro mediato. Mientras tanto, el país sufre un control de cambios que desgarra el vientre de las libertades económicas y padece una de las inflaciones más altas del mundo, y con ello, una de las prácticas más antidemocráticas de la historia, al decir del propio von Mises.
Curiosamente, en una encrucijada parecida se encuentra la oposición socialista, la cual de forma poco honesta no deja de sugerir la diferencia entre el socialismo y el comunismo. Ellos prometen el primero. Nosotros padecemos el segundo. Con este argumento, enfilan todo su poder para explicar por qué hay un socialismo “bueno” y “democrático” y por qué el comunismo se diferencia de la tierra prometida.
Dentro de este contexto, se hace imperativo que los operadores políticos tengan la capacidad de leer al país. Fue ese talento el que llevó a Rómulo Betancourt a sentar las bases de la socialdemocracia en Venezuela, y será esta condición la que permita el florecimiento de la cultura liberal.
Caer en el fanatismo, inexorablemente, llevará a la perdición. Si llamar a la “banana” “cambur” es el precio que hay que pagar para estimular la libertad, pues paguémoslo. Si bien es cierto que Confucio llegó a decir que cuando las palabras pierden su significado con ellas se pierde la libertad, también es cierto que dos palabras distintas pueden albergar el mismo significado. Pero una lleva a la ruina. La otra, al triunfo.
Creyentes del libre mercado. Estimulen la demanda de ideas liberales y su oferta será premiada. Eso sí, recuerden que la bandera de la libertad no le pertenece a un solo partido y con su manto no puede arroparse el fanatismo.
Historias de fanáticos… ya hemos vivido suficientes.
¿EMPRESA SOCIALISTA O ENGAÑO SOCIALISTA?. LUIS COVA
Una empresa, según la concepción más amplia de la palabra se refiere a una unidad productiva integrada por capital y trabajo cuyo fin último es la obtención de un beneficio, de tipo lucrativo, para los accionistas y aquellas personas que la conforman. Existen infinidad de tipos de empresas, según las características de producción de algún tipo de bienes o servicios, pero todas ellas siempre buscan la generación de recursos monetarios para quienes invirtieron una cantidad de dinero, tiempo y esfuerzo para crearlas y ponerlas en funcionamiento.
En Venezuela se ha puesto de moda, gracias al actual Gobierno y la ideología por la cual se rige, un esquema llamado empresa socialista, en el cuál según puedo entender, el fin último es la elaboración de productos y prestación servicios de la más alta calidad que busquen mejorar, valga la redundancia, la calidad de vida de los venezolanos. A su vez, estas empresas sólo buscan obtener la satisfacción que sus clientes puedan tener acceso a estos bienes a “precios justos y solidarios”, dejando por fuera los “fines capitalistas” de una empresa.
Día a día a través de los distintos medios de comunicación somos bombardeados por propagandas en las cuales se publicita el buen funcionamiento de empresas manejadas por el Estado, y cómo de una manera casi milagrosa al pasar a ser unidades de producción socialista su desarrollo y desempeño ha mejorado notablemente, o por lo menos es la opinión expresada por los trabajadores entrevistados. Lo números presentados y las bondades que describen en dichas propagandas dan la sensación que la expropiación y reciente control por parte del Estado es lo mejor que les pudo pasar.
Ahora bien, en el caso de productos tangibles, como es el caso de alimentos, al visitar los automercados tradicionales, o los “abastos”, notamos la ausencia de muchos productos de aquella canasta básica que comentaba un par de artículos atrás. Y no sólo hay ausencia de los que son manufacturados por las empresas que representan las marcas tradicionales en el consumo, sino también los de las socialistas, echando por la borda lo dicho en las propagandas.
A su vez, hay otro punto importante que me parece relevante analizar: La materia prima procesada para la elaboración de alimentos por las empresas socialistas, me atrevería decir que en más del 90%, es suministrada por el mismo Estado, siendo ésta adquirida a precios muy por debajo de los que pagarían las empresas tradicionales. Hay que tomar en cuenta también, que el proceso de elaboración es llevado a cabo por maquinaria que por lo general no representó ninguna inversión por parte del Estado, así como el resto de la infraestructura, y mucho menos el know how para la elaboración de los productos. Por otro lado, los sueldos de los empleados son regularizados por el mismo Estado, sin temer a problemas sindicales, por ser estos manejados por ellos mismos.
Al momento de llevar los alimentos a los “abastos”, estos venden los productos lógicamente a un precio por debajo del producto de las empresas tradicionales, haciendo creer al comprador que esta haciendo un excelente negocio. Cabe acotar, que el abasto también es manejado por el mismo Estado, y las preocupaciones por problemas laborales y de sindicatos no existen por la misma razón que el productor.
Con base en lo comentado anteriormente, vale la pena preguntarse si existe una competencia justa entre lo producido por estas empresas socialistas, y algunas de las empresas que elaboran las marcas tradicionales en Venezuela. También tendríamos que preguntarnos si la calidad y las certificaciones en temas sanitarios, por ejemplo, son manejadas de la misma manera en unos y otros. A mi parecer, todo es una farsa que ayuda a empobrecer cada día más al pueblo venezolano. Este, al igual que otros gobiernos, trata de comprar al pueblo con pequeñas migajas y engaños, lo más preocupante del tema es que todo esto no parece preocuparle en lo más mínimo a la minoría.
Para finalizar, quisiera cerrar con un interesante pensamiento chino que reza: “no regales un pescado, enseña a pescar”. Señores gobernantes dejen de regalarlo todo, enseñen a producir y a progresar...
ADIÓS, MAESTRO. PATRICIA LARA SALIVE.
TOMÁS ELOY MARTÍNEZ |
Sólo escribiendo puedes ser feliz, anotó en el correo que me mandó para agradecerme el envío que le hice de mi primera novela, Tomás Eloy Martínez, maestro del periodismo y de las letras, a quien varios en Colombia y en América Latina tuvimos el privilegio de tener como profesor en talleres que dictó con el auspicio de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano.
Al final de su tiempo, cuando ya el cáncer le ganaba la batalla, esa frase suya sí que cobró sentido: con la enfermedad avanzada, fue su pasión por el oficio la que le dio fuerzas para llegar al punto final de su novela Purgatorio. La escritura era lo que lo mantenía vivo: cada quincena hacía un esfuerzo sobrehumano para cumplir con su compromiso de elaborar su columna. Incluso, el domingo, el mismo día en que se despidió de la vida, publicó en El Espectador la última de ellas, titulada “El desafío de la cultura narco”.
Tomás Eloy no concebía la vida sin la escritura. Por eso hoy, cuando se le ha rendido homenaje en todo el continente, cuando tantos amigos y alumnos suyos hemos llorado su muerte, no sólo en América Latina sino también en Estados Unidos, pues dirigía en Rutgers University el programa de Estudios Latinoamericanos, cuando ha rodado tanta tinta recordando su trayectoria como fundador de Primera Plana, El Diario de Caracas y Página Doce, cuando se ha hablado a más no poder de su gran obra literaria (Santa Evita, La Novela de Perón, El Vuelo de la Reina, Réquiem para un país perdido, Las vidas del General, El cantor de tango y El purgatorio), vale la pena recordar un famoso texto suyo que no se ha mencionado en estos días. Es ese párrafo magistral con que seis semanas después de que Editorial Suramericana publicara en Buenos Aires la primera edición de Cien Años de Soledad, Tomás Eloy describió en Primera Plana el momento mágico en que, antes de que comenzara una función cualquiera en el teatro del Instituto di Tella de esa ciudad, la gloria literaria se apoderó para siempre de García Márquez. Dijo el argentino:
Cuarenta años después, fue justamente este testigo de excepción del nacimiento de una de las máximas obras de la literatura universal, uno de los principales oradores del homenaje que la Real Academia de la Lengua Española le brindó a Gabo. “Mercedes y él se adelantaron hacia la platea, desconcertados por tantas pieles tempranas y plumas resplandecientes. La sala estaba en penumbras, pero a ellos, no sé por qué, un reflector les seguía los pasos. Iban a sentarse cuando alguien, un desconocido, gritó: “¡Bravo!”, y prorrumpió en aplausos. Una mujer le hizo coro: “¡Por su novela!”, dijo. La sala entera se puso de pie. En ese preciso instante vi que la fama bajaba del cielo, envuelta en un deslumbrador aleteo de sábanas, como Remedios la Bella, y dejaba caer sobre García Márquez uno de esos vientos de luz que son inmunes a los estragos de los años”.
Hoy, todos sus amigos y discípulos sentimos la orfandad en que nos deja su ausencia. ¡Paz en su tumba, querido maestro!
raulamiel@gmail.com
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