"Muchas cosas eran algo, dejándolas fueron nada." Baltasar Gracián
* EL ESTADO IN THE PENDIENTE. ALEJANDRO ALLE
* Y LA MUD, ¿QUÉ FUE DE ELLA? . LUIS FERNÁNDEZ MOYANO
Esfuérzate, anímate y trabaja. Solo faltan 706 días. Artículo 231. Constitución de 1999. El nuevo Presidente tomará posesión el 10/01 del primer año de su período constitucional.- @raulamiel
EL ESTADO IN THE PENDIENTE. ALEJANDRO ALLE
Entre las funciones básicas del Estado está la de resolver disputas entre privados, obrando en su calidad de árbitro imparcial. Otra de las actividades esenciales que le corresponden es oficiar de administrador de los bienes públicos, entre los cuales la recaudación tributaria ocupa evidentemente un lugar relevante.
De todos modos, la tarea que mejor representa la razón de ser del Estado es hacer respetar la ley. Y para que pueda cumplir con tal mandato, que incluye garantizar el orden público, la sociedad le ha delegado una herramienta clave: el uso monopólico de la fuerza. Nada menos.
Los Estados modernos, además, han incorporado funciones adicionales, tales como proveer educación universal y salud pública. El alcance específico que le corresponde a estas nuevas funciones suele ser objeto de debate. Y es normal que así sea, aún cuando las discusiones tengan habitualmente poca racionalidad y demasiada pseudo-ideología, tanto de un lado como del otro..., terminando en conversaciones de sordos. O de necios, que ostentan posiciones intransigentes. Como si esa fuese la manera adecuada de discutir políticas públicas.
En efecto, algunos de los que dicen ser de derecha olvidan que una adecuada función subsidiaria del Estado les permitiría vivir en una sociedad con menos resentimientos, de esos que tan a flor de piel están en El Salvador, al punto que habría que ser ciego para no verlos. Una sociedad en la cual nadie carezca de cierto nivel educativo ni de determinada cobertura de salud.
Sobre este punto el periodista argentino Carlos Mira hace una acertada reflexión en su libro "La idolatría del Estado", indicando que: "una sociedad sana, consciente, que disfruta de una red sanitaria moderna y sustentada por impuestos, amplia, limpia y a disposición de todos, se siente segura y por lo tanto su pensamiento no está perturbado por la preocupación acerca de lo que hará si cae en la desgracia de la enfermedad o el accidente", agregando una observación clave: "su mente estará liberada para pensar, y al pensar podrá discernir si lo que le ofrecen (en materia política) la conforma o la disgusta".
Lo que nadie en sus cabales debiera aceptar como normal es que se ponga en tela de juicio la inexcusable obligación del Estado de ejercer sus funciones básicas, comenzando por garantizar el orden público. Es algo que jamás debiera estar en discusión.
No es un tema de ideologías. Invocarlas para justificar el desorden es una excusa barata, que lejos de ser "progresista" es miserablemente regresiva: a quienes más perjudica el desorden es a las personas humildes, que no andan con guardaespaldas ni se trasladan en carros blindados. Esa inmensa mayoría de la población que no es ni gran empresario ni funcionario.
No es cuestión de tamaño sino de fortaleza: el Estado no necesariamente debe ser grande, pero obligatoriamente debe ser fuerte. Un Estado débil, o peor aún, ausente, deja el camino pavimentado a la delincuencia. A algunos ingenuos les han hecho creer que el orden es un símbolo de la derecha (¡?), ante lo cual es oportuno recordar que el ex presidente Lula no cambió la bandera de Brasil, que sigue diciendo "Orden y progreso".
En verdad, cada vez queda más en evidencia que la distinción relevante es entre autoritarios y liberales, no entre derechas e izquierdas. El autoritarismo se nutre del desorden. La libertad requiere orden.
Hay autoritarios que dicen ser de derecha y autoritarios que dicen ser de izquierda, hecho que confirma la inutilidad de esa clasificación maniquea entre derecha e izquierda, tan vieja como la Revolución francesa. En la cual, dicho sea de paso, los liberales se sentaron a la izquierda.
Ante los episodios de huelgas y toma de edificios que afectan a El Salvador, la reacción que se espera del Estado es, simplemente, que cumpla con la obligación que le exige su función básica: imponer orden. Actuando de manera independiente. Y dejando de estar en la pendiente. En la pendiente descendente.
Hasta la próxima.
Y LA MUD, ¿QUÉ FUE DE ELLA? ?. LUIS FERNÁNDEZ MOYANO
Se rompieron las fuentes: la placenta candidatural comienza a rasgarse y ya asoman los bracitos de los candidatos. Hubiera sido ideal que la MUD, si es que alguna función deberá cumplir ese frágil y menesteroso artificio opositor fuera de haber ayudado a montar la lista de los candidatos de los partidos para las elecciones parlamentarias, que asumiera ahora y sin más retrasos las mismas funciones para la futura elección presidencial. Fijar una suerte de bitácora para seleccionar los nombres de los postulantes, establecer unas normas para el proceso de primarias, acordar la fecha definitiva para la realización de dichas primarias – tercer trimestre del 2011, como lo plantea la mayoría de partidos o segundo del 2012, como lo quisieran AD y PJ – , decidir si se nominará a nuestro candidato por mayoría simple o si se realizará una segunda vuelta, determinar la forma de presentación de los nombres, establecer pautas de entendimiento entre los partidos y velar porque ese proceso de preselección y luego de selección final no de pábulo a una carnicería mortal que los deje exhaustos y al borde de la inanición cuando se inicie la lucha de verdad verdad. Que será cruenta y a cuchilladas.
Pues el horno no está para bollos ni los partidos para hacerse los pendejos. Ni siquiera nos han aclarado si esa MUD es una mera instancia electoral, un comando de campaña o un frente unitario con el encargo de dirigir nuestros combates contra la dictadura.
¿Tiene algún partido preeminencia sobre la conformación de sus comisiones? ¿Son comisiones reconocidas por todos los partidos y la sociedad civil – hasta ahora absolutamente marginada – , con suficiente experiencia y conocimiento, u obedecen a alguna suerte de cuoteo, como el que decidió de una lista de candidatos parlamentarios que pasó olímpicamente por sobre la necesidad de los ciudadanos y las recomendaciones de experimentados dirigentes de modo a alcanzar la máxima representatividad y eficiencia? ¿Es su coordinador un candidato in pectore de alguna instancia o no pasa de ser un secretario ejecutivo para el cumplimiento de tareas internas? ¿Es dicho coordinador el portavoz de la voluntad y las decisiones de todos los partidos o tiene su propia palabra, sus propias aspiraciones, su propio partido?
Son preguntas nada baladíes. Así pequen por ingenuidad o ignorancia. Ya han adelantado algunos políticos, incluso un secretario general de un importante partido opositor, la necesidad de conformar un organismo de naturaleza política más que burocrática, una suerte de Frente de Unidad Nacional, del estilo de la Concertación Democrática Nacional chilena. Que además de liderar el combate electoral se encargue de coordinar las acciones y actividades en la lucha inmediata – y subrayo lo de inmediata – contra las arbitrarias, dictatoriales y peligrosas decisiones presidenciales. Otros hablan de la necesidad de una tarjeta única.
Mientras Chávez desfoga su campaña electo dictatorial, aprovecha el tiempo sabático que le han acordado los partidos – y, por ende, la llamada MUD – y se muestra en toda su fiereza tiránica expropiando lo que le viene en gana y amenazando con la vieja consigna de ¡TODO EL PODER A LOS SOVIETS! Y ¡TODA PROPIEDAD AL ESTADO!, para ganar y ganar terreno, la oposición partidista parece estar en Babieca. Uno o dos altos dirigentes políticos, algunos de ellos precandidatos, han tenido la cordura y el coraje de dar la cara.
¿Dónde estuvieron el 23 de enero los secretarios generales de los partidos, el coordinador de la MUD, sus altos personeros? ¿Por qué abandonaron esa fecha emblemática y ni siquiera dispusieron una tarima, unos altavoces, unos líderes bajando la línea para enfrentar esta auténtica batalla de algunos desnortados sin comandantes? Esa quisicosa escenificada frente al Lido que nadie supo si se trataba de una verbena, un cumpleaños o un encontrón para beberse unas frías ¿careció de sentido y organización por una pisadera de mangueras inter candidatural o por falta de presupuesto? Esta última justificación es tan pedestre, que avergüenza. Ergo: ¿qué está sucediendo en las alturas partidistas?
raulamiel@gmail.com
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