Venezuela es un hermoso y gran país de 27 millones de habitantes y casi un millón de kilómetros cuadrados.
El 26 estaban convocados a las urnas 17,5 millones de electores. Una cosa salta a la vista en este país, no todos los venezolanos son iguales, el escandaloso doble rasero es mucho más sangrante en periodo electoral. Los venezolanos opositores al régimen chavista sufren toda clase de arbitrariedades, de presiones, coacciones y que incluso pueden traducirse en detenciones arbitrarias sin procesamiento, juicio posterior ni garantías, como fue el caso al candidato a diputado y ex prefecto de Caracas, Richard Blanco, quien pasó nueve meses en la prisión de Yare rodeado de delincuentes comunes.
A otros se los tirotea, amenaza o incluso asesina.
El esperpento montado por el régimen para intentar expulsarme demuestra de qué pasta está hecho el chavismo, una mezcla de totalitarismo de corte fascista, estalinismo bananero, chapucería, improvisación, incompetencia, y además del uso compulsivo de la mentira y de la manipulación.
En Venezuela no existe el Estado de Derecho, el imperio de la leyes es capricho del caudillo, la inseguridad jurídica es cósmica, de verdad de las más altas del mundo, la separación de poderes una entelequia, el Poder Judicial un brazo opresor más del Ejecutivo, los derechos humanos son atropellados de manera sistemática, la libertad de expresión asesinada y bien enterrada, los opositores perseguidos como delincuentes, los medios de comunicación críticos acosados, agredidos, vigilados o cerrados.
Muchos candidatos de oposición con serias posibilidades de éxito son inhabilitados sin causa y sin intervención judicial, o simplemente encarcelados durante un tiempo para amedrentarlos. No parece lógico que a un régimen así se le pueda de verdad llamar democracia con todas las letras.
De hecho, muchos de los candidatos chavistas se confiesan marxista-leninistas, otros incluso estalinistas, y el propio Fidel Castro ha reconocido que el socialismo del siglo XXI chavista no es más que una forma de comunismo. No parece que se le pueda discutir al dictador cubano que de dictaduras estalinistas es la máxima autoridad viva reconocida. Ruego que tomen nota los ingenuos que en Europa siguen creyendo que Chávez es un demócrata. Este régimen es una mezcla de estructuras de poder fascistas, que en sus inicios tenía inmensos vacíos ideológicos que con el tiempo han ido llenando con el estalinismo bananero beligerante y violento.
Es verdad que los venezolanos acuden a las urnas con frecuencia, es posible incluso que la posibilidad real de fraude haya disminuido, todo por el esfuerzo de los partidos de oposición de colocar interventores en la mayoría de las mesas, pues en el pasado donde no había testigos de la oposición, la participación era sospechosamente alta, y los resultados del "oficialismo" injustificadamente buenos. Otro factor determinante de este proceso electoral ha sido la manipulación de las circunscripciones electorales, conocida como Jerrymandering, que favorece escandalosamente a los candidatos del régimen. Como dice al alcalde metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, si estas elecciones son como subir al último piso de una torre de 100, los partidos de la oposición tienen que subir a pie y el chavismo en ascensor, muy gráfico y tristemente cierto.
Nada es casualidad aquí, a pesar del permanente recurso a la improvisación, saben muy bien lo que quieren y este régimen no se para en barras para lograrlo, no conoce límites en su política de intimidación y la pretensión de extender su poder ya casi omnímodo.
Pero además la alergia de este régimen a la crítica fundada, serena, justificada y con argumentos, pone muy nerviosos a los jerarcas del chavismo. Eso fue lo que ocurrió con mi expulsión; el régimen juzgo inaceptable que hiciésemos un análisis riguroso de la situación política en América Latina y en Venezuela. El régimen fabricó una serie de acusaciones infundadas y anunció a ciertos medios que el Consejo Nacional Electoral me iba a expulsar porque yo habría infringido la ley electoral venezolana por haber vertido opiniones sobre el proceso comicial sin especificarlas, lo que era demostrablemente falso. A pesar de la amenaza de expulsión, la verdad es que decidimos mantener estrictamente nuestra agenda prevista, atendimos a los medios que nos llamaron y les contamos la verdad de lo sucedido. A las 17:05 hora de Venezuela me llamó un rector (vocal) del CNE que me confirmó que su institución no había decretado absolutamente nada sobre mi expulsión, parecía entonces evidente que era una decisión del Gobierno. Este extremo fue difundido por los medios internacionales, poniendo en solfa la versión chavista. Pocos minutos más tarde, la presidenta del CNE llamó al representante del partido Copei (uno de nuestros anfitriones) diciéndole que ellos no habían decretado mi expulsión. En consecuencia, era obvio que si se me expulsaba alegando que había sido el CNE, el Gobierno haría el más absoluto de los ridículos.
Entre tanto, el Ministerio de Asuntos Exteriores de España remitió una Nota Verbal pidiendo que se revocara la orden de expulsión. Tras los hechos hasta aquí expuestos el ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Nicolás Maduro, le hizo saber al ministro Moratinos que la orden quedaba sin efecto y que exigía que no hiciésemos declaraciones sobre el proceso hasta que éste acabara, cosa que habíamos hecho y normativa que obviamente íbamos a continuar respetando. En una posterior rueda de prensa el canciller venezolano negó que se hubiese decidido expulsarme pero aseguró que mis declaraciones estaban siendo estudiadas para proceder a hacerlo si lo estimaban pertinente. En fin, un verdadero disparate de contradicciones, incoherencias y falacias.
Por la noche en uno de los múltiples programas de televisión en una de las múltiples cadenas oficialistas, se dedicaron a difamar e insultar a los invitados internacionales no afines al chavismo, centrándose especialmente en mi persona, lo que venía a completar una intensa campaña de descrédito orquestada y difundida por la televisión estatal, Venezolana de Televisión, que es en realidad un instrumento más de propaganda y acoso en manos de este régimen. En otro programa dos invitados chilenos de extrema izquierda se dedicaron a cantar las alabanzas del sistema electoral, las máquinas, el recuento y su transparencia y seguridad, sin que a ellos se les advirtiese que ellos sí estaban violentando gravemente la ley electoral.
Puede estar seguro el lector de que estos dos invitados lejos de haber sido expulsados fueron felicitados y aplaudidos por el régimen. El episodio de tratar de coaccionar a todos los observadores internacionales no afines al chavismo con mi expulsión y la de Leonardo Vitelli es muy grave, pero quienes sufren diariamente desde hace 11 años la creciente opresión chavista son los venezolanos que viven en el país.
Lo que aquí ocurre es verdaderamente grave, Venezuela por culpa de su régimen se ha convertido en un exportador de inestabilidad geoestratégica, radicalidad, odio y confrontación, es el motor y uno de los pilares de la alianza antisistema y antidemocrática.
Esta alianza no debe ser tomada a la ligera, está bien trabada, compuesta por elementos muy duros, fanáticos y radicales, muy bien conectados entre sí y con ya varios países en su haber, y muchos partidos, movimientos y diferentes tipos de aliados en el mundo entero; es lo que yo analizaba en mi libro Contra Occidente.
Estas elecciones pueden suponer un importante punto de inflexión democrático para Venezuela y para América Latina en su conjunto, hay que estar pendientes del voto popular puesto que el resultado por escaños es necesariamente magro por la manipulación de las circunscripciones electorales. Con el buen resultado de la oposición, se da el paso hacia la recuperación de la plena y verdadera democracia sin apellidos en Venezuela, hacia la recuperación de la libertad, la sensatez y la prosperidad y crecimiento económico.
Venezuela necesita recuperar su régimen de libertades, pero también una gestión eficaz, transparente, responsable y con un proyecto de país para sacarla del abismo.
Conviene recordar que cuando se superan periodos oscuros y de confrontación política, la única salida es democrática, pacífica y de reconciliación.
Todos deben respetar las reglas democráticas y sus instituciones, para que todos los venezolanos puedan algún día vivir en paz y en libertad con independencia de sus ideas políticas.
El camino es la reconciliación, nadie debe volver a ser encarcelado sin causa, perseguido, acosado o forzado al exilio.
Ésa es la verdadera libertad y en Venezuela no existe.
* Portavoz de Asuntos Exteriores del PP y observador internacional
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