La juramentación de Santos fue el escenario de la primera función de una obra que no sabemos si devendrá tragedia o comedia. Chávez movió a su alfil Correa y al peón Maduro, jugadas de rutina. En principio, pareciera que la apertura en el tablero tiende a recomponer las crisis internas severas y profundas, por las cuales atraviesan Ecuador y Venezuela. De ahí el título los triates mexicanos interpretados por Pedro Infante, eran de caracteres muy diferentes y sin duda el carácter marca a los políticos.
Aun cuando las relaciones con Colombia no son para ninguno materia de vida o muerte, los lazos que unen a los tres países se complementan en una red de vínculos políticos, económicos, financieros, comerciales y sociales, que conforman un entramado, en algunas ocasiones se deshilachan transitoriamente.
Pareciera que llegó el momento de recoger las aguas derramadas en los excesos verbarraicos y guerras soñadas al rescoldo de infantilismos marcianos y que la hilandera de lo real remienda la trama y urdimbre de vecinos, que serán por siempre vecinos. No obstante la experiencia indica que tanto Correa como Chávez son impredecibles y más aún en el contexto del proyecto político que adelantan, el regreso al caudillismo, un retroviaje al pasado fracasado. Están alli rey y reina, torres y caballos, prestos a ser movidos, pero el tablero de la política es finito.
El Ecuador de Correa
Pareciera que el retrato que de Ecuador hiciera Germán Arciniega, en “la internacional de las espadas”, se repite con los gobernantes civiles electos democráticamente, entre los cuales brilla con luz propia Bucarán.
Al iniciar su primer mandato, en el Acto de Juramentación Correa se refirió a esa mala copia del “Socialismo del Siglo XXI”, llamada “Revolución Ciudadana”, cuyo eslogan dice la oposición con maldad es “Hasta la Victoria Secret, venceremos”. Esa carreta, tirada de bestias cancinas, también tiene cinco ejes: el constitucional, el anticorrupción, el económico, el de políticas sociales y el de la integración latinoamericana.
El eje constitucional apunta a las reelecciones, al control por el ejecutivo de los demás poderes públicos y a la centralización, teniendo en cuenta que en los regímenes calificados como neo dictaduras o dictaduras constitucionales, para los democtadores, la legalidad es un formalismo innecesario que puede ser roto en función de los intereses del proyecto político. La normativa sublegal invade el territorio de la legitimidad mediante regulaciones espureas e irritas.
En el eje económico la falta de seguridad jurídica, los incumplimientos a las promesas electorales, el reglamentismo y la vinculación con Chávez han marcado un escepticismo hacia la inversión. El freno al desmadre lo constituye la dolarización de la economía.
El INEC -que como el de aquí o el de Argentina manipula todas las estadísticas- señala que la canasta básica de alimentos se estima en $536.93 y el salario mínimo es de $240. El fenómeno del empobrecimiento general de la población es consecuencia de las ausencias de políticas de estimulo la generación de riqueza y al crecimiento sustentable. El analista Luis Eladio Proaño, expresa que el régimen de Correa es “es una revolución en el discurso, pero no en la práctica” y que los proyectos sociales que adelanta no representan un verdadero cambio, a final de cuenta no se puede descartar que Correa anunció que su segundo mandato era “el inicio de una segunda independencia de la patria”. Palabras al viento.
El eje de las políticas sociales es el módulo central de todas las políticas gubernamentales, la atención del área social por parte del régimen está asociada al clientelismo populista, atribuyéndose mejoras en áreas de educación, salud y vivienda, que Correa apostilla que no alcanzaron todos los gobiernos anteriores juntos, la culpa de todos los males allá también es la república anterior, el pasado con sus cicatrices.
Electo y reelecto Correa todavía no ha podido implementar una verdadera política de seguridad social, de cobertura general, de calidad asistencial, eficaz y eficiente. La misión Manuel Espejo tiene problemas, la atención médica y los bonos no llegan a los sectores pobres, sobran las palabras y faltan hechos.
El eje de la lucha anti corrupción ha sido en el pasado reciente latinoamericano una de las formas más eficaces para acabar con los partidos políticos y la política. La criminalización de la actividad política ha sido el común denominador de las derechas y los populistas, ha sido caldo de cultivo de los demodictadores que padecemos.
Igual que Chávez, Correa sostiene que su lucha contra la corrupción es una”práctica obsesiva” de su gobierno, empero las denuncias contra ministros, altos funcionarios y amigos han sido abundantes y además, marcada con alertas tempranas sobre el nepotismo.
Altos funcionarios del Estado han sido cuestionados en su gestión y han quedado impunes. La comisión de Fiscalización de la Asamblea, además de no fiscalizar, impide por control gubernamental, el inicio de juicios para establecer las responsabilidades políticas. No se ha desarrollado ningún procedimiento investigador, todo lo que afecta al régimen se archiva.
Alianza PAIS, denunció al Fiscal General Washington Pesántez por despotismo, tráfico de influencias, abusos de poder y actos de corrupción, la Comisión de Fiscalización de la Asamblea las engavetó. Lo mismo sucedió con el caso de enriquecimiento ilícito en el Ministerio de Deporte, con los casos de la nacionalización fraudulenta de 95 cubanos, en la cual se vinculó al ex Subsecretario de Relaciones Exteriores y hermano de la Ministro del Ambiente. Los casos de corrupción en el régimen de Correa tienen todas las características de los que divulga la prensa del corazón de España.
Fabricio Correa, hermano del Presidente, ha sido constante denunciando un tal ”Círculo Rosa” que rodea a Rafael, en los corrillos se comenta una declaración suya, suerte de Mensaje a García, en el cual decía ”cuídate ñaño, que te están robando por el ojo tuerto". Grosero y sarcástico el hermanito.
El último eje de la revolución ciudadana es la integración, mejor es calificarla, la desintegración. Venezuela, Ecuador y Bolivia conforman la mayoría en la Comunidad Andina. A pesar de los íntimos lazos que unen a Evo, Rafael y Hugo, la destrucción de la misma es un hecho consumado por cuotas.
Siendo minoría, los Presidentes de Perú y Colombia han marcado distancia con los primeros. Estos han podido insertar la ALBA dentro de la Comunidad para decidir la suerte de ese avanzado organismo de integración e incluso tratar de conformar una especie de COMECON que les hubiese permitido la práctica de una geopolítica comercial, marcada por la ideología, tanto en la política regional y subregional como en los organismos multilaterales de comercio. Incultos e ignorantes no percibieron que la institucionalidad de Mercosur era un instrumento contundente en las negociaciones internacionales.
Deslumbrados por Lula cayeron en la trampa de Mercosur sin percibir que debajo de la piel del sindicalista minero, al igual que en la de cualquier mandatario brasileño se esconde la patina de los deseos sub imperiales de un autonombrado hermano mayor. El excanciller Ayala Lasso y el catedrático Estarellas Velásquez coinciden en señalar que; “gobiernos como Ecuador imponen sus ideologías antes que los intereses de los pueblos y por ende, advierten que la añorada unidad regional que persigue la Unasur tardará en concretarse”.
Ecuador como Bolivia y Venezuela viven una mentira revolucionaria, en el fondo asumen una ideología mestiza, entrevero de fascismo-comunista, stalinismo tropicalizado por Fidel y cuyos últimos fines son el poder vitalicio y la hegemonía del Estado sobre el ciudadano, envuelto todo,en una política de redistribución de una riqueza no creada para atender a los más pobres, sin que a éstos les pueda llegar lo redistribuido. Como todo autócrata Correa confiesa su ambición cuando la lengua le traiciona al cerebro. Al inicio del segundo mandato Correa dijo: “sé también que el objetivo final no será alcanzado en el breve lapso de 4 años”.
La Colombia de Santos
Del inicio del gobierno de Santos, es necesario destacar tres hechos relevantes que van más allá de las salvas de cañones, de los invitados nacionales e internacionales y de la majestuosidad de este tipo de evento.
El primero guarda relación con una inflexión sobre sus diferencias con la cubanización fidelista en el submundo de babalaos y brujos que ha impuesto Chávez y con los rituales públicos indigenistas de Correa y Evo. En un acto privado, a 5.700 metros de altura en un paraje de la sierra nevada de Santa Marta, Santos vestido de lino blanco, descalzo y acompañado de su familia, recibió de las máximas autoridades espirituales indígenas de la costa Caribe, un collar elaborado con cuencas negras y rojas de antiguas piedras, un bastón de mando elaborado en la fina y dura madera de macana negra y dos pulseras tejidas en lana, en señal de protección y vigor para gobernar con paz y unidad. Ceremonia Caribe, alejada del sincretismo fidelista, de la coca y de la llama, privado como corresponde, sin parafernalia mediática, sin discurso, sin disfraces, sin abrazos y sin besuqueo.
Lo segundo tiene que ver con el sobrio discurso del Presidente Santos, apostó con claridad a los deseos de la mayoría de los colombianos interpretando viejas ansiedades “Mi Gobierno estará abierto a cualquier conversación que busque la erradicación de la violencia”. De inmediato marcó la línea estratégica de cara al futuro en esa materia, condicionando esas conversaciones a que la guerrilla renuncie “a las armas, el secuestro y el narcotráfico”.
Elevo el envite para que no hubiesen dudas y para que lo oyeran con claridad Correa y Chávez; “mientras no liberen a los secuestrados, mientras sigan cometiendo actos terroristas, mientras no devuelvan los niños reclutados a la fuerza, mientras sigan minando y contaminando los campos colombianos, seguiremos enfrentando a todos los violentos sin excepción”.
Respondió con claridad a la proposición del máximo líder de la FARC, Alfonso Cano: "A los grupos armados, que invocan razones políticas y hoy hablan otra vez de diálogo y negociación les digo que mi gobierno estará abierto a la negociación". Al final del discurso de investidura remató con una frase feliz, que ojala pudiéramos hacer nuestra; “Es hora de enterrar los odios. Le llegó la hora a Colombia”. Los dados están echados.
Por último todos conocen quien es Juan Manuel Santos, es un dirigente de derecha, preparado para gobernar, proveniente de una familia política de Colombia, su último cargo fue ministro de la Defensa de Álvaro Uribe, ejecutor de la Política de Seguridad Democrática. De buena formación académica, de larga experiencia administrativa, creció en los entretelones de la política, no tiene muertos en el closet. Hereda los problemas diplomáticos, políticos y comerciales con Ecuador y Venezuela, que tal vez el fue auspiciador de los mismos como ministro. Pero también hereda una Colombia con crecimiento económico marcado y no dependiente de sus exportaciones a Venezuela.
También Uribe le devuelve a Santos formalmente la mejor arma de Colombia en sus relaciones con Ecuador y Venezuela, la computadora de Reyes, que “decomisará” en su bombardeo a Ecuador y entregará al Presidente, pero esta vez la recibe con el contenido certificado por Interpol. Ahí está la historia de la infamia de una guerrilla que se convirtió en narcotraficante.
La Venezuela de Chávez
La Venezuela de Chávez es una Venezuela destruida, sin estado de derecho, sin separación de poderes, sin políticas públicas, con inflación galopante, desabastecimiento, servicios públicos sin mantenimiento, es la Venezuela de “PUDREVSA” , de la corrupción política que arropa al régimen horizontal y verticalmente. La internacional socialista la bautizó como democtadura, hay presos, secuestrados y exiliados políticos, y un ególatra que penetra nuestras casas las 24 horas del día con peroratas interminables.
El régimen esta espatarrado de cara al 26S, la crisis de los alacranes pareciera ser terminal. La oposición por primera vez es mayoría, a Chávez sólo le queda la estrategia del terror y la renta petrolera. Inauditamente recula y va a hablar con Santos. Chávez conoce a Santos. Santos tiene la computadora, Chávez tiene el pasado como pesado fardo. La estructura perversa se tambalea, el “fetiche negro” esta pálido. El hedor se dispersa en el ambiente y se agotó la creolina.
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