Somos pobres. Ya lo afirmaba así Luis Pedro España, sociólogo y profesor de la UCAB, al presentar un estudio sobre la pobreza en Venezuela. El resultado es contundente y desolador. Si dividimos la renta que produce el país entre el número de familias venezolanas, todas serían pobres.
No estamos ante un problema de redistribución de renta, paradigma repetido incesantemente por el Gobierno. El problema es mucho más complejo. Simplemente nuestra capacidad de producir riqueza como país es pequeña. La torta que producimos es tan reducida que si la cortamos en trozos del mismo tamaño y repartimos uno por cada habitante, al final todos
La renta producida por cada habitante en países como Italia, Holanda, Inglaterra y Francia es cuatro veces superior a la generada por cada venezolano, con petróleo y todo. Suiza tiene casi seis veces nuestra renta por habitante. Y un pequeño país europeo en crisis como Grecia nos triplica y Portugal nos duplica en renta por habitante.
Un solo Estado de Estados Unidos como es Florida, más que nos duplica en términos de su producto interno bruto, siendo apenas su población un 60% de la nuestra.
¿Pero cómo esto nos afecta? Mientras que en la mayoría de los países desarrollados las familias gastan menos del 10% de su renta per cápita en la compra de alimentos, en Venezuela requerimos en promedio cerca del 30%. Por la diferencia de renta, finalmente en los países desarrollados las familias cuentan con cinco veces más recursos disponibles para dedicarlos a vivienda, vestido, educación, salud, ocio, pago de impuestos, entre otras. Con mayor renta por habitante la nación contaría también con más recursos vía impuestos para ofrecer mejores servicios en seguridad, salud, educación e infraestructuras.
El problema en términos del gobierno de Venezuela y de su ideología, es que la riqueza solo se produce en manos del sector privado. Las cifras hablan por sí solas. En países como Alemania, Inglaterra, Holanda, Francia y Japón más del 90% de los trabajadores pertenecen al sector privado.
Las cifras de destrucción del empleo privado en estos 10 años son alarmantes. Han desaparecido unas 105.000 empresas privadas y se han dejado de crear, por efectos de las amenazas y de la falta de un ambiente propicio para las inversiones, cerca de otras 160.000 empresas, lo cual arroja un total de al menos 265.000 empresas privadas que se han perdido. Es decir, este gobierno es directamente responsable de la pérdida de 3.450.000 empleos privados, suficiente para dar trabajo a casi la totalidad de los trabajadores informales del país, una verdadera barbaridad.
El sector público debe estar ahí para permitir que el sector privado se desarrolle, crezca en número y tamaño, aumente su productividad e incremente la riqueza del país. Un gobierno que ataca, amenaza y expropia al sector privado está condenando a su nación irremediablemente a la pobreza.
La prosperidad de una país requiere que necesariamente sus trabajadores cuenten con un nivel de educación y experticia que nos permitan ser competitivos y que los empresarios innoven, tomen riesgos, inviertan a largo plazo y creen empresas que puedan competir en los mercados internacionales. Para esto el Estado y el gobierno, que son lo mismo, deben crear las condiciones necesarias para el desarrollo económico, porque sin éste jamás habrá prosperidad.
jmnunezgorrín@gmail.com
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