El mandado dista de estar hecho. La salida de Chávez y la llegada de un gobierno democrático ni están dados de gratis ni constituyen una carrera ganada de antemano. Superar este estado de excepción y sacudirnos del lastre del totalitarismo chavista no será asunto de coser y cantar.
Apenas salimos de las elecciones parlamentarias y ya comienzan a circular mensajes promoviendo nombres y algunas ruletas de seudo primarias para dar con el candidato que enfrentará a Hugo Chávez en diciembre el 2012.
Motivados más por el congénito instinto de la aventura y el vicio del juego del venezolano, criticado en su momento por el propio Libertador, que tampoco le hacía asco a las cartas, que por una necesidad auténticamente política. O por el grave defecto de jugar adelantado. Emborrachados por el cortoplacismo, tan ancestral y de consecuencias tan nefastas en nuestros azares políticos, una buena parte de la opinión pública, en el que incluyo sesudos y responsables protagonistas y observadores de nuestra realidad política – jefes de partidos, ministras y ministros entre ellos – ya apuestan sus fichas a diversos candidatos, convertidos en números y colores de una feria de carnaval.
El mandado dista de estar hecho. La salida de Chávez y la llegada de un gobierno democrático ni están dados ni constituyen una carrera con la pista en bajadita, ganada de antemano. Superar este estado de excepción y sacudirnos del lastre del totalitarismo chavista no será un asunto de coser y cantar. Como lo revelan las profundas implicaciones del terrorismo en nuestra vida política y la putrefacción moral de los altos mandos de nuestra vida uniformada y civil, así como la tenaz persistencia del respaldo popular a las siniestras políticas del teniente coronel, nos encontramos recién en los comienzos de una gran misión. Que no se resuelve con un nombre y un voto: exigirá sangre, sudor y lágrimas. No de una persona ni de un grupo de personas, sino de un pueblo entero.
Por ello, ponerse a cantar victoria y sacar a airear e involucrar desde ya en una guerra de desgaste al protagonista de un combate que se librará en veintiséis meses, si las circunstancias así lo determinan, resulta no sólo extemporáneo, sino altamente problemático. Por no decir infructuoso y contraproducente. Dos años son, políticamente hablando, una eternidad. Particularmente bajo las azarosas y contradictorias condiciones de la vida política venezolana. Cuando en un día pueden cuajar situaciones que han necesitado años de maduración. Una cosa es el tiempo reglado constitucionalmente; otra el de la existencia real de una sociedad en crisis. Por ello: tiempo al tiempo. Y calma, temple y sangre fría para no caer atropellados por nuestra propia precipitación. Como lo acaba de recordar Teodoro Petkoff en su programa de televisión, citando a su viejo y entrañable amigo Eudomar Santos: “como vayamos viniendo, vamos viendo.”
Infinitamente más importante y trascendente que jugar a las escondidas para destapar al candidato, es fortalecer los partidos, reagruparlos según sus familias ideológicas, enlazarlos con la sociedad civil, actualizarlos intelectual y moralmente, permitirles que expresen de verdad y con autenticidad a la sociedad civil – verdadera protagonista de las próximas batallas – y que piensen y articulen los proyectos a acometer hacia el futuro. Particularmente la más importante y definitoria de todas ellas: diseñar la democracia del siglo XXI. Sin mencionar una de inmediata realización: convertir la asamblea en un foro en que además de frenar los intentos totalitarios del régimen se discutan las políticas públicas del presente y del futuro.
No pongamos la carreta candidatural delante de los bueyes. Todo a su debido tiempo y como por añadidura. Parafraseando al prócer: como vayamos viendo, vamos viniendo.
sanchezgarciacaracas@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.