martes, 5 de octubre de 2010

JOROPO SIN ALPARGATAS. ENRIQUE PEREIRA

Comenzó la revancha. Sálvese el que pueda armarán a las milicias.

Escucharlo provoca nauseas. Revuelve el gentilicio observar de la manera despótica, humillante, revanchista y matona en que anunció la expropiación de la organización Agroisleña, una firma muy tradicional que maneja una familia que ha dedicado su vida a desarrollar esa cadena de suministros agropecuarios. Tienen un punto de ventas en casi cualquier lugar de esta patria. Demasiado deseable para el confiscador de oficio. Ni siquiera se atrevió a justificar la acción, tal como lo hizo antes con otras expropiaciones.

Si alguien piensa que expropiando esa compañía mejorará la situación agropecuaria del país, permítame decirle que está completamente equivocado. Aquí no hay nada que este gobierno haya expropiado que produzca más de lo que lograban sus dueños originales. A las pruebas me remito. En ocasiones sólo producen nuevos millonarios, que tal como el hijo de una funcionaria de gobierno, puede pagar un Maseratti de más de cien mil verdes, en el estado de Florida al tiempo que vive en un condo de alta factura.

Pregúntese usted cuanto cemento y cabillas producimos ahora, después de que al Gobierno se le ocurriera la brillante idea de nacionalizar esas dos industrias, tal como lo hizo con la electricidad y con una catajarria de bancos, que pronto veremos haciendo agua. Ahora importamos café, y casi cualquier alimento de nuestra dieta, como la demostración más palpable de que expropiación es un claro sinónimo de destrucción de producción. Acérquese a los grandes hatos que se expropiaron y trate de entender que han producido esas expropiaciones a mansalva. La primera y más notable expropiación de tierras, el hato La Marqueseña, que debía haber generado un centro de genética para crianza de animales, que promete a cada rato aportar cien mil animales al rebaño nacional, no produce sino esperanzas.

La asignación de dinero de ayer, en su programa televisivo, para la reparación construcción de vías en Guárico parecía el reparto de un botín de maleantes. Gerenciar un país por televisión, repartiendo dinero a proyectos, sin un esquema de presupuesto, de necesidades y de jerarquización de propósitos, es un simple show que lo deja muy mal parado. Ni siquiera la pulpería de la esquina puede sobrevivir con esos criterios de manejo tan poco profesionales. Vayan sumando ahí… ¿Cuánto llevo?...aprobado. Este no, éste me parece mucho dinero.

Nos van a salir callos bailando joropo sin alpargatas, pues hasta esa artesanía va a desaparecer bajo la mano de este aprendiz de gerente, que piensa que un país es un rebaño, que sigue las órdenes al ritmo de sus gritos y de sus empujones. Creo que no ha caído en cuenta de que una masa creciente de venezolanos adversa sus propósitos. Sigue actuando como si todavía el pueblo creyera en sus mentiras y esa actitud, lo seguirá hundiendo. Camina en la dirección equivocada y terminará chocando con una pared, en un callejón sin salida.

Milicias armadas no le servirán para meter nuestras conciencias en una botella. Este es un país de genética libertaria.

estagrande@yahoo.com

@pereiralibre

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