El ocaso de otros tiempos sigue pesando sobre el devenir de la política venezolana. Desde los más encumbrados dirigentes de gobierno hasta los menos influyentes, actúan apegados al obtuso cartabón que ha decretado su omnímodo líder en aras de formar cuadros de vasallos que demuestren un comportamiento caracterizado por la obstinación, el resentimiento y el sectarismo.
Antonio José Monagas
El ocaso de otros tiempos sigue pesando sobre el devenir de la política venezolana. Desde los más encumbrados dirigentes de gobierno hasta los menos influyentes, actúan apegados al obtuso cartabón que ha decretado su omnímodo líder en aras de formar cuadros de vasallos que demuestren un comportamiento caracterizado por la obstinación, el resentimiento y el sectarismo. Así el proyecto de Estado totalitarista que viene planteándose desde las más altas esferas del poder político, podrá valerse de tan perversas fuerzas para imponer el sentido de un modelo político trazado sobre los postulados de una praxis social absolutamente retorcida por causa de las contradicciones que comenzaron a estructurarse a su interioridad. Justamente en consonancia con tan invertido desarrollo político, los cambios que favorecerán tan obsoletas realidades, resultarán de condiciones elaboradas y decididas en el curso de un descarnado “canibalismo del siglo XXI” pues no sería algo distinto de la posibilidad de recrear situaciones bajo las cuales sea factible, mediante envenenadas legalizaciones, la furiosa criminalización del adversario político. Precisamente con el alevoso propósito de destruirlo moral y socialmente. Inclusive en lo físico, razón por la cual se busca encubrir todo ejercicio de violencia política bajo el manto soberano de la impunidad.
El ocaso de otros tiempos sigue pesando sobre el devenir de la política venezolana. Desde los más encumbrados dirigentes de gobierno hasta los menos influyentes, actúan apegados al obtuso cartabón que ha decretado su omnímodo líder en aras de formar cuadros de vasallos que demuestren un comportamiento caracterizado por la obstinación, el resentimiento y el sectarismo. Así el proyecto de Estado totalitarista que viene planteándose desde las más altas esferas del poder político, podrá valerse de tan perversas fuerzas para imponer el sentido de un modelo político trazado sobre los postulados de una praxis social absolutamente retorcida por causa de las contradicciones que comenzaron a estructurarse a su interioridad. Justamente en consonancia con tan invertido desarrollo político, los cambios que favorecerán tan obsoletas realidades, resultarán de condiciones elaboradas y decididas en el curso de un descarnado “canibalismo del siglo XXI” pues no sería algo distinto de la posibilidad de recrear situaciones bajo las cuales sea factible, mediante envenenadas legalizaciones, la furiosa criminalización del adversario político. Precisamente con el alevoso propósito de destruirlo moral y socialmente. Inclusive en lo físico, razón por la cual se busca encubrir todo ejercicio de violencia política bajo el manto soberano de la impunidad.
La desvergonzada demostración de una patética euforia del presidente Mandamás y su séquito de corruptos aduladores, luego del apoteósico triunfo del sector representado por la Mesa de la Unidad Democrática, el pasado 26 de septiembre, aunque no fue sorprendente, dejó ver la intención gubernamental de seguir actuando conforme al descabellado ideario del más crudo y salvaje fascismo. Modelo político éste que fue rechazado por la sociedad venezolana el 2 de Diciembre de 2007 cuando le dio una rotunda negativa al proyecto de reforma constitucional del oficialismo.
Sin embargo al lado del problema de la negación de esta contundente realidad por parte del gobierno central y de sus subalternos poderes, vivida en razón del respaldo popular que recibió la ingente necesidad de recuperar el país desde los escaños de la Asamblea Nacional, se tiene el de la subsistencia de la democracia. Otra vez sucumbe. Ahora el desorden del Estado venezolano viene a patentizarse través de la creación de las comunas dada su condición y capacidad para demoler la estructura constitucional que reside en las gobernaciones y alcaldías como instancias constituidas de los poderes regional y local. De manera que la pretensión de incubar un embrollo en medio del proceso instituido de gobierno constitucional mediante la inserción de las comunas, convertiría este país en una maraña de ordenamientos que terminarían con el derrumbamiento de la legalidad institucional para entonces justificar cualquier embarro que determinaría la oclusión del espíritu democrático que alienta la consciencia del venezolano responsable y trabajador. En consecuencia, con ello está buscándose desplazar los derechos fundamentales por los cuales ha luchado la humanidad históricamente para sustituirlos por esquemas ortodoxos de regulación social y activación política al margen de las libertades y esperanzas de bienestar y de progreso. Así se violarían todas las expresiones de creación y distribución de la riqueza de las que depende el desarrollo social de la nación. Por lo que el propósito de desvalijar cualquier forma de propiedad que reivindique expectativas de vida del venezolano, serían burladas descarada y públicamente. No se trata pues de argumentar cambios político con el cuento del socialismo del siglo XXI, ya que debe advertirse que desde ahora tal tendencia al descalabro debe llamarse, canibalismo del siglo XXI.
VENTANA DE PAPEL
¿Por qué se molestan?
Es la pregunta que muchos se hacen luego de escuchar altivas y reaccionarias respuestas de personas afectas al gobierno luego que el editorial de Teodoro Petkoff en el diario Tal Cual o del análisis que recoge El Nacional y otros tantos medios de información sobre el caso del atentado contra miembros directivos de la cúpula empresarial venezolana Fedecámaras ocurrida la noche del martes pasado. No hay lugar para enfado alguno o para ironizar alrededor de la posibilidad de asentir que todo ello fue producto del terrorismo político que viene siendo incitado mediante el discurso agresivo y ofensivo de quienes representan el alto gobierno. Y es que si bien la tesis del hampa común cabe entre las alternativas investigadas por la policía científica, no menos cierto es que lo vivido por estos venezolanos pudo ser expresión del aludido terrorismo cuyos efectos se han convertido en componentes diarios del drama nacional que resulta de la inseguridad sumado al de la descarada impunidad. Entonces no es propio que se susciten reacciones alejadas de una elemental racionalidad de quien, al mismo tiempo, pueda y deba compadecerse del sufrimiento de innumerables familias venezolanas. Sobre todo cuando muchas de tales acciones de violencia física, son producto del fanatismo político acendrado en la inconsciencia de quienes siguen sin entender y aceptar que el desarrollo nacional requiere de la tolerancia y de la convivencia lo que en política se denomina pluralismo. Tanto, que la Constitución de la República lo exalta como virtud necesaria de la democracia. Entonces, ¿Por qué se molestan?
Y lograron cerrar la universidad
Los penosos acontecimientos que vivió Mérida desde el último fin de semana, trastocó su vitalidad como ciudad. Pero peor aún, dislocó la Universidad de Los Andes toda vez que, por razones válidas o no, obligaron a mantener sus puertas cerradas. Al menos para la docencia de pregrado lo cual es objetable si acaso el problema se revisa desde la perspectiva de la autonomía universitaria y de las libertades académicas. Tan apesadumbrada situación debería incitar las mayores reflexiones dado que la Universidad se vio de “manos atadas” ante los percances vividos. Pero también, incapaz de contribuir con respuestas contundentes que lograran revertir la situación de paranoia que, según algunos, fue lo que determinó el cierre universitario. Sin embargo, pudiera pensarse que ello pudo ser visto como un “globo de ensayo” del chavismo para así medir los efectos que una realidad de esta cuantía causaría en el comportamiento político y social del país. Más, cuando el gobierno intenta imponer su proyecto totalitarista. Aunque igualmente cabe repudiar la deplorable acción de las fuerzas del orden público cuyo papel apenas alcanzó para hacerse presente sin que para ello hubiesen tomado medidas enérgicas que habrían evitado los desmanes posteriores al viernes 22 de octubre, momento ése en que grupos minúsculos de violentos dieron inicio al desorden que descompuso la apacibilidad que ha caracterizado el devenir merideño. No obstante resulta inadmisible que por causa de las susodichas alteraciones del orden social propio de una ciudad universitaria, mediante tácticas intimidatorias, de amenazas y vulgarizados chantajes, estos anárquicos hayan logrado cerrar la Universidad.
Resultados del 26-S bajo análisis
¿Nos creen un atajo de tontos?
Antonio José Monagas
amonagas@cantv.net
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.