miércoles, 29 de septiembre de 2010

52 A 48, UNA DERROTA CIFRADA. ALONSO MOLEIRO.

Han obtenido las fuerzas democráticas un resonante éxito político en la consulta de las elecciones parlamentarias.

Todo esto ha ocurrido con un cuadro previo que no era excesivamente auspicioso. Mientras la dimensión organizativa electoral del gobierno era ponderada como invencible, la leyenda personal del presidente Hugo Chávez personalizaba la campaña, algunas encuestas reducían el universo de posibilidades electorales de la oposición – sobre todo en lo tocante a la obtención de curules- , y la MUD era objeto de fuertes críticas.

Pues bien: ha quedado rota la mayoría absoluta, se obtuvo una respetable cantidad de diputados y, por primera vez, las fuerzas de la oposición derrotan a la del gobierno de manera visible en una consulta ordinaria. La derrota tuvo lugar en el Parlatino (si sumamos a las fuerzas de la Mud las de otros conocidos dirigentes opositores que transitaron la ruta solos, como Hermann Escarrá y Miros Alcalay) y en la obtención de votos populares totales. Acá el dígito es contundente: una diferencia de 700 mil votos.

Queda claro hasta para quien no lo quiera ver que la caprichosa e interesada redistribución de circuitos hecha por el CNE junto a los vericuetos de una ley electoral aprobada en la Asamblea Nacional a última hora han recortado el ámbito del éxito opositor con esa disonancia entre curules y votos.

El presidente Chávez y sus seguidores, de forma que a ratos pueril, se han empeñado, no sólo en minimizar de forma mezquina el resultado, sino en camuflar lo sucedido forzando de manera insólita el retrato de una victoria. Victoria ésta que tuvo lugar sin balcón del pueblo en Miraflores, con un presiente Chávez desaparecido y una sala de prensa, la del Alba Caracas, vacía y desangelada.

No sólo no obtuvo los anhelados 110 diputados: no se llegó si quiera a cien. El oficialismo ha sido sencillamente barrido en zonas clave del país, como el Zulia, Táchira y el otrora imbatible estado Anzoátegui. Ciertas zonas de Caracas que le pertenecían, como El Valle y el 23 de enero, están hoy en apuros, con angustiados conteos de votos al final. La ventaja ha sido recortada en prácticamente todos los circuitos del país en los bastiones tradicionales del gobierno. El oficialismo estaba mohino y silencioso en el Twiter. Algunas de sus figuras escalrecidas quedaron sencillamente fuera. El 52 a 48 por ciento de los votos populares desnuda un descenso electoral inocultable y un enfriamiento popular. Piénsese por un segundo en aquellas jornadas no tan lejanas jaquetonas y rozando el 60 por ciento. Compárelas el interesado con el silencio de hoy.

Fue un resultado inesperado para la prepotencia oficial. Habló el presidente Chávez ayer de micropartidos, quiso mofarse de sus rivales, volvió a amenazar a todo el mundo.

Nadie puede dejar de ver eso que es imposible no ver: la clara derrota política de su figura y sus fuerzas en otras elecciones que su presencia había plebiscitario.

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