domingo, 29 de agosto de 2010

"MEZHERANE, ZULOAGA, AFIUNI SON PERSEGUIDOS PERSONALES DEL PRESIDENTE", CARLOS BLANCO | EL UNIVERSAL, TIEMPO DE PALABRA, DOMINGO 29 DE AGOSTO DE 2010

LOS FUSILAMIENTOS

El presidente Chávez fusila moralmente a los que tiene como sus enemigos. Son juicios sumarios, sin derecho a la defensa de los imputados, cocinados en algún lugar secreto y con el indudable sello de del temible G2 cubano, sin que falte el pelotón local encabezado por unos miserables sin regreso. Él tiene su propia morgue moral en la que, como en la otra, apila sus víctimas.

Las revoluciones y las guerras han usado el fusilamiento y el crimen de Estado como actos poéticos, en los cuales la última palabra "del pueblo" coincidía con el último suspiro de los acusados. En medio del entusiasmo por la llegada de la nueva era los paredones se convirtieron en ocasión de mostrar su irreversibilidad. Matar al enemigo no solo era moraleja sino un acto fundacional para el hombre filtrado e higienizado, envuelto en romanticismo criminal, en asesinatos en nombre del amor que se esparce desde las recámaras de los fusiles.

Más adelante, el espectáculo de la muerte televisada se convirtió en exceso sobre todo cuando el entusiasmo por la salvación que portaban los criminales que mataban a otros criminales dejó de ser popular. Los paredones se volvieron más discretos: se sabía el inicio con la sentencia y se sabía el final con el cadáver entregado a tres o cuatro familiares desolados.

Sin embargo, cuando los regímenes criminales, afanosos en buscar la felicidad de aquéllos que somete y engrilla necesitaron integrarse al ambiente internacional por lo de las importaciones y exportaciones, las divisas y otras demandas del mundo globalizado, advirtieron que no era de buen ver el uso frecuente de los paredones. Fue así como las ergástulas en las cuales se pudren los seres humanos, presos por décadas sin juicio, se hicieron el instrumento privilegiado. Cárceles para la disidencia que jamás se tendrá como producto de hechos políticos sino de delitos comunes. Véanse las cárceles cubanas cómo se llenan y también como se vacían parcialmente si necesitan hacer gestos al Vaticano o a Moratinos. Trueque puro y simple en el cual la familia Castro entrega seres humanos a cambio de un saludo de algún jerarca mundial.

La era de la información ha cambiado el patrón. La prisión política es muy mal vista e impide negocios. Se usa, pero el repudio es muy fuerte. Obsérvese el caso reciente de Oswaldo Álvarez Paz que fue de comienzo a fin un encarcelamiento político debido a una pataleta del Comandante; se generó un movimiento internacional y nacional que no sólo guardaba relación con la figura del detenido sino también con la impudicia del proceso. Es el caso reciente de Alejandro Peña Esclusa pero, tal vez, con menos solidaridad a su alrededor porque no tiene dolientes en el mundo partidista.

La idea de los fusilamientos morales no es nueva -Stalin, Mao, Hitler fueron maestros en éstos y en los otros. Lo que acontece en Venezuela es que se han convertido en el instrumento privilegiado para la represión oficial.

EN EL PAREDÓN.

Lo que ha ocurrido con Guillermo Zuloaga, Nelson Mezerhane, los directivos de Econoinvest, la jueza María Afiuni, entre muchos otros, es revelador de la lógica represiva y tiránica. Todos son perseguidos personales del Presidente. Los dos primeros por Globovisión; los de la casa de bolsa como víctimas necesarias de terribles conflictos intragubernamentales que necesitaban culpables para satisfacer a Jorge Giordani que, como Girolamo Savonarola, intenta purificar la revolución podrida mediante la ofrenda de víctimas; la jueza Afiuni por haber liberado a Eligio Cedeño, sin juicio por dos años, preso por una bronca peculiar del Comandante. Hay muchos más.

Estos casos ilustran cómo ha sido Chávez, personal y directamente, quien acusa, insulta, condena y persigue a esos ciudadanos. No hay juicio, salvo una mascarada para llenar las formalidades del ajusticiamiento: nombre, cédula, ocupación... Puro trámite de condenados sin apelación posible. Han sido llamados ladrones, conspiradores, traficantes, lavadores de dinero, corruptos, según casos y situaciones, sin ninguna posibilidad de defensa. Saben que su defensa jurídica es un trámite, no sea que después digan que al no defenderse aceptaron las acusaciones; pero conscientes de que son presos del poder, son presos del Presidente.

El mecanismo es clarísimo. El Presidente se enfurece y toma una decisión o los cubanos determinan que, por ejemplo, a Globovisión hay que darle un escarmiento o cerrarlo si se puede; o dicen que como el diferencial cambiario se ha desmandado hay que buscar un responsable, sin tocar a Rafael Ramírez ni a los vivarachos de Finanzas, entonces están los de las casas de bolsa para ofrendarlos en sacrificio y aplacar a los dioses. Una vez que se han determinado los culpables más a la mano, la máquina oficial se pone en marcha: una de las Luisas declara que ya la investigación está adelantada; otra de las Luisas prevenida al bate para desechar recursos; la patética joven que es incapaz de proferir sílaba si no se lo ordenan, desde la Defensoría argumenta que claro, es obvio, los acusados son culpables; todo lo anterior coreado desde el oficialismo. Están condenados de hecho. Unos presos; otros perseguidos; los de más allá exiliados.

En el caso de los militares es diferente y a veces mucho más dramático porque no tienen partidos o grupos organizados que los defiendan. Otto Gebauer, oficial de la FAN, cumplió instrucciones de sus superiores al trasladar al ex presidente Chávez en abril de 2002; entonces le apreció debilidades emocionales y corporales en esos instantes tremendos -lo cual es perfectamente explicable en un ser humano asustado-, pero haber visto la flojedad y fragilidad de un caudillo en trance de temblor se convirtió en crimen y por eso Gebauer está preso.

¿POR QUÉ?

Se dirá, como más arriba se ha sostenido en esta misma columna, que es la lógica de la represión y el autoritarismo que caracteriza a los asaltantes del poder. Sin embargo, cuando se han conocido a muchos de los perseguidores de hoy es inevitable un cortocircuito. Este narrador se pregunta cómo es posible que varios antiguos amigos y compañeros, caracterizados por el discurso de la comprensión y la paz, enemigos de la represión y de la lógica del Estado tiránico hoy sean quienes promuevan y ejecuten la violencia oficial. Por qué han cambiado y qué los ha hecho cambiar. La única explicación plausible es la combinación mortal de una ideología salvacionista y el ejercicio del poder. El poder en su forma más desnuda y criminal se convirtió en su única causa; el poder de policía con sus dineros y sus guardaespaldas, con sus casas y sus viajes sin pasar por Cadivi o por una cola en el Metro. La revolución se hizo puro paisaje de relleno y la "bunkerización" opulenta de sus vidas es lo que defienden los dirigentes aunque se lleven por delante lo que ellos alguna vez quisieron.

www.tiempodepalabra.com -
twitter @carlosblancog


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