La semana pasada se conocieron los datos de Latinobaròmetro 2010, divulgados en Santiago de Chile, con relación a la aceptación y al rechazo de Estados Unidos en la región. No me sorprendieron los resultados, pero es conveniente divulgar que el 64 % de los consultados opina que ese país ejerce una influencia muy positiva en América Latina. De acuerdo a esas cifras, el prestigio de algunos gobiernos del área es bastante menor. Venezuela alcanza apenas un escuálido 34 %, lo cual ofrece material para algunas reflexiones.
Se equivoca el gobierno venezolano al centrar su política exterior en exacerbar el odio estratégico contra Estados Unidos, en nombre de un esquema revolucionario fracasado en todo el mundo y particularmente en la propia Venezuela. Esto independientemente de la cercanía oportunista de políticos y gobiernos, más interesados en el dinero negro que Chávez maneja a su antojo, que por identificación con eso que llaman el socialismo del siglo XXI.
Queda demostrado, una vez más, que los pueblos son superiores a sus gobiernos. Para la mayoría, Estados Unidos no es el enemigo de la democracia, ni de la libertad, ni del progreso de nuestras naciones, ni de la generación de riqueza, ni de una justa distribución de la misma. Podría ser el aliado fundamental de esos valores entre nosotros, de los principios rectores que compartimos en teoría, pero que nos cuesta mucho llevar a la práctica. Así lo percibe la gente.
La directora de Latinobaròmetro, Marta Lagos, reflexionó sobre la percepción de los latinoamericanos sobre Cuba, relativamente alta, y de los venezolanos sobre Estados Unidos “son ejemplos de que en realidad la formación de opinión de los países no se da por la de los gobernantes”. No es de extrañar el fracaso sistemático de las iniciativas que se han tomado en la última década para armar frentes contra el “imperialismo yankee” en todas las actividades de la región. El ALBA, UNASUR y una abierta política de alianzas abiertas o encubiertas con los enemigos jurados de Estados Unidos en el mundo, incluidas no pocas organizaciones terroristas, gobiernos forajidos y estructuras del crimen organizado, se desdibujan aceleradamente por el anacronismo de los planteamientos y las dobles intenciones a la vista.
oalvarezpaz@gmail.com
Viernes, 2 de julio de 2010
EXPRESO, Lima
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