jueves, 3 de junio de 2010

¡QUE NO MUERA LA ESPERANZA!, RAUL AMIEL

Todo lo bueno que se ha hecho en el mundo se ha hecho con esperanza. La esperanza es el mecanismo que mantiene al ser humano tenazmente vivo, soñando, planeando y construyendo. Si piensas que la esperanza es el opuesto a realismo, estás equivocado. Esperanza es lo opuesto a escepticismo y desesperación. Los mejores logros de la humanidad siempre han sido el resultado de la esperanza.

Hay personas que cuando no había salida han logrado una vía de avance, han conseguido sobrevivir a circunstancias imposibles y se las han arreglado para construir algo cuando no disponían de muchos elementos a partir de los cuales hacerlo. La actitud positiva y los pensamientos sobre un buen futuro, basados en la esperanza, son el motor que mueve el mundo hacia delante.

Los desesperanzados y escépticos consideran todo pequeño obstáculo una barrera infranqueable. Les parece que no ganan nada reaccionando, piensan que todo lo que hacen es inútil. Sin embargo, cuando recuperamos la esperanza volvemos a ser eficientes y podemos llevar las riendas de nuestra vida.

Tener esperanza es tan natural como que germinen las semillas y salga el sol. Y puede que sea por las mismas razones. Se podría decir que la esperanza ha dejado su firma escrita en la tierra, el cielo, el mar y todo ser viviente. Pero aun siendo tan natural y tan vital, igual podemos perderla. Lo mismo que nos cansamos de la vida, a muchos se nos fatiga la esperanza. Precisamente porque la esperanza es un elemento normal de la vida se regenera de modo natural al retirar los impedimentos anormales que la bloquean.

Aquí tienes algunas sugerencias:

Ten esperanzas en el presente: Hay veces en que es difícil creer en el futuro. En esos casos, concéntrate en el presente. Cultiva las pequeñas alegrías del momento. Espera con ilusión la belleza del próximo momento, de la próxima hora, la promesa de una buena comida, el descanso, un libro, una película, la probabilidad inmediata de que mañana salga el sol. Clava tus raíces en el presente hasta que tengas fuerzas para pensar en el mañana.

No hables con los pesimistas: Ellos prefieren vivir en la neblina del escepticismo antes que correr el riesgo de llevarse una desilusión. Cuando caes en tierra levántate otra vez y grita contra todo pronóstico: «Mañana me irá mejor». La esperanza no es falsa; es la verdad misma aunque no sea aparente.

Has algo: Cuando no encuentras salida, actúa. Evita estar paralizado por la desesperación.

Job 11:18
Tendrás esperanza y podrás vivir confiado; bajo el cuidado de Dios dormirás tranquilo.

Raúl Amiel
raulamiel@gmail.com
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