martes, 22 de junio de 2010

FATIGA REVOLUCIONARIA, OSWALDO ÀLVAREZ PAZ

La retórica revolucionaria que parecía renacer en América Latina, se desvanece aceleradamente. Hay fatiga, cansancio, un cierto hastío y una enorme frustración en quienes se ilusionaron con la verborrea obsoleta del castro-chavismo, alimentada por el dinero negro del gobierno venezolano. Esto es válido para aquellos países que, por solidaridad ideológica o por simple interés crematístico, o por ambas cosas al mismo tiempo, se han prestado para avalar las pretensiones de liderazgo universal de Hugo Chávez y de estimular calculada indiferencia ante los abusos internos y descaradas intervenciones externas de su gobierno. Iniciativas como la Alternativa Bolivariana para las Américas –ALBA-, condenada al fracaso desde su inicio a un costo elevadísimo para los venezolanos, se desvanecen ante la fuerza de una realidad continental que camina en dirección contraria al llamado socialismo del siglo XXI.

El hecho cierto es que los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Nicaragua son un verdadero desastre. Correa en Ecuador, es observado con mucha atención. Se está moviendo con cautela, con una prudencia que marca progresiva distancia de los tres antes mencionados, aunque con desplantes tácticos que no engañan a nadie. Más claros son los movimientos de otros supuestos compañeros de la ruta revolucionaria antimperialista que con descaro inmoral pretenden seguir chupando de la teta petrolera sin comprometerse demasiado en la lucha, fortaleciendo puentes políticos y económicos con los gobiernos que serían los enemigos jurados de la revolución.

Más que los gobiernos son los pueblos los que están fatigados. Exigen de sus líderes mayor seriedad, eficacia y honradez en el manejo de los asuntos públicos. Vientos de cambio soplan con fuerza por todas partes. Chile, Colombia, Argentina, Brasil, Panamá, Costa Rica, Honduras, El Salvador mismo, para solo mencionar algunos países, señalan una exitoso camino en dirección contraria al castro-chavismo. La ineficacia y la monstruosa corrupción desatada en los núcleos dirigenciales de los países bandera como Venezuela, Bolivia y Nicaragua han logrado arrastrar descaradamente por ese camino al arteriosclerótico régimen cubano que luce desconcertado ante las exigencias de cambio que crecen aceleradamente en la isla. Solo podrán mantenerse en el poder en base a la represión, a la violencia física e institucional. Terminarán muy mal.
oalvarezpaz@gmail.com
Viernes 18 de junio de 2010
EXPRESO, Lima
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