No lo reblandeció la prisión y salió tan o más determinado que nunca en sus ideas. No cree en la supuesta apertura de Chávez a la oposición ("eso nos indica que anda mal"). Está convencido de que el cambio político debe ser provocado mediante una actitud proactiva y desecha los subterfugios a la hora de predicar una confrontación que considera necesaria.
-Al salir de prisión dijiste que habías vivido la experiencia más intensa de tu vida. ¿Podrías explicarte?
-Cuando Pérez Jiménez, siendo niño, mi familia y yo visitábamos a los presos de la cárcel de Maracaibo, entre los cuales estaba mi tío Jesús Ángel Paz Galarraga. Allí celebramos 7 navidades y recibimos 7 años nuevos. Yo conocía de nombre a los presos de El Helicoide, pero en prisión pudimos hablar, evaluar el pasado, analizar el presente y mirar al futuro. La entereza de esa gente me hizo recordar a los presos de Pérez Jiménez. Sobre todo porque hay un toque de incertidumbre sobre lo que va a pasar. Condenas de 30 años, como la de los comisarios de la PM, son una sentencia a muerte, de cadena perpetua. Lo mismo pasa con los comisarios Guevara. Otra es la situación de Felipe Rodríguez, mi vecino de calabozo, quien está a punto de salir.
-¿Sentías incertidumbre?
-Sentí la incertidumbre porque con esa gente uno no sabe a qué atenerse. Tenía la certeza de que se iba a crear conciencia en el alto Gobierno y en las direcciones políticas allegadas al régimen, de que era una barbaridad acusarme de conspiración para tenerme preso, sin elementos suficientes. Y cuando uno tiene esa convicción y sabiendo la naturaleza del régimen, se adecua mentalmente. Pero pasar 52 días en un calabozo de 3 metros por 2,50, sin aire natural y luz artificial, no es agradable. Sin embargo, contábamos con facilidades como disponer de un televisor.
-¿Cuánto tiempo permanecías en el calabozo?
-A las 10 de la noche cerraban los calabozos con candado y los abrían a las 6 de la mañana. Pero los informes médicos indicaban mi afección de colon y me eximieron de esa medida.
-¿No resulta insoportable la sensación de encierro?
-No, porque consciente de la situación uno se mentaliza. Como no sabemos cuánto tiempo va a durar el cautiverio, aprovechamos el tiempo lo mejor que podemos.
-¿De qué manera?
-Leyendo mucho.
-¿Qué leías?
-Seguí la recomendación de Vargas Llosa y leí varios libros del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince. También escribí, revisé materiales y, sobre todo, conversé con mis compañeros de prisión. Cada caso tiene sus particulares circunstancias, pero tanto los condenados, como los procesados, reclaman ser enjuiciados conforme a derecho. Muchos de ellos sufren atropellos y se encuentran en estado de indefensión, sin el acceso que uno puede tener a la opinión pública nacional e internacional.
-¿Te cambiaron todo estos 52 días de prisión?
-Sentí la solidaridad de todos los presos. Los políticos y no políticos, los civiles y los militares, incluso funcionarios de la policía detenidos por delitos de otra naturaleza. Ahora mi solidaridad y mi compromiso con ellos es mayor que antes de haber entrado en prisión. Esa es una lucha que la Venezuela decente y democrática debe dar para que se haga justicia.
-¿Es posible que se haga justicia con este Gobierno?
-Es muy difícil. Se pueden obtener concesiones graciosas. pero eso que llamamos justicia no. El liderazgo democrático, que no solo son los partidos, sino todos los sectores, deberíamos sentarnos a conversar sobre el camino más sensato y menos traumático para que este régimen dure el menor tiempo. Todo ajustado a los términos constitucionales, sin forzar el ordenamiento jurídico. El 26 de septiembre es una oportunidad para demostrar la voluntad general de la nación. Ahora, todos sabemos cuál es la realidad del CNE, que solo puede ser neutralizada si hay la voluntad, en la gente de enfrentar y superar la concentración de poder político y económico acumulado por este régimen.
-En esas circunstancias, ¿es posible ganar el 26S?
-No sé cuántos diputados elegiremos, pero espero sea el mayor número posible y tengamos mayoría o incluso las dos terceras partes. No es fácil, pero quienes vayan al Parlamento deben ser unos guerreros dispuestos a rescatar la democracia y construir el país que queremos. Y eso pasa por un cambio de Gobierno.
-El triunfo en elecciones parlamentarias te permite cambiar el Poder Legislativo, no el Gobierno.
-Pero puedo tratar de hacer cumplir la Constitución y dejar en evidencia atropellos y violaciones al orden jurídico. Es paradójico que la democracia esté siendo destruida desde la democracia. Todo eso se puede enfrentar desde una Asamblea Nacional donde haya unos guerreros dispuestos a asumir la lucha. Mientras este régimen subsista no se puede resolver ningún problema de fondo y la peor tragedia de un país es que su Gobierno y su presidente dejen de ser instrumentos para resolver problemas y se conviertan en el problema mayor.
-¿Cómo enfrentar ese "problema"?
-Ya no podemos evadir el cómo enfrentar la intención que tiene Chávez de destruir la democracia y sustituirla por un sistema socialista a la cubana porque aunque de que el país se opone, hacia allá marchamos y el avance ha ido más allá de lo que desprevenidamente pueda percibirse. Llegamos a las chiquiticas y no es posible seguir retrasando el paso, temerosos de la confrontación.
-¿Crees que la confrontación es, sino necesaria, por lo menos inevitable?
-Siendo inevitable debemos prepararnos para ella, lo cual la hace necesaria. Eso sí, en la medida en que nos preparemos. No se trata de algo a lo loco ni de conspiraciones. Hay que aferrarse a la Constitución, por la cual no voté (tengo algunos reparos), pero que conserva en el texto la estructura democrática y federal.Y eso te da elementos para plantearle al Gobierno una lucha con la razón y la ley en la mano.
-¿Cómo plantear una confrontación, que no sea pacífica, frente a un Gobierno armado hasta los dientes?
-No tenemos tanques, aviones, fusiles o ametralladoras, pero sí la verdad, la razón, la palabra, la cultura democrática y un sentimiento de cambio arraigado en el país. Eso termina por imponerse tarde o temprano. Aquí hay varias generaciones formadas en la democracia y que han luchado por ella. Ahora, el cómo lo determinan las circunstancias y para sobreponerte a éstas debes saber lo que buscas. No basta con ir a la Asamblea a interpelar ministros.
-Con ese criterio te acercas mucho a la tesis chavista según la cual la oposición va a la AN para salir de Chávez.
-No lo discuto ni lo niego. Cuando Chávez dice que "vienen por mí", tiene razón. Sí, sí, vamos por él porque es el problema mayor. Es él quien no cree en la separación de poderes ni en los valores de la libertad y todas sus variantes. Es él quien afecta la propiedad privada, no cree en la federación y violenta su juramento de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes.
-¿No es sensato esperar las elecciones presidenciales?
-Sí. Se camina hacia eso. Pero con la idea de que el cambio debe ser provocado y no tenerle miedo a la polarización. La polarización no favorece a Chávez y ahí está, cayendo de manera irreversible. En su propio mundo hay un proceso de fatiga. Muchos presienten un desenlace que los ponga en el trance de rendir cuentas.
-Si Chávez pierde apoyo y no quiere entregar, aunque el viernes dijo que lo haría, ¿no acudirá a la represión?
-El solo puede seguir en el poder apelando a la violencia física o institucional.
-Dicen que piensas en la candidatura presidencial.
-Cuando la gente se obsesiona con eso se convierte en prisionera de su ambición. Ese no es mi caso ni lo ha sido nunca, No me quita el sueño. Obviamente las circunstancias lo determinarán. Me verán dando vueltas por el país, pero no buscando una candidatura. Aquí hay muchos hombres (y no tengo prurito en incluirme) que serían infinitamente mejores presidentes que Hugo Chávez.
Roberto Giusti EL UNIVERSAL
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-Al salir de prisión dijiste que habías vivido la experiencia más intensa de tu vida. ¿Podrías explicarte?
-Cuando Pérez Jiménez, siendo niño, mi familia y yo visitábamos a los presos de la cárcel de Maracaibo, entre los cuales estaba mi tío Jesús Ángel Paz Galarraga. Allí celebramos 7 navidades y recibimos 7 años nuevos. Yo conocía de nombre a los presos de El Helicoide, pero en prisión pudimos hablar, evaluar el pasado, analizar el presente y mirar al futuro. La entereza de esa gente me hizo recordar a los presos de Pérez Jiménez. Sobre todo porque hay un toque de incertidumbre sobre lo que va a pasar. Condenas de 30 años, como la de los comisarios de la PM, son una sentencia a muerte, de cadena perpetua. Lo mismo pasa con los comisarios Guevara. Otra es la situación de Felipe Rodríguez, mi vecino de calabozo, quien está a punto de salir.
-¿Sentías incertidumbre?
-Sentí la incertidumbre porque con esa gente uno no sabe a qué atenerse. Tenía la certeza de que se iba a crear conciencia en el alto Gobierno y en las direcciones políticas allegadas al régimen, de que era una barbaridad acusarme de conspiración para tenerme preso, sin elementos suficientes. Y cuando uno tiene esa convicción y sabiendo la naturaleza del régimen, se adecua mentalmente. Pero pasar 52 días en un calabozo de 3 metros por 2,50, sin aire natural y luz artificial, no es agradable. Sin embargo, contábamos con facilidades como disponer de un televisor.
-¿Cuánto tiempo permanecías en el calabozo?
-A las 10 de la noche cerraban los calabozos con candado y los abrían a las 6 de la mañana. Pero los informes médicos indicaban mi afección de colon y me eximieron de esa medida.
-¿No resulta insoportable la sensación de encierro?
-No, porque consciente de la situación uno se mentaliza. Como no sabemos cuánto tiempo va a durar el cautiverio, aprovechamos el tiempo lo mejor que podemos.
-¿De qué manera?
-Leyendo mucho.
-¿Qué leías?
-Seguí la recomendación de Vargas Llosa y leí varios libros del escritor colombiano Héctor Abad Faciolince. También escribí, revisé materiales y, sobre todo, conversé con mis compañeros de prisión. Cada caso tiene sus particulares circunstancias, pero tanto los condenados, como los procesados, reclaman ser enjuiciados conforme a derecho. Muchos de ellos sufren atropellos y se encuentran en estado de indefensión, sin el acceso que uno puede tener a la opinión pública nacional e internacional.
-¿Te cambiaron todo estos 52 días de prisión?
-Sentí la solidaridad de todos los presos. Los políticos y no políticos, los civiles y los militares, incluso funcionarios de la policía detenidos por delitos de otra naturaleza. Ahora mi solidaridad y mi compromiso con ellos es mayor que antes de haber entrado en prisión. Esa es una lucha que la Venezuela decente y democrática debe dar para que se haga justicia.
-¿Es posible que se haga justicia con este Gobierno?
-Es muy difícil. Se pueden obtener concesiones graciosas. pero eso que llamamos justicia no. El liderazgo democrático, que no solo son los partidos, sino todos los sectores, deberíamos sentarnos a conversar sobre el camino más sensato y menos traumático para que este régimen dure el menor tiempo. Todo ajustado a los términos constitucionales, sin forzar el ordenamiento jurídico. El 26 de septiembre es una oportunidad para demostrar la voluntad general de la nación. Ahora, todos sabemos cuál es la realidad del CNE, que solo puede ser neutralizada si hay la voluntad, en la gente de enfrentar y superar la concentración de poder político y económico acumulado por este régimen.
-En esas circunstancias, ¿es posible ganar el 26S?
-No sé cuántos diputados elegiremos, pero espero sea el mayor número posible y tengamos mayoría o incluso las dos terceras partes. No es fácil, pero quienes vayan al Parlamento deben ser unos guerreros dispuestos a rescatar la democracia y construir el país que queremos. Y eso pasa por un cambio de Gobierno.
-El triunfo en elecciones parlamentarias te permite cambiar el Poder Legislativo, no el Gobierno.
-Pero puedo tratar de hacer cumplir la Constitución y dejar en evidencia atropellos y violaciones al orden jurídico. Es paradójico que la democracia esté siendo destruida desde la democracia. Todo eso se puede enfrentar desde una Asamblea Nacional donde haya unos guerreros dispuestos a asumir la lucha. Mientras este régimen subsista no se puede resolver ningún problema de fondo y la peor tragedia de un país es que su Gobierno y su presidente dejen de ser instrumentos para resolver problemas y se conviertan en el problema mayor.
-¿Cómo enfrentar ese "problema"?
-Ya no podemos evadir el cómo enfrentar la intención que tiene Chávez de destruir la democracia y sustituirla por un sistema socialista a la cubana porque aunque de que el país se opone, hacia allá marchamos y el avance ha ido más allá de lo que desprevenidamente pueda percibirse. Llegamos a las chiquiticas y no es posible seguir retrasando el paso, temerosos de la confrontación.
-¿Crees que la confrontación es, sino necesaria, por lo menos inevitable?
-Siendo inevitable debemos prepararnos para ella, lo cual la hace necesaria. Eso sí, en la medida en que nos preparemos. No se trata de algo a lo loco ni de conspiraciones. Hay que aferrarse a la Constitución, por la cual no voté (tengo algunos reparos), pero que conserva en el texto la estructura democrática y federal.Y eso te da elementos para plantearle al Gobierno una lucha con la razón y la ley en la mano.
-¿Cómo plantear una confrontación, que no sea pacífica, frente a un Gobierno armado hasta los dientes?
-No tenemos tanques, aviones, fusiles o ametralladoras, pero sí la verdad, la razón, la palabra, la cultura democrática y un sentimiento de cambio arraigado en el país. Eso termina por imponerse tarde o temprano. Aquí hay varias generaciones formadas en la democracia y que han luchado por ella. Ahora, el cómo lo determinan las circunstancias y para sobreponerte a éstas debes saber lo que buscas. No basta con ir a la Asamblea a interpelar ministros.
-Con ese criterio te acercas mucho a la tesis chavista según la cual la oposición va a la AN para salir de Chávez.
-No lo discuto ni lo niego. Cuando Chávez dice que "vienen por mí", tiene razón. Sí, sí, vamos por él porque es el problema mayor. Es él quien no cree en la separación de poderes ni en los valores de la libertad y todas sus variantes. Es él quien afecta la propiedad privada, no cree en la federación y violenta su juramento de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes.
-¿No es sensato esperar las elecciones presidenciales?
-Sí. Se camina hacia eso. Pero con la idea de que el cambio debe ser provocado y no tenerle miedo a la polarización. La polarización no favorece a Chávez y ahí está, cayendo de manera irreversible. En su propio mundo hay un proceso de fatiga. Muchos presienten un desenlace que los ponga en el trance de rendir cuentas.
-Si Chávez pierde apoyo y no quiere entregar, aunque el viernes dijo que lo haría, ¿no acudirá a la represión?
-El solo puede seguir en el poder apelando a la violencia física o institucional.
-Dicen que piensas en la candidatura presidencial.
-Cuando la gente se obsesiona con eso se convierte en prisionera de su ambición. Ese no es mi caso ni lo ha sido nunca, No me quita el sueño. Obviamente las circunstancias lo determinarán. Me verán dando vueltas por el país, pero no buscando una candidatura. Aquí hay muchos hombres (y no tengo prurito en incluirme) que serían infinitamente mejores presidentes que Hugo Chávez.
Roberto Giusti EL UNIVERSAL
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