sábado, 17 de abril de 2010

DIVIDE Y CAERÁS, JUAN CARLOS APITZ

El paisaje que nos depara el socialismo del siglo XXI es la Venezuela de la inseguridad, la violencia, la delincuencia, la corrupción y la impunidad. También es el país de la pobreza, el desempleo, el alto costo de la vida, el desabastecimiento de alimentos, la basura, los cortes de luz y la falta de agua. Ello explica por qué Esteban enfrenta una de las mayores caídas de popularidad en sus once años de gobierno y, además, por qué recurre de nuevo a la polarización o división de la sociedad venezolana como estrategia electoral ante las venideras elecciones legislativas. Sin embargo, será la polarización misma la que lo hará caer del poder.


Ya nos advirtió Diosdado, ministro cooperador y cómplice necesario de los desafueros de Esteban, que: "Ni el presidente ni el pueblo negocian con los que destrozaron el país y cualquier duda en ese sentido es una traición a la revolución, al pueblo y al liderazgo del presidente Hugo Chávez", anunciando que no negociarán como en el pasado ni hay reconciliación posible entre los venezolanos a futuro; aunque también revela una deficiente cultura democrática que se basa en el miedo al "otro" considerado "el enemigo" y, por tanto, en su eliminación. Una práctica antidemocrática de "exclusión y negación del otro".

No obstante, ninguna sociedad puede avanzar hacia el desarrollo y la prosperidad si no cuenta con elementos mínimos que la cohesionen. La cuestión es que la cohesión social, entendida como el reconocimiento común de valores y principios, así como de visiones distintas que pueden coincidir para cimentar a un país que hace de sus diferencias su mayor riqueza, no es posible si hay violencia generalizada, miedo, odio y desigualdad; o peor aún, en un clima de linchamiento en contra de todo lo que significa disenso y diferencia.

El Gobierno nacional se empeña en exacerbar el odio, el revanchismo y la división en todos los sectores y niveles de la sociedad, desde la percepción que tienen los venezolanos de sí mismos, entre ricos y pobres. No se trata de tomar partido a favor de una u otra posición, en todo caso, lo importante es reconocer que en el fondo hay una abismal desigualdad social que impide tender puentes para el diálogo y la conciliación nacionales.

En estos días conmemorativos de nuestras fechas patrias, vale recordar que los ideales de libertad y justicia social que inspiraron nuestra Independencia para romper los lazos coloniales que existían con el imperio español, no pueden ser tomados solo como meros referentes del pasado; recuperarlos en un sentido profundo generaría acuerdos elementales que permitan reconciliarnos y construir un país incluyente, con miras a resolver los dilemas de la pobreza y la exclusión social.

La baja institucionalidad, el déficit de cultura política democrática, la elevada desigualdad social, pero, sobre todo, la polarización política fomentadas desde el Gobierno nacional, dificultan la resolución de la crisis en Venezuela de una manera democrática e interfieren en la posibilidad de reconstruir la ciudadanía sobre una base pluralista de reconocimiento del otro y de respeto a las diferencias políticas. No hay de otra, Esteban, divide y caerás.

www.juancarlosapitz.com
Twitter: @justiciapitz
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