jueves, 1 de octubre de 2009

POPULISMO Y REPRESIÓN, PABLO AURE, ¡HASTA CUÁNDO!, EL CARABOBEÑO 28/09/09

Ayer, luego de revisar algunos medios de comunicación, entre ellos El Tiempo de Bogotá, me topé con un artículo intitulado: “¿Usted le cree a Chávez?” escrito en la sección de blogs por Juan Carlos Martínez. Desde luego, rápidamente me identifiqué con la pregunta porque no se cuál es la razón por la cual todavía hay personas que le puedan creer a ese personaje (al Presidente de Venezuela, no al autor del artículo).

Presiento que a estas alturas del partido, no obstante el 40% de popularidad presidencial, son muy pocos los que le creen; pero es que, lamentablemente, tampoco hay otros personeros de la vida política venezolana a quienes creerles; y no lo digo porque no digan la verdad, sino porque no han construido el liderazgo suficiente para desenmascarar y desplazar al dictador.

En consecuencia, al teniente coronel, si bien es cierto que lo ven como un farsante, no es menos cierto que en la actualidad lo sienten como uno de los suyos. Los de antes también lo eran, pero los venezolanos los veían distantes, mientras que a éste lo consideran cercano, no justamente por sus realizaciones efectivas en su favor, sino por la retórica populista y populachera con la que los marea.

Por desgracia, en Venezuela, desde que es Venezuela, las cosas de la política no terminamos de verlas con seriedad. La mayoría no hemos desarrollado una cultura para ver más allá de nuestras narices y nos conformamos con el día a día; poco o nada hacemos para mejorar las condiciones de vida.

El Estado si acaso da para los pobres los primeros auxilios, que es lo que prestan en los pocos módulos de “barrio adentro” que quedan operando, ya que, si no lo sabían, la mayoría de los médicos cubanos se han marchado a Miami. Un médico o una enfermera que le tome la temperatura y le dé una pastillita, es quizá lo que queda de “barrio adentro”.

La situación del pueblo venezolano es dramática: tenemos a un irresponsable llevando las riendas del país, dilapidando el erario público y por otra parte el sector democrático parece no encontrar rumbo para construir un discurso creíble para las clases desposeídas.

Mientras esto pasa, en Margarita el despilfarro campea. Me cuentan personas que estaban de vacaciones allá y que tuvieron que adelantar el retorno por la cumbre, que los abusos no tienen nombre. Camionetas de último modelo importadas (porque por ninguna parte se ve un Tiuna), limusinas, helicópteros, y pare usted de contar, mientras el pueblo de Anzoátegui, al echar un brinquito, está a oscuras y padece todo de calamidad.

Obras son amores

El sábado el gobernador de Carabobo dijo: “le pido al Gobierno Nacional que acepte que ha fracasado en la Ciudad Hospitalaria y me la devuelva con sus recursos, que yo la pongo a andar. Lo hice en el pasado y estoy seguro de que lo volveremos a hacer”. Lo del fracaso en materia de salud ya lo reconoció el Presidente, que, por cierto, ya había dicho que en materia de viviendas estaban raspados sus ministros.

Recordemos que la semana pasada la salud fue declarada en emergencia; aunque creo que los bandidos rojos rojitos aprovecharán esa declaratoria para seguir echándole manos a los recursos destinados a la salud, ya que obviarán cualquier proceso licitatorio.

Ahora bien, volviendo a lo que dijo Henrique Fernando Salas Römer, creo que los valencianos deberíamos hacer causa común en pedirle al Gobierno Nacional que devuelva a la región la administración de su Hospital Central que en una época fue orgullo de los carabobeños.

Esa bandera debe ser enarbolada por todos los carabobeños, y no tiene color partidista. No tengo la más mínima duda de que la Ciudad Hospitalaria Enrique Tejera (CHET) en manos de un gobierno regional con funcionarios capacitados para gerenciar el asunto de la salud, volverá a ser lo que un día fue.

Desde esta trinchera de la columna ¡Hasta Cuándo! propongo comenzar una cruzada por la devolución de la CHET, con la consigna “obras son amores y no buenas razones”. De qué vale que el Presidente diga que se preocupa por los pobres pero al mismo tiempo no hace absolutamente nada para que tengan una atención digna.

Insisto, la bandera de la devolución del hospital tenemos que enarbolarla todos: los del norte y los del sur, los rojos, los amarillos o blancos.

Vecindario peligroso

En la Casa de Nariño hay preocupación por el ingreso de Venezuela a la carrera nuclear. Alvaro Uribe mostró su inquietud ante un eventual conflicto nuclear en el que Colombia pueda verse comprometida.

Imagínense ustedes: en Colombia hay preocupación, pero aquí en Venezuela cuyo Gobierno está vinculado hasta la coronilla con mandatarios y organizaciones terroristas, no queremos abrir los ojos.

No se trata de simples especulaciones. Es un hecho reconocido por las autoridades venezolanas: En efecto, el ministro de Ciencia, Tecnología e Industrias, Jesse Chacón, aseveró que Venezuela tiene planes de utilizar la energía nuclear sólo con fines pacíficos y medicinales, y que los estudios para ubicar el uranio en nuestro país se están ejecutando con el apoyo de Rusia. ¿Quién puede creerle ahora al ministro Chacón, qué podremos esperar de lo que hará con la energía nuclear?

Pero hay algo más: ¿quién le va a creer que la utilización de la energía será para fines medicinales? Si es una verdad -con testigos- que para recuperar las instalaciones, la infraestructura, los quirófanos, dotar de material quirúrgico o de remedios a nuestros hospitales no hace falta el uranio ni el plutonio.

Camino al infierno

Hace algunos meses a uno de estos inefables uniformados se le ocurrió decir “candelita que se prenda, candelita que se apague”. Pues bien, creo que tanto a él como a su sustituto les ha sido imposible apagar todas las “candelitas” que se han prendido en el país. Huelgas y protestas por todas partes. Ya el pueblo, sobre todo los jóvenes, no se asustan ante las amenazas de llevarlos a la cárcel por salir a protestar; al contrario, cada vez que un funcionario los amenaza los estudiantes lo entienden como un incentivo a la protesta.

No se qué va a hacer el Gobierno con las decenas de jóvenes que hoy se encuentran en huelga de hambre reclamando la liberación de los presos políticos, especialmente del joven carabobeño Julio César Rivas; tampoco sé, qué hará con los obreros del Zulia que se cosieron la boca para no comer; o qué hará con los vecinos que cada día y con mayor frecuencia salen a las vías públicas a reclamar por los servicios públicos, por los apagones eléctricos, o por la falta de agua, o la suciedad. Para no hablar de las “candelitas” que se prenden en cada una de las morgues de nuestro país cuando los dolientes van a reclamar a sus familiares muertos y no se los entregan por falta de médicos forenses. O de las “candelitas” que ya son unas llamaradas que se encienden en cada rincón del país ante la ola de crímenes que enlutan a los hogares venezolanos.

Por el camino que vamos no es difícil imaginarnos hacia dónde camina el país.

pabloaure@gmail.com

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